Esta pieza es parte de la curaduría Víctor Lerma: repertorios visuales que realizó Maribel Escobar Varillas. Se presentó el 1 de septiembre 2021 para el proyecto "Kit de Esquina. Interposiciones visuales y desdoblamientos del Archivo de Pinto mi Raya" y la pueden ver aquí.
Acordeón Poético (2021) es una composición visual de 18 páginas intervenidas unidas por un tape para formar un libro de artista.
Sus medidas son: 9 hojas tamaño carta, 22 x 28 cm. Completamente extendido mide 192 x 28 cm.
Los materiales utilizados son: fotocopia s/albanene, bond blanco y color, mica, suaje, transfer, graffitti, papel periódico.
Las imágenes del archivo que utilizo en esta pieza son, negativos de los 80’s, imágenes digitales de 2020/2021, poesía visual, artículos intervenidos de diferentes años, dibujos reactivados de los 70’s, 80’, 90’s y los 2000’s.
Esta pieza es parte de la curaduría Víctor Lerma: repertorios visuales que realizó Maribel Escobar Varillas. Se presentó el 1 de septiembre 2021 para el proyecto "Kit de Esquina. Interposiciones visuales y desdoblamientos del Archivo de Pinto mi Raya" y la pueden ver por FB aquí o por YouTube aquí.
Bala (2021), es una obra digital reactivada (1993-2021), sus medidas son: 22 x 28 cm. y está hecha con los siguientes materiales: fotocopia s/papel revolución, suaje recortes, plumón tachaduras, fotografía digital, grafito.
Las imágenes del archivo que utilizo en esta pieza son negativos de los 80’s de la serie registro televisivo, dibujo cartográfico, escritura abstracta y recorte de periódico intervenido.
Esta pieza es parte de la curaduría Víctor Lerma: repertorios visuales que realizó Maribel Escobar Varillas. Se presentó el 1 de septiembre 2021como parte del proyecto "Kit de Esquina. Interposiciones visuales y desdoblamientos del Archivo de Pinto mi Raya" y la pueden ver aquí.
Acordeón 1 a 1 (2021), es una composición visual con imágenes de 7 personajes de la cultura que participaron en el proyecto UNO A UNO de Víctor Lerma en la galería de autor Pinto mi Raya (2003-2004). La pieza incluye 17 módulos tamaño postal, 9 x 14 cm. y está realizada con fotocopias s/papel albanene. Está armado en forma de acordeón y enmicado.
Las imágenes del archivo que utilizo en esta pieza son, negativos de los 2000’s, imágenes digitales de Helen Escobedo, Betsy Pecannins, Roberto López Moreno, Merry MacMasters, José Miguel González Casanova, Elizabeth Romero y Jorge Alberto Manrique durante su participación en UNO A UNO. Por cierto, la documentación de UNO A UNO que se encontraba en internet, tuvo que cambiar de formato porque estaba en flash, que dejó de usarse, por lo que me di a la tarea de hacerlo con el apoyo de Víctor Sulser como parte de los rescates de materiales de archivo que son parte de este proyecto. La nueva versión puede consultarse aquí.
La curaduría de Yuruen Lerma, junto con la de Brenda Hernández, se presentó el 3 de septiembre de 2021 a través de la página de FB de Pinto mi Raya.
Este proyecto consistió en una profunda investigación sobre la vida personal de Víctor, quien realizó entrevistas con él de más de 13 horas sobre su infancia, sus padres, su vida familiar y la vida en la frontera.
Esta curaduría, además de los documentos y obras de Lerma que se presentan, incluye un par de colaboraciones entre Lerma Uzeta y Lerma Mayer.
El video de la presentación puede verse en FB aquí o en YouTube aquí.
Las siguientes son las estadísticas del evento al 7 de octubre de 2021.
Y, a continuación, compartimos el texto de Yuruen Lerma Mayer.
Silencios familiares:memoria y archivo personal de Víctor Lerma, mi papá
Por Yuruen Lerma Mayer
Genealogía de la curaduría o cómo surgió ésta en particular
Alrededor del mundo, la pandemia causada por el virus SarsCov-2 en 2020 nos obligó a modificar, repensar y reestructurar nuestra vida cotidiana, relaciones, trabajos y dinámicas sociales, entre muchos otros aspectos y el proyecto “Raya: Interposiciones visuales y desdoblamientos del archivo Pinto mi Raya” de Víctor Lerma en el marco del Sistema Nacional de Creadores de Arte, no fue la excepción. Si bien la propuesta original no se modificó, cuyo objetivo era “articular una propuesta gráfica, espacial y conceptual para crear dos objetos/esculturas/archivos, es decir, los kit de esquina tanto fijo como móvil, que funcionen como dispositivos de recopilación, performance, exposición y activación del archivo y la memoria”, como lo hablará Brenda más adelante, sí tuvo que mutar ante las nuevas restricciones de movilidad y de cercanía implementadas, en especial en lo referente a los espacios de difusión y producción, ya que, como bien sabrán, hasta hace unos meses, antes de la vacunación masiva, regresar a lo presencial no se veía cerca ni de chiste. Por ende, Mónica Mayer, Tonantlzin Arreola, Maribel Escobar, Brenda Hernández y yo decidimos apropiarnos del espacio museográfico del Kit de Esquina y desarrollar cinco curadurías a partir de las cuales investigaríamos, desde nuestros propios intereses, diferentes aspectos de la vida artística y personal de Víctor Lerma, empleando tres pilares de investigación: el archivo de Pinto mi Raya, Víctor Lerma como artista y como persona y el proyecto curatorial del Kit de Esquina, mientras que, paralelamente, él produciría nuevas piezas que dialogarían con cada una de nuestras propuestas. Así, el foco principal de investigación, que inicialmente era el del archivo Pinto mi Raya, se desplazó al de Víctor Lerma, como persona y como artista, convirtiéndose él en el archivo con el cual trabajaríamos.
Todas nosotras tenemos una relación diferente pero cercana con Víctor así como con Pinto mi Raya, ya sea como co-fundadora, esposa, hija, amiga, investigadora, artista, nuera, colaboradora, etc., por lo que cada una, desde nuestra historia personal y profesional, fuimos proponiendo temáticas que nos llamaban la atención profundizar. Así, las propuestas que desarrollamos fueron entretejiendo nuestros intereses con los de Víctor: lo íntimo y lo laboral, lo artístico y la gestión, lo propio y lo colectivo, lo dicho y lo no dicho, lo pasado y lo presente, lo familiar y los afectos, incluso, lo visual o lo táctil, entre otros, como veremos más adelante y en las otras curadurías.
En la primera junta por Zoom que realizamos el enero de 2021, decidimos la temática de las curadurías: Mónica, con quien Víctor ha compartido su vida desde los 70, decidió enfocarse en su trabajo fotográfico como estudiante y profesional durante dicha década y la subsecuente. Maribel, por su parte, quiso investigar sus obras gráficas desarrolladas desde los 70 en adelante mientras que Tona tuvo interés particular sobre procesos de gestión de proyectos artísticos desarrollados por Lerma y Mayer a finales del siglo pasado y principios del actual. Brenda, siendo la que diseñó y produjo el Kit de esquina, eligió investigar el proceso artístico de esta última etapa, específicamente en lo referente al saber-hacer manual de la obra de VL. Cuando llegó mi turno de elegir, no estaba muy segura de qué línea investigativa seguir hasta que comencé a reflexionar en torno a mis intereses que en estos últimos años he desarrollado sobre los archivos familiares y la recuperación de las historias de vida de mis ancestras y ancestros. Lo anterior me permitió darme cuenta de que en mi historia personal existía un enorme vacío sobre un familiar: Manuel Lerma, mi abuelo paterno. Tanto él como Lilia Lucido, mi abuela materna, fallecieron antes de que yo naciera, sin embargo, de mi abuela sí conocía mucho gracias a que mi madre siempre me habló de ella. Situación que no ocurrió con mi abuelo paterno Manuel, del que poco se habló durante mi infancia ya sea porque mi padre rara vez lo mencionó o, también, porque yo nunca le pregunté nada y así como en la foto, siempre ha sido un personaje oculto. Incluso, al pensarles, advertí que era diferenciada la forma en la que les nombraba: ella era “mi Omama”, que significa abuela en alemán, mientras que él era “Manuel, papá de mi papá”. Por estas razones, decidí que los objetivos de mi investigación, a través de materiales de archivo, memorias y artísticos sobre la primera etapa de vida de mi papá, serían:
Una vez establecidos los ejes temáticos de las cinco curadurías, platicamos sobre la metodología que implementaríamos y cómo llevaríamos a cabo las investigaciones. Decidimos que, si bien cada una estaría a cargo de la suya, todas participaríamos en ellas de diferentes maneras. Sería un trabajo colaborativo, metodología ampliamente desarrollada por PMR. En este sentido, cada una diseñaría una serie de preguntas abiertas y detonadoras sobre nuestros temas, con el fin de dialogar con Víctor, pero las compartiríamos con el grupo antes de la sesión para trabajarlas y para darle tiempo a él de buscar, en su archivo, materiales relacionados con las temáticas como son obras, documentos, recuerdos, objetos, etc. Las entrevistas las realizaríamos por Zoom y las grabaríamos para tener registro de ellas posteriormente, práctica que no hubiera sido posible sin el apoyo de Adán Lerma y Orly Cortés.
Las primeras sesiones las lideró Mónica,[1] luego Maribel,[2] después Tona,[3] posteriormente Brenda,[4] cada una tomando un par de días para su investigación. Las entrevistas duraron aproximadamente dos horas por lo que al final sumamos más de 16 horas de grabación. Los diálogos colectivos que se construían nos daban pistas a cada una para nuestras curadurías y, poco a poco, comenzábamos a vislumbrar procesos, intereses, puntos de (des)encuentro que se entretejían, a pesar de enfocarnos en diferentes décadas de vida y prácticas de producción artística. Por ejemplo, comencé a ver cómo ciertas formas de trabajo atravesaban las narrativas artísticas y personales de Víctor, independientemente del momento, como por ejemplo, la continua presencia de prácticas de interacción, ciudad, frontera, travesura, juego y lo colectivo en su trabajo. En este sentido, me pareció importante pensarlos como ejes principales de sus procesos de vida y artísticos lo cual me permitiría construir la narrativa a partir del diálogo que se da entre ellos ya que, de alguna forma, a mi me tocaría analizar la génesis, cimientos o las bases de todos ellos.
Tomando esto en cuenta, cuando me senté a pensar mi guía de entrevista, me enfoqué en preguntar sobre cómo estos conceptos se relacionaban con su infancia y adolescencia, única época en la que vivió con su padre y madre, al igual que en aquella información que a mí, como nieta y familiar directa, me interesaba conocer. Así, me acordé de lo que más me gustaba de mis abuelxs que sí conocí y a partir de ahí comencé a escribir las preguntas. Por ejemplo, recordé con mucho amor la voz de mi abuelita cuando me llamaba por teléfono cada cumpleaños y pregunté “¿cómo era la voz de Manuel?”. Recordé el porte y cuerpo de Leonardo, mi abuelo materno, cuando caminaba o cuando dejó de caminar por la vejez y pregunté sobre esto respecto a Manuel. Incluso pensé en Lilia, a quien no conocí, pero que sabía que era muy buena con lxs niñxs y disfrutaba jugar con ellxs por lo que pregunté si su padre había sigo juguetón con él y su hermano de pequeños. En el marco de vulnerabilidad de ser abuelx en esta pandemia, me pregunté “¿a qué le tenían miedo?” También recordé que Manuel había sido alcohólico, e, incluso, que su muerte estuvo relacionada con esto, por lo que pregunté sobre este significado para su vida. Cuando vagamente recordé que mi papá había tenido una hermana que falleció al nacer, indagué sobre este suceso y cuando reflexioné en torno a que nació y creció en Tijuana, lo primero que se me vino a la mente fue preguntar sobre la idea de la frontera. Y así sucesivamente.
Me dejé llevar por mis inquietudes, mis emociones, mis recuerdos y mi curiosidad escribiendo las preguntas sin un orden en particular. En un abrir y cerrar de ojos, tenía más de 50 de ellas y todavía sentía que tenía muchas más por hacer, por lo que decidí que debía establecer un límite pues no podía ser una entrevista sinfín. Pensando en qué número podría ser lo suficientemente significativo para el proyecto, elegí el 72 al ser la edad que mi papá tenía en ese momento. Paré cuando llegué a la meta.
Al terminar, volví a leer las preguntas y me saltaron dos temáticas que las englobaban: en primera, descripción de mis abuelos paternxs: Manuel y Nini y en segunda, la relación entre Víctor con su padre y madre. Al releerlas de esta manera, me di cuenta de lo íntimo y personal del cuestionario y pensé en que la metodología de esta curaduría tendría que ser diferente al resto. En primera, no compartiría las preguntas antes de la sesión porque no quería que mi papá las supiera y pudiera pensarlas. Quería que contestara en el momento y que sus recuerdos surgieran con base en el diálogo, es decir, que no tuviera tiempo para digerirlas previamente, situación que surgió en las otras entrevistas. Por esta razón, le escribí al equipo para informarles que les entregaría una copia de las preguntas una vez que termináramos las entrevistas. Ante esta limitante que le impuse, mi papá expresó cierta incomodidad y seguido me llamaba por teléfono o enviaba mensajes pidiéndomelas. Nunca se las dí. No obstante, con base en esta reacción, decidí que en las entrevistas sólo estaríamos él y yo con el fin de crear un espacio seguro y cómodo, considerando que posteriormente podría compartirles el registro audiovisual, cosa que no sucedió, como explico más adelante. Hoy me doy cuenta de que, poco a poco y sin saberlo, los silencios estaban tomando el control de esta curaduría.
En tercera, consideré que estaría bueno hacer las entrevistas con una copa de vino ya que, al cabo, nadie iba a manejar. Así, unos días antes a nuestra primera sesión, le mandé las siguientes indicaciones por Whatsapp:
Cuando finalmente llegó el día, me dijo que no había hecho ninguna de estas tareas e insistió en que le pasara las preguntas. La única tarea que no cumplió y que le perdoné fue la de la copa de vino pues era temprano y francamente tampoco se me antojaba tomar. En fin, yo no sabía qué esperar de la sesión, pero abrí la sala en Zoom, nos conectamos, comencé a grabar e iniciamos con nuestra primera plática virtual.
Mi papá se veía nervioso e inquieto, pero mencionó que estaba dispuesto a entrarle a este juego de preguntas y respuestas sobre su pasado y sobre su/nuestra familia. Le conté que me había dado cuenta de que tenía una relación con mi abuela Lilia, pero no con Manuel y que estas pláticas me interesaban como una manera para que yo pudiera construir una idea de quién fue mi abuelo así como su/nuestra familia y su/nuestro pasado. Poco sabía en ese momento de que el vínculo que también se afianzaría sería el nuestro, entre padre e hija, pero de eso hablaré más adelante.
Comencé preguntándole sobre la primera sección y dos horas y media después, habíamos abarcado solamente las primeras 15 preguntas. Me di cuenta de que contestar 72 implicaría realizar muchas más sesiones de las esperadas y supimos que esto iba para largo. Una vez que paré la grabación, le pregunté a mi papá cómo se había sentido y, en general, me dijo que muy bien, que se sentía cómodo hablando conmigo, que le había gustado hablar de su padre, de su madre, hermano y de su pasado pero que explícitamente me pedía no mostrarle estas grabaciones a nadie y que no sabía cuándo se sentiría dispuesto a compartirlas. Entonces, respetando esta petición, le informamos al equipo que la entrevista había estado muy buena pero que, por las temáticas abordadas, no se las enviaríamos por el momento. Otro silencio.
Esta limitante me puso en jaque, puesto que debía pensar en cómo realizar una propuesta con material que no podía ser utilizado. Tras tres sesiones y más de seis horas de grabación, mi frustración aumentaba ya que no lograba concretar una propuesta y si bien la información era riquísima, no podía hacer uso de ella. Sin embargo, decidí seguir confiando en el proceso de las entrevistas, de los diálogos, de las preguntas y del trabajo colaborativo y ver a dónde nos llevaban. En la cuarta sesión, mi papá dijo algo sobre los silencios familiares y eso me hizo pensar en cómo estos han sido el andamiaje del proyecto. Pensé en el silencio sobre Manuel que había detonado de la curaduría; en el silencio metodológico que había moldeado el inicio de ésta, por ejemplo, cuando no les involucré en el proceso de construcción de preguntas; o en el silencio del contenido de nuestras sesiones que nos había acompañado desde la primera reunión. Lo paré en seco y le comenté lo que estaba pensando. Le dije que deberíamos trabajar con el silencio como idea central con el fin de aliáramos con él en vez de negarlo. Lo convertiríamos en una idea creativa potenciadora en vez de en una barrera. Le platiqué lo que hasta el momento había visto en mi investigación doctoral sobre los silencios del archivo y cómo éstos, al igual que nuestras identidades, vínculos e historias, están constituidos por presencias, ausencias y silencios. Le gustó la idea y dejamos volar nuestra imaginación mientras hablábamos de su pasado y de su presente.
En total tuvimos 5 sesiones por Zoom con más de 12 horas de grabación. Mientras él hablaba, yo trascribía lo que él decía. Al final le pasé la copia de los videos así como de la transcripción, él comenzó a trabajar en sus obras y yo en la curaduría que varios meses después dio como resultado en el siguiente montaje el cual contiene 19 piezas, entre objetos de archivo y obras nuevas, las cuales están clasificadas en 6 núcleos conceptuales que son los siguientes:
Núcleo 1 Diálogo entre padre e hija
Me puse a pensar que si bien no mostraría las respuestas de mi papá, el cuestionario lo había hecho yo y, por ende, deseaba incorporarlo en mi curaduría, puesto que, por una parte, materializaba el silencio de sus respuestas y, por la otra, me preguntaba si quienes las leyeran sentirían curiosidad por nuestro diálogo o tal vez se las apropiarían para hacérselas con sus propias ancestras y ancestros. Mi primera idea era imprimirlas y agregarlas como documentos pero, al contarle la idea a mi papá, me propuso que las escribiéramos sobre una tela que pareciera piel, con la cual forraríamos el kit, idea que me encantó y que eventualmente evolucionó en la instalación performance titulada “Silencios”. Agradezco a Andrea Larios por ayudarnos a hacer realidad esta pieza.
Posteriormente, Brenda y yo continuamos pensando sobre la constricción en el uso del contenido de las entrevistas y consideramos que podríamos hacer una pieza sonora con fragmentos ininteligibles y descontextualizados de las grabaciones, jugando así entre la presencia y la ausencia, el sonido y el silencio. Dicha pieza se titula “O-YENDO AL AYER”.
Pensando en la idea de que la identidad se compone del entretejido de silencios, memorias, olvidos y discursos que van cambiando a lo largo de la vida y considerando la técnica del tejido de papeles que ha utilizado mi papá desde hace tiempo, como lo analiza Brenda, le pedí al vato loco que realizara piezas con pedazos de las frases que dijo sobre su infancia entretejidas y descontextualizadas. Éstas las nombró “T G DOR de olvidos archivados”. Es importante notar que en la curaduría de Mónica, en el núcleo sobre Álvarez Bravo, él también utilizó algunas frases de nuestras conversaciones.
Núcleo 2 Útiles revividos
Como les platiqué hace rato, al inicio de nuestras entrevistas le pedí a mi papá que buscara entre sus cosas o archivo personal objetos de Manuel y de Nini pero no lo hizo. Eventualmente sí fue recopilando diferentes objetos de su padre y madre y estos conforman el segundo núcleo de la curaduría. Lo primero que me mostró fueron las herramientas de trabajo de Manuel, que son las mismas que utiliza Brenda en la suya, como veremos más adelante, y sobre las cuales mi papá habló detalladamente en nuestras pláticas. Luego, por ahí de abril de este año, Víctor halló la colección de monedas que Manuel recolectaba cuando las encontraba entre los muebles que retapizaba. Clara y específicamente le pedí que las guardara muy bien pues las utilizaría y les cuento que hace un par de semanas me llamó para decirme que las había guardado tan pero tan bien que no las encontraba por ninguno de sus escondites secretos, por lo que me pregunté si tendríamos otro silencio más en esta narrativa. Afortunadamente, dos días antes de realizar el montaje, las encontró y pudieron formar parte física del proyecto. El tercer elemento fue un kit de costura que mi abuelita utilizaba cuando venía a la casa, es decir, sus herramientas de trabajo, como también lo detallará Brenda más adelante.
Núcleo 3: 1949-72: Sin-consensos, recuerdos y mutismos
El tercer núcleo surgió en el momento en el que le platiqué a mi papá la razón por la cual había elegido hacerle 72 preguntas, que explico anteriormente. Se rió y me contó que justamente él tenía un proyecto titulado 1949, que corresponde al año de su nacimiento, y que está conformado por 1949 obras en óleo de pequeño formato (28 x 18), con papel hecho a mano sobre su historia de vida. Su descripción en 2021 desde su recuerdo fue:
Cuando vivíamos en Sombrerete, creo que en el 84, antes del temblor estaba pensando hacer un proyecto llamado 1949. La idea era recuperar mi infancia. Iban a ser 1949 oleos divididos en tres etapas: primero iba a platicar de lleno con mi mamá respecto a lo que sintió de tenerme, su embarazo, cuando nací hasta que tenía la edad de Elián cuando ya podía recordar. Cuando le pregunté a mi amá si quería participar, no le gustó pues se le hacía muy loca la idea. La otra etapa era acercarme a mi tía, y preguntarle qué pensaba de mí y me dijo “¿para qué quieres saber esa información?” y ahí quedó. Empecé a trabajar las hojas, las mandé a hacer, están empezadas, están los paquetes. Fue muy loco porque en alguna ocasión invité a Manuel Felguérez para mostrarle los esquineros y muy amablemente vino y le gusto la idea de recuperar esos recuerdos. El tercero era mi etapa que vivía en ese momento, quería hablar a través de la pintura, con textos, suajes. El proyecto quedó como sueño guajiro, pero me gustó porque lo tenía bien dividido y cómo iba a trabajar de 1949 a 1984 o 1985.
Posteriormente, Víctor hurgó en su archivo en el cajón de proyectos guajiros[5] y localizó los documentos del proyecto. Dos cosas me llamaron la atención en términos del eje conceptual: en primera, la diferencia que existe entre la descripción original del proyecto y el recuerdo que me narró 30 años después puesto que vislumbran las modificaciones y los silencios que el tiempo hace en nuestras memorias. Por ejemplo, que el año en el que lo hizo fue en 1992 y no 1984, o que en un inicio había considerado una cuarta etapa, que era la de su gestación o que este proyecto fue detonado por situaciones personales y profesionales como la muerte de un amigo muy cercano y el proyecto Mímesis, que le permitieron desplazarse a otros espacios para considerar trabajar sobre sí mismo. Como paréntesis, Tona hablará sobre este proyecto más a profundidad. En este sentido, me parece interesante que hoy en día resurja este proyecto en el marco de estas curadurías.
En segunda, que los silencios familiares del proyecto, materializados en los cuestionamientos de mi abuelita Nini y de la tía de mi papá y su consecuente rechazo, influyeron en la dificultad de llevarlo a cabo, por lo que me pregunto por qué ellas no habrán querido hablar de su pasado y qué querían mantener en silencio. Me supongo que nunca lo sabremos. También agregar que esta pieza está sumamente entretejida con la plática de Maribel puesto que muestra obra gráfica realizada por Víctor en la década de los 90 de la que ya habló antier.
Núcleo 4: Cotidianidades e infancias
Durante nuestra plática, mi papá me contó sobre su infancia, su día a día, su casa, los olores, sabores y sonidos que recordaba. Me contó lo que comían, los lugares donde iban a pasear, las diversas escuelas a las que asistió, las travesuras que hacía e, incluso, la vez que se le perdió a su mamá y hermano estando a media feria. En este sentido, incorporo a la curaduría tres de esas imágenes que me mostró y agrego dos que yo les tomé, varías décadas después, en Ciudad Constitución, Baja California Sur cuando todas las familias Lerma nos juntamos para pasar navidad y que resultó ser el último viaje colectivo antes de que falleciera mi abuelita Nini en el 2018. Con base en esto, mi papá realizó una nueva pieza, titulada Fotos Cotidianas, incorporando estas fotografías.
Problematizando más los silencios y las ausencias en nuestras historias personales, retomé una temática que abordamos en las pláticas con respecto a una inundación que pasó en Tijuana en la década de los 90 y que arrasó con varias colonias y casas, incluyendo la de mi abuelita. Afortunadamente, Nini estaba en la CDMX y no le pasó nada a ella. Sin embargo, la mayoría de sus pertenencias, muebles y paredes se perdieron, excepto por una caja que estratégicamente había colocado en la parte superior de unas repisas que contenía fotos –incluyendo las que les acabo de mostrar– y papeles importantes –como la escritura de su casa. Eventualmente, mi abuelita vendió el terreno por lo que integro en la curaduría el contrato de compra venta que guardaba mi papá entre sus papeles personales. Cabe destacar que la única pared que soportó el desastre, y sobre la que estaba la repisa, la había reforzado Manuel pues daba a su taller de tapicería.
Una de las preguntas que le hice a mi papá, a propósito de la inundación, fue qué objeto le hubiera gustado recuperar, a lo que contestó que la mandolina. Con base en su respuesta, le pedí que produjera una pieza sobre una mandolina que tituló “De los objetos deseados”. En una reunión que tuvimos posteriormente con mi tío Armando, también le hice la pregunta y su respuesta fue otra, pero esa información se quedará resguardada.
Núcleo 5: Entre cartas y silencios
El quinto núcleo, inició como un juego de mi parte de intervención con la curaduría y en relación con los silencios. Decidí escribirle una carta a mi papá respecto con mi sentir sobre este proyecto y, al dársela, le dije que no la podía abrir hasta que él decidiera compartir nuestras grabaciones. De esta manera, yo estaba generando otro silencio a partir de su silencio el cual, hasta el momento, me parece que no ha sido abierto.
Un tiempo después, mi papá me llamó por teléfono, muy emocionado, para decirme que había encontrado, entre sus múltiples papeles, las cartas que le escribió a su madre y padre cuando se fueron a Europa a principios de los 80. Si siguen el Facebook de mi mamá, probablemente vieron la entrada que subió el 21 de agosto mostrándolas y de pasó promocionando este proyecto. Cabe destacar que estas cartas existen hoy en día ya que estaban dentro de la caja, sobre la repisa, en la pared que reforzó Manuel el día que se inundó su casa. En fin, me dijo que él haría una pieza nueva, titulada “carta a mi amá”, donde las trabajaría gráficamente desde los silencios y las censura e incorporaría una que yo le había escrito a mi abuelita cuando en mis años de puberta viajamos a Europa.
El día que nos juntamos para montar mi curaduría, decidí incorporar estas cartas en una suerte de instalación de archivo y quiero destacar una frase escrita que me llenó el corazón de amor. El 20 de mayo de 1985, a dos meses de haber nacido, mi papá le escribió esta posdata a su madre.
Núcleo 6 “identidades entretejidas
Finalmente, el silencio, mejor dicho, los silencios son constitutivos de nuestras identidades, así como de nuestras historias familiares. Ya sean silencios voluntarios, involuntarios, traumáticos o irrelevantes, frágiles o resistentes, chistosos o tenebrosos, individuales o colectivos, debemos saberlos parte de nosotras y hacer de ellos nuestros aliados en vez de nuestros enemigos. En este sentido, este concepto entendido como verbo, sustantivo y adjetivo, es el principal elemento del andamiaje de este proyecto puesto que estuvo desde su concepción, su desarrollo, su conceptualización y su conclusión y dos piezas que realizó al respecto son las que a continuación les muestro y que hablan de la censura y la muerte, otros dos silencios tajantes en nuestras historias de vida.
A manera de conclusión
Esta curaduría, co-creada tanto por mi papá como por mí, tiene elementos particulares que difieren de las otras. Por una parte, el hecho de que no se trate del análisis de obras, procesos o materiales artísticos previamente desarrollados, sino de sus recuerdos y de su pasado, generó que se produjeran mayor cantidad de piezas nuevas y que no haya tanta presencia de material documental de archivo. En este sentido, empleamos la memoria oral y el diálogo –ambos censurados aquí– como dos de las principales técnicas investigativas siendo éstas, como lo hace Mónica en la suya, es de las más utilizadas en el quehacer artístico de Lerma. Por otra parte, la mayoría de estas piezas fueron creadas en colaboración entre él y yo mientras que las otras, fueron pensadas exclusivamente por mi papá. Otra diferencia fue el juego que le dimos al espacio del Kit de esquina, pues no se si se dieron cuenta, pero escondimos algunas piezas en la parte posterior del mueble. Ahora bien, esta discusión la podremos tener más adelante.
De acuerdo con la historiadora francesa Arlette Farge, los silencios, las censuras y los olvidos forman parte íntegra de los archivos y pensarlos permite visibilizar, así como problematizar las relaciones de poder que existen, no solo en la parcialidad de los materiales disponibles sino que también en el análisis de las personas involucradas en su producción. Estos marcan identidades, narrativas y discursos de contextos particulares, por lo que, de acuerdo con la situación, hay que llevar a cabo diferentes mecanismos para romperlos, encontrarlos, identificarlos, fortalecerlos o, en ocasiones, generarlos. Sin embargo, creo que es importante saber que, desde su ausencia, siempre nos acompañan y que nos atraviesan en nuestro día a día.
Les quiero contar que el otro día, mientras escribía este texto, me llamó mi papá para decirme que le había contado a su hermano Armando sobre el proyecto y que acababa de tener una maravillosa plática con él de más de dos horas sobre sus recuerdos de infancia. Me comentó, entusiasmado, sobre las diferencias y similitudes en sus relatos y que quería que hiciéramos una plática entre todxs, hecho que sucedió, que enormemente le agradezco a mi tío y a Delfina por su tiempo y por compartirnos fotografías y les comento que esta plática también quedará guardado en el baúl de los silencios. Ese día que me llamó, concluyó diciéndome, con voz cortada, que Armando le había comentado que su “apá” sí había conocido a dos de sus hijos por lo que mi papá le preguntó cómo había sido como abuelo y respondió que “fue un abuelo muy amoroso y juguetón”. Así, retomando mi inquietud inicial de esta curaduría, respecto a la posibilidad de crear un vínculo afectivo con Manuel a partir de los recuerdos de mi padre, admito que he podido construir una idea, o una posmemoria, como dirían autoras como Laura Athie, más compleja sobre quién fue él, qué hacía, qué (no) le gustaba, cómo fue como padre y como abuelo. Si bien en este momento considero que es muy temprano para saber si el vínculo se forjó o se fortaleció y de qué forma, les puedo compartir que el otro día, cuando me referí a él, lo nombré “abuelo” y no “Manuel, padre de mi padre”.
Para terminar, otro vínculo que se movilizó en este proceso fue el que tengo/tuve con mi abuelita. A pesar de que sí la conocí por muchos años y tuvimos una relación bastante cercana, escuchar los recuerdos de mi padre sobre ella me permitió ver diversos lados de Nini como trabajadora, madre, cocinera, cuidadora, coleccionista, archivista, religiosa, esposa, hija o migrante y me encantó pensarla, recordarla y sentirla cerquita. Sin embargo, un vínculo que no preví que se fortalecería era el existente entre mi papá y yo, puesto que esos diálogos, esos momentos creativos y esas horas en Zoom o creando la curaduría me permitieron conocerlo más, escuchar cómo entretejía sus narrativas, sobre sí mismo y con sus piezas, esto como guiño a la siguiente plática, y crear una alianza muy íntima y cercana en el marco de una pandemia que nos ha obligado, entre otras cosas, a alejarnos físicamente. En este sentido, considero que, a pesar de que los silencios impregnaron esta curaduría, fueron nuestras voces las que fortalecieron este vínculo entre padre e hija.
[1] 5 y 12 de febrero de 2021
[2] 19 y 26 de febrero de 2021
[3] 11 y 19 de marzo de 2021
[4] 26 de marzo y 4 de abril de 2021
[5] Los proyectos guajiros son aquellos que no se lograron completar por alguna razón. En el archivo de Pinto mi Raya hay toda una sección de estos.
Esta curaduría del proyecto Kit de Esquina se presentó en la página de FB de Pinto mi Raya el 8 de septiembre de 2021 y en ella Tonantzin Arreola recorre algunos de los proyectos de de Pinto mi Raya desde la forma en la que fueron organizados.
Pueden consultar el video en la página de Pinto mi Raya en FB aquí o en el canal de You Tube aquí.
Y a continuación les dejamos el texto de la presentación de Tona Arreola.
Pinto mi Raya
Por Tonantzin Arreola Romero
Derivado de la pandemia global, el proyecto de El kit de Esquina ha tenido que mutar, lo que ha resultado particularmente complicada debido a que las actividades proyectadas para el 2020 y 2021 eran participativas, como visibilizar el contenido del Archivo de PMR a partir de la relación con otros espacios.
Para salvar tal situación, algunos cómplices del Archivo Pinto mi Raya (Mónica Mayer, Maribel Escobar, Brenda Hernández, Yuruen Lerma y yo) hicimos curadurías a partir de temas, proyectos, objetos y documentos del Archivo y realizamos entrevistas a Lerma para profundizar sobre los mismos. (Enlaces a las otras curadurías). Mi curaduría es sobre los procesos de autogestión de Pinto mi Raya. Decidí problematizar su obra con ese concepto porque me encuentro realizando mi trabajo recepcional de la carrera de Arte y Patrimonio Cultural de la UACM, pero además porque soy artista independiente y también realizo con mis propios recursos los procesos para llevar a cabo mi obra. Me preocupa porque en mi experiencia académica poco se comenta sobre lo común de esta práctica, su diversidad y las necesidades que llevan a diferentes actores a participar de la gestión, organización y diseño de proyectos. De modo que mi curaduría busca abrir el debate.
Antes de pinto mi Raya
Mónica Mayer y Víctor Lerma se conocieron en la Academia de San Carlos en la primera mitad de los setenta. Entre sus profesores estaba el artista Sebastián, con quien se acercaron por primera vez a prácticas que hoy entendemos como gestión (Mayer, 2021). El propio Lerma comenta que fue un ejercicio importante y es de la opinión de que debería integrarse en el plan de estudio de artes[1]. En este ejercicio, que tuvo como resultado Salón 77, en el que a los estudiantes se les impulsó a hacer difusión, comunicación de medios y hasta un catálogo, prácticas y reflexiones que hasta hoy Pinto mi Raya llevan a cabo en sus proyectos.
Fragmento de publicación sobre Salón 77
Aprovechar el intersticio
A finales de los setentas, la pareja viaja a Los Ángeles impulsados por el interés de Mayer de estudiar en el Woman’s Building, donde permanecen poco más de dos años. Habiendo regresado de Los Ángeles, recién casados y con la posibilidad de visitar a familiares en el extranjero, Mayer y Lerma organizan una serie de conferencias en Europa con temas como Poesía visual, Fotografía, La generación de los grupos y Arte de mujeres, entre otros. Es importante que se posicionan como agentes con saberes y capacidades al momento de plantear sus proyectos, con lo que se atreven a solicitar espacios. Aunado a eso, participaban de la red de arte correo y el padre de Mónica tenía contacto con el subsecretario de relaciones exteriores, cartas que jugaron a su favor para compensar la precariedad económica con la que había regresado de Los Ángeles y que utilizaron para contactar a las instituciones artísticas en las que dieron sus conferencias. Se presentaron en diferentes universidades y espacios artísticos, como la Sorbona de París, pero lamentablemente la gira terminó antes de lo previsto por el fallecimiento del padre de Lerma.
Primeros proyectos
Galería de autor
Si bien Pinto mi Raya comienza en 1989, desde antes caldeaban el tema de abrir un espacio para exponer con amigos y colegas. Finalmente, en 1989, la pareja decide inaugurar su galería de autor. El nombre de Pinto mi Raya fue una sugerencia de la pintora Elena Villaseñor y al comienzo fue leído como algo agresivo o gracioso, incluso algunos se referían a ellos como “Pinta tu Raya”. El lugar estaba a abierto para que otros artistas colaborasen, para lo cual la pareja ponía a disposición el espacio y algunas herramientas como un guion de los pasos a seguir para organizar, difundir y visibilizar el espacio y la muestra, siempre con el entendido de que Pinto mi Raya no fungirían de galeristas de terceros.
El espacio se encontraba en la colonia Hipódromo-Condesa, que en aquel entonces era una zona de vivienda para artistas e intelectuales. Había otros espacios artísticos y culturales como El Foco (espacio de alumnos de La Esmeralda), Unicornio blanco (donde se impartían clases de arte), Los Caprichos (mueblería/galería) y la escuela Decroly (donde era profesor Alain Kerriour, quien impartía clases de performance a niños). En 1991 comienzan a colaborar para compartir público y generan un circuito cultural, gestionan el transporte entre los espacios con un microbús y el coctel con una taquería, el cual consistía en agua fresca o sangrías. Mayer comenta que las temáticas de las exposiciones respondían a los feriados populares, pero además subraya que eran una burla abierta a la naciente figura del curador.
Invitación Neocursis: artistas que realmente saben amar.
También en esos primeros años, comienza uno de los proyectos más representativos de la pareja, Raya: crítica, crónica y debate en las artes visuales (1991-2016). Definido por ellos como arte conceptual aplicado, con el que buscaban lubricar el sistema de las artes en México porque, en palabras de Lerma, había artistas haciendo obra contemporánea pero no había aún un “sistema de las artes para los medios alternativos”. En algunos momentos con ayuda de algunos cómplices, pero principalmente solo entre Lerma y Mayer, Raya compilaba la noticia sobre artes visuales de una docena de diarios de circulación nacional en engargolados quincenales que estaban a la venta bajo pedido. Se realizaron diversas presentaciones y actividades en aniversarios, pero el proyecto nunca fue económicamente rentable, ya que implicaba la compra de los periódicos, tiempo para revisar y seleccionar las noticias, formatear a tamaño carta, realizar el master para sacar las fotocopias y finalmente hacer las fotocopias y los engargolados. Raya es uno de los proyectos más constantes dentro de Pinto mi Raya, pero ya volveré sobre él más adelante.
El desarrollo de Pinto mi Raya
Gráfica digital
Mayer y Lerma han tenido interés por los denominados “medios alternativos”, explorando los no objetualismos, el performance y el arte conceptual. En la primera mitad de los noventa la innovación tecnológica exploraba la reproducción mecánica a color (Mayer, 2021) y CANON presentaba una copiadora de gran formato que imprimía por cuatricromía. Lerma se interesó por poder trabajar con tales equipos, lo cual llevó a buscar el apoyo de la empresa japonesa. Por sugerencia del padre de Mayer, buscaron a alguien que supiera japonés para poder escribir una solicitud al director de CANON en México, éste a su vez les sugirió no hacer la solicitud por escrito y, gracias a una serie de contactos, concretó una reunión personal con el director de la empresa. Con algunos tips de etiqueta empresarial, se presentó el proyecto Mímesis (1991) ante el director, quien aceptó gustoso la colaboración, facilitando materiales, préstamo de equipo, espacio de trabajo y personal de apoyo para su realización. Mayer y Lerma, en conjunto con Fernando Gallo y María Marbán, presentaron públicamente el proyecto, invitaron a artistas de diferentes generaciones, organizaron los tiempos de producción de los 25 participantes y posteriormente donaron la carpeta gráfica a diferentes instituciones, además de realizar obra para la carpeta.
El segundo proyecto de gráfica digital fue Aquerotipo (1993), que fue coordinado por Víctor Lerma y Humberto Rodríguez Jardón. También contó con el apoyo de CANON y se le sumaron la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP) y el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA). Participaron 6 artistas realizando obra multipágina y una instalación en la Academia de San Carlos de la ENAP. Al igual que la carpeta de Mímesis, la de Aquerotipo fue donada a diversas instituciones.
Luego fue EMPA (Electrografía monumental sobre papel de algodón-1995), en esta ocasión solo participaron Lerma, Mayer y Rodríguez Jardón, quienes en su exploración visual se interesaron en las posibilidades de la obra de gran formato, y dieron con Nash Editions, un taller especializado en la impresión de obra artístico sobre papeles de algodón. Contaron con la beca de Fomento y Coinversiones del FONCA, con la cual se fueron a California a producir la obra.
El último proyecto de gráfica digital fue Gráfica periférica, una serie de exposiciones en el Museo Carrillo Gil en el que cada mes por 17 meses un artista o grupo expuso obra de gráfica digital en un par de vitrinas junto a la video sala del museo. El espacio se consiguió porque ya se tenía relación con la directora del museo. Nació de la preocupación sobre la falta de documentación sobre la gráfica digital en México, falta que se explica porque esta técnica no era tomada en serio. Además de la muestra, hubo charlas y documentación en video, la cual está resguardada en el archivo de Pinto mi Raya.
RIP: Rebeldía ante la impotencia plástica (1996)
Otra estrategia de la que se apropiaron fue de la premiación. Antes, en El Universal, Mayer publicó los Premios Polvo de Gallina Negra y los premios Pinto mi Raya, ambas acciones plásticas cuestionan el papel que los certámenes y premiaciones tienen en el discurso del campo. El Último Encuentro Nacional RIP fue una acción/premiación organizada en conjunto con La araña de peluche (Maris Bustamante), COTAVLE (Hilda Campillo y Carlos Blas Galindo), Pelos de cola (Esteban Eroski y David Coronilla) y Polvo de gallina negra (Bustamante y Mayer) y consistió en una convocatoria con cuatro categorías:
a) Performance de semáforo
b) Diseño de marchas, manifestaciones y plantones
c) Diseño de timbres postales eróticos
d) Textos sobre performance y arte conceptual
La premiación se llevó a cabo en la sala Manuel M. Ponce del palacio de Bellas Artes el 6 de diciembre de 1996. El espacio lo consiguió Víctor Lerma, quien conocía a Agustín Arteaga, subdirector del espacio, quien a su vez ya conocía el trabajo de Pinto mi Raya y los otros organizadores. La utilización de este espacio, que ocupa una posición predominante en el campo, regula y legitima a los agentes que ahí se presentan.
Clasificado por sus autores también como una pieza de arte conceptual aplicado, se suma a la preocupación de cuestionar las reglas del campo al no ver espacios de representación para la obra no-objetual. El Último Encuentro Nacional RIP se denominó como último en una abierta crítica a otras convocatorias que buscan tener continuidad, pero no lo hacen, además que nuevamente reluce el interés de los autores por hacer títulos llamativos, provocadores y sugerentes.
Las de 1999
El humor siempre ha sido una estrategia de Pinto mi Raya, es para ellos una herramienta para hablar de temas complicados, para acercar su obra al público, para desmitificar y criticar valores y creencias. En 1999, en plena histeria por el fin del milenio, mucho se hablaba del fin del mundo, del cambio de era, del fin de un momento, y, en esa sazón, Pinto mi Raya anuncia que trabajarán mucho ese año para luego tomarse el siguiente milenio de sabático, realizando una obra cada dos meses: tres exposiciones, dos performances y una obra por fax, en los meses de enero, marzo, mayo, julio, septiembre y noviembre.
En términos de organización, esto implicó la solicitud y coordinación con cuatro espacios (para las tres exposiciones y para una de las acciones) y el acondicionamiento de un espacio personal, generar los materiales para prensa, estrategias para invitar a los participantes y el público, publicando convocatorias en periódicos o realizando llamadas telefónicas. Obviando el tiempo de la producción misma de las piezas, sobre todo para las exposiciones. Considero que es una serie en la que se puede problematizar tanto su acción como “arte conceptual aplicado” y su comprensión del campo del arte.
Raya
Mayer y Lerma tienen presente la dimensión política de resguardar la memoria y su papel en la construcción de las narrativas, pero tener un archivo implica una serie de tareas que muchas veces son pensadas ajenas al trabajo artístico. Es importante no olvidar que Pinto mi raya es un proyecto de arte. En pleno 2021 la obra que revisa los archivos, que se los apropia, activa o interviene ya tiene un lugar dentro de los circuitos del arte (Barriendos & Carrillo Herrerías, 2017), pero para inicios de los noventa la obra de Pinto mi Raya era difícilmente considerada como obra de arte. Parte fundamental del trabajo que ellos han realizado durante las últimas décadas responde al posicionamiento que tiene sobre su propia producción artística.
Uno de los proyectos más ambiciosos ha sido Raya: Crítica, crónica y debate en las artes visuales. Por 25 años compilaron la noticia sobre artes visuales, con la intención de concentrar y facilitar el acceso a lo escrito sobre el tema en diferentes medios nacionales. A lo largo de esos 25 años, los propios Lerma y Mayer se preocuparon de activar el archivo que tal proyecto iba generando. Algunos de estos proyectos fueron los compilados temáticos, los proyectos de Ediciones al vapor (2002), Archivo Activo (2011) y la digitalización de Pinto mi Raya. En todos estos, además de ser el comité curatorial en la selección quincenal, seleccionaron y editaron los materiales para los compendios temáticos, gestionaron los recursos para la realización de archivo activo y coordinaron la digitalización y diseño de la USB que compila la totalidad de Raya. A lo largo de este proyecto otros artistas y amistades han colaborado en algunos procesos del proyecto, pero la mayor parte del trabajo ha sido realizado por la pareja.
Actualmente han dejado de compilar la noticia (al menos eso ha dicho Lerma) y su producción está enfocada en revisitar de diferentes maneras lo que a la fecha han juntado. Los proyectos De Archivos y Redes (Mayer) y Kit de esquina (Lerma) tienen ese objetivo. Resulta interesante que la revisión de su propio archivo venga acompañada de visitar otros archivos.
Conclusiones
La pieza es el conjunto de ideas que se suman para crear la obra.
Lerma, V
Pinto mi Raya, por su propia naturaleza, implica más actividades que las que podrían enumerarse en las prácticas artísticas, sobre todo tradicionales. En las entrevistas que realizamos a Lerma, él comenta que el trabajo para gestar una obra de arte conceptual iimplica.
1. La gestión como concepto y profesión es algo de la segunda mitad del siglo pasado[2], pero contempla actividades que ya se hacían desde otras profesiones desde antes. Algunas críticas al concepto señalan que es una teoría importada desde España y que nace bajo estructuras capitalistas, requiriendo términos nuevos como “gestión comunitaria” para describir prácticas culturales que, nuevamente, vienen sucediendo en Latinoamérica desde tiempo atrás. De manera similar sucede con el caso de Pinto mi Raya. Mayer y Lerma se posicionan desde lo valioso que es su obra y desde ahí se atreven a organizar, a pedir espacios para exponer y presentar sus obras. También de la preocupación de generar espacios para la obra que para ellos era relevante ante la percepción de no tenerlos en el sistema del arte. Abrir un espacio y compilar la crítica son, pues, acciones artísticas que apuntalan en la construcción de ese campo, involucrando además a los otros agentes, como los galeristas y los periodistas culturales.
Otro problema es que la profesionalización se ve atravesada por el capitalismo, resultando en que ésta adopte términos y estrategias de otras profesiones más afines al capital, como consecuencia los agentes del arte y la cultura comienzan a preocuparse por lo “rentable”, antes que en la congruencia de un proyecto, a veces olvidando los motivos que les llevan a elaborar un proyecto ccultural.
2. Tener apoyos públicos y privados, en formato de las becas del FONCA, apoyo de relaciones exteriores o del Patronato de Arte Contemporáneo, requiere trabajo y tiempo. Hay varios fenómenos que los financiamientos de este tipo han provocado. Escribir una carta y describir de manera clara el proyecto a los posibles benefactores, implica un constante trabajo de organización. Hay quienes encabezando un jurado solicitan a los artistas saber redactar objetivos e intenciones para recibir un apoyo, pero a la vez hay un hueco en la educación artística institucional, donde sigue sin figurar la importancia de poseer estas herramientas. ¿Qué se hace en la educación artística que se exige al creador tener habilidades que nadie le facilita? Mayer y Lerma lo han aprendido en el camino porque los propios financiamientos privados y estatales en México eran cosa nueva en los noventa, ya no digamos en los setentas.
Pinto mi Raya ha sabido sacar ventaja de sus capitales (relación con personajes en puestos de poder, apoyo de familiares y amistades con recursos económicos). También conocen la relevancia de generar redes de apoyo con sus colegas, tanto artistas como otros agentes del campo. El posicionamiento de Lerma y Mayer desde el que defienden su obra se elabora apropiándose de las estrategias del sistema de las artes, en parte aprendidas afortunadamente en su formación académica. La obra de Pinto mi Raya elabora sobre la pregunta de Bourdieu acerca de quién creó a los creadores, quienes son los que postulan, defienden y acceden a las posiciones del sistema de las artes.
3. El contexto es parte fundamental de las obras y una obra como Pinto mi Raya, preocupada del contexto, no podría más que participar del mismo. Los no-objetualismo, el arte conceptual y procesual se han ido consolidando desde mediados del siglo pasado y estuvieron presentes desde su formación en la ENAP, considero que luego se vieron reforzados por las pedagogías feminista del Women’s Building, donde Víctor reconoce haber visto la relevancia de generar un archivo propio para poder articular narrativas documentadas desde la disidencia. También jugaron su papel las teorías sobre la cultura, autores como García Canclini, Acha y Lukacs; así como la politización que México y el mundo vivían posterior al 68.
4. Hacer archivo no solo es la tarea de recopilar de manera crítica los documentos, también es importante generar estrategias para visibilizar los materiales que contiene ese archivo y pensar en formas en que éste pueda ser conocido y a la vez protegido, ahí radica la importancia del proyecto actual de Víctor, en el que estamos participando. Pero además de recopilar documentos, Pinto mi Raya se ha involucrado en la producción de materiales que den cuenta tanto de su archivo como de su producción artística. Generar materiales para prensa y hacer un catálogo es parte de la articulación de una exposición ya que comunicar a otros es importante. Es más, Joaquín Barriendo, en el simposio Archivos fuera de lugar dice que El catálogo…es lo que trasciende más, en cuanto a fijar información en el imaginario colectivo. (El documento en el espacio expositivo, 2017).
Barriendos, J. (2017). El documento en el espacio expositivo. En J. Barriendos, & S. Carrillos Herrería, Archivos fuera de lugar (págs. 115-153). México: Taller de ediciones económicas.
Barriendos, J., & Carrillo Herrerías, s. (2017). Archivos fuera de lugar. Circuitos expositivos digitales y comerciales del documento. México: Taller de ediciones económicas.
Bourdieu. (1990). Sociología y cultura. México: Grijalbo - CONACULTA.
Mayer, M. (8 de Abril de 2021). Ciclo: Transformación social. Imaginarios Contemporáneos. (F. Ramos, Entrevistador) México, México. Recuperado el 13 de Abril de 2021, de https://www.mixcloud.com/MuseoArteModerno/?fbclid=IwAR1042_EMA48MsssJ5rLRlZBEUYrc10MNv8dsxpRyUn4DgJdtAO7IV9ejK4
Notas
[1] Hoy el plan de estudio ha tenido cambios y ya se incluyen algunas clases de Museografía y Gestión, pero ambas son optativas de un año, no prácticas plenamente integradas en la formación artística.
La curaduría de Yuruen Lerma, junto con la de Brenda Hernández, se presentó el 3 de septiembre de 2021 a través de la página de FB de Pinto mi Raya.
Este proyecto consistió en una profunda investigación sobre la vida personal de Víctor, quien realizó entrevistas con él de más de 13 horas sobre su infancia, sus padres, su vida familiar y la vida en la frontera.
Esta curaduría, además de los documentos y obras de Lerma que se presentan, incluye un par de colaboraciones entre Lerma Uzeta y Lerma Mayer.
El video de esta curaduría lo pueden ver aquí.
Las siguientes son las estadísticas del evento al 7 de octubre de 2021.
Alrededor del mundo, la pandemia causada por el virus SarsCov-2 en 2020 nos obligó a modificar, repensar y reestructurar nuestra vida cotidiana, relaciones, trabajos y dinámicas sociales, entre muchos otros aspectos y el proyecto “Interposiciones visuales y desdoblamientos del archivo Pinto mi Raya” de Víctor Lerma en el marco del Sistema Nacional de Creadores de Arte, no fue la excepción. Si bien la propuesta original no se modificó, cuyo objetivo era “articular una propuesta gráfica, espacial y conceptual para crear dos objetos/esculturas/archivos, es decir, los kit de esquina tanto fijo como móvil, que funcionen como dispositivos de recopilación, performance, exposición y activación del archivo y la memoria”, como lo hablará Brenda más adelante, sí tuvo que mutar ante las nuevas restricciones de movilidad y de cercanía implementadas, en especial en lo referente a los espacios de difusión y producción, ya que, como bien sabrán, hasta hace unos meses, antes de la vacunación masiva, regresar a lo presencial no se veía cerca ni de chiste. Por ende, Mónica Mayer, Tonantlzin Arreola, Maribel Escobar, Brenda Hernández y yo decidimos apropiarnos del espacio museográfico del Kit de Esquina y desarrollar cinco curadurías a partir de las cuales investigaríamos, desde nuestros propios intereses, diferentes aspectos de la vida artística y personal de Víctor Lerma, empleando tres pilares de investigación: el archivo de Pinto mi Raya, Víctor Lerma como artista y como persona y el proyecto curatorial del Kit de Esquina, mientras que, paralelamente, él produciría nuevas piezas que dialogarían con cada una de nuestras propuestas. Así, el foco principal de investigación, que inicialmente era el del archivo Pinto mi Raya, se desplazó al de Víctor Lerma, como persona y como artista, convirtiéndose él en el archivo con el cual trabajaríamos.
Todas nosotras tenemos una relación diferente pero cercana con Víctor así como con Pinto mi Raya, ya sea como co-fundadora, esposa, hija, amiga, investigadora, artista, nuera, colaboradora, etc., por lo que cada una, desde nuestra historia personal y profesional, fuimos proponiendo temáticas que nos llamaban la atención profundizar. Así, las propuestas que desarrollamos fueron entretejiendo nuestros intereses con los de Víctor: lo íntimo y lo laboral, lo artístico y la gestión, lo propio y lo colectivo, lo dicho y lo no dicho, lo pasado y lo presente, lo familiar y los afectos, incluso, lo visual o lo táctil, entre otros, como veremos más adelante y en las otras curadurías.
En la primera junta por Zoom que realizamos el enero de 2021, decidimos la temática de las curadurías: Mónica, con quien Víctor ha compartido su vida desde los 70, decidió enfocarse en su trabajo fotográfico como estudiante y profesional durante dicha década y la subsecuente. Maribel, por su parte, quiso investigar sus obras gráficas desarrolladas desde los 70 en adelante mientras que Tona tuvo interés particular sobre procesos de gestión de proyectos artísticos desarrollados por Lerma y Mayer a finales del siglo pasado y principios del actual. Brenda, siendo la que diseñó y produjo el Kit de esquina, eligió investigar el proceso artístico de esta última etapa, específicamente en lo referente al saber-hacer manual de la obra de VL. Cuando llegó mi turno de elegir, no estaba muy segura de qué línea investigativa seguir hasta que comencé a reflexionar en torno a mis intereses que en estos últimos años he desarrollado sobre los archivos familiares y la recuperación de las historias de vida de mis ancestras y ancestros. Lo anterior me permitió darme cuenta de que en mi historia personal existía un enorme vacío sobre un familiar: Manuel Lerma, mi abuelo paterno. Tanto él como Lilia Lucido, mi abuela materna, fallecieron antes de que yo naciera, sin embargo, de mi abuela sí conocía mucho gracias a que mi madre siempre me habló de ella. Situación que no ocurrió con mi abuelo paterno Manuel, del que poco se habló durante mi infancia ya sea porque mi padre rara vez lo mencionó o, también, porque yo nunca le pregunté nada y así como en la foto, siempre ha sido un personaje oculto. Incluso, al pensarles, advertí que era diferenciada la forma en la que les nombraba: ella era “mi Omama”, que significa abuela en alemán, mientras que él era “Manuel, papá de mi papá”. Por estas razones, decidí que los objetivos de mi investigación, a través de materiales de archivo, memorias y artísticos sobre la primera etapa de vida de mi papá, serían:
Una vez establecidos los ejes temáticos de las cinco curadurías, platicamos sobre la metodología que implementaríamos y cómo llevaríamos a cabo las investigaciones. Decidimos que, si bien cada una estaría a cargo de la suya, todas participaríamos en ellas de diferentes maneras. Sería un trabajo colaborativo, metodología ampliamente desarrollada por PMR. En este sentido, cada una diseñaría una serie de preguntas abiertas y detonadoras sobre nuestros temas, con el fin de dialogar con Víctor, pero las compartiríamos con el grupo antes de la sesión para trabajarlas y para darle tiempo a él de buscar, en su archivo, materiales relacionados con las temáticas como son obras, documentos, recuerdos, objetos, etc. Las entrevistas las realizaríamos por Zoom y las grabaríamos para tener registro de ellas posteriormente, práctica que no hubiera sido posible sin el apoyo de Adán Lerma y Orly Cortés.
Las primeras sesiones las lideró Mónica,[1] luego Maribel,[2] después Tona,[3] posteriormente Brenda,[4] cada una tomando un par de días para su investigación. Las entrevistas duraron aproximadamente dos horas por lo que al final sumamos más de 16 horas de grabación. Los diálogos colectivos que se construían nos daban pistas a cada una para nuestras curadurías y, poco a poco, comenzábamos a vislumbrar procesos, intereses, puntos de (des)encuentro que se entretejían, a pesar de enfocarnos en diferentes décadas de vida y prácticas de producción artística. Por ejemplo, comencé a ver cómo ciertas formas de trabajo atravesaban las narrativas artísticas y personales de Víctor, independientemente del momento, como por ejemplo, la continua presencia de prácticas de interacción, ciudad, frontera, travesura, juego y lo colectivo en su trabajo. En este sentido, me pareció importante pensarlos como ejes principales de sus procesos de vida y artísticos lo cual me permitiría construir la narrativa a partir del diálogo que se da entre ellos ya que, de alguna forma, a mi me tocaría analizar la génesis, cimientos o las bases de todos ellos.
Tomando esto en cuenta, cuando me senté a pensar mi guía de entrevista, me enfoqué en preguntar sobre cómo estos conceptos se relacionaban con su infancia y adolescencia, única época en la que vivió con su padre y madre, al igual que en aquella información que a mí, como nieta y familiar directa, me interesaba conocer. Así, me acordé de lo que más me gustaba de mis abuelxs que sí conocí y a partir de ahí comencé a escribir las preguntas. Por ejemplo, recordé con mucho amor la voz de mi abuelita cuando me llamaba por teléfono cada cumpleaños y pregunté “¿cómo era la voz de Manuel?”. Recordé el porte y cuerpo de Leonardo, mi abuelo materno, cuando caminaba o cuando dejó de caminar por la vejez y pregunté sobre esto respecto a Manuel. Incluso pensé en Lilia, a quien no conocí, pero que sabía que era muy buena con lxs niñxs y disfrutaba jugar con ellxs por lo que pregunté si su padre había sigo juguetón con él y su hermano de pequeños. En el marco de vulnerabilidad de ser abuelx en esta pandemia, me pregunté “¿a qué le tenían miedo?” También recordé que Manuel había sido alcohólico, e, incluso, que su muerte estuvo relacionada con esto, por lo que pregunté sobre este significado para su vida. Cuando vagamente recordé que mi papá había tenido una hermana que falleció al nacer, indagué sobre este suceso y cuando reflexioné en torno a que nació y creció en Tijuana, lo primero que se me vino a la mente fue preguntar sobre la idea de la frontera. Y así sucesivamente.
Me dejé llevar por mis inquietudes, mis emociones, mis recuerdos y mi curiosidad escribiendo las preguntas sin un orden en particular. En un abrir y cerrar de ojos, tenía más de 50 de ellas y todavía sentía que tenía muchas más por hacer, por lo que decidí que debía establecer un límite pues no podía ser una entrevista sinfín. Pensando en qué número podría ser lo suficientemente significativo para el proyecto, elegí el 72 al ser la edad que mi papá tenía en ese momento. Paré cuando llegué a la meta.
Al terminar, volví a leer las preguntas y me saltaron dos temáticas que las englobaban: en primera, descripción de mis abuelos paternxs: Manuel y Nini y en segunda, la relación entre Víctor con su padre y madre. Al releerlas de esta manera, me di cuenta de lo íntimo y personal del cuestionario y pensé en que la metodología de esta curaduría tendría que ser diferente al resto. En primera, no compartiría las preguntas antes de la sesión porque no quería que mi papá las supiera y pudiera pensarlas. Quería que contestara en el momento y que sus recuerdos surgieran con base en el diálogo, es decir, que no tuviera tiempo para digerirlas previamente, situación que surgió en las otras entrevistas. Por esta razón, le escribí al equipo para informarles que les entregaría una copia de las preguntas una vez que termináramos las entrevistas. Ante esta limitante que le impuse, mi papá expresó cierta incomodidad y seguido me llamaba por teléfono o enviaba mensajes pidiéndomelas. Nunca se las dí. No obstante, con base en esta reacción, decidí que en las entrevistas sólo estaríamos él y yo con el fin de crear un espacio seguro y cómodo, considerando que posteriormente podría compartirles el registro audiovisual, cosa que no sucedió, como explico más adelante. Hoy me doy cuenta de que, poco a poco y sin saberlo, los silencios estaban tomando el control de esta curaduría.
En tercera, consideré que estaría bueno hacer las entrevistas con una copa de vino ya que, al cabo, nadie iba a manejar. Así, unos días antes a nuestra primera sesión, le mandé las siguientes indicaciones por Whatsapp:
Cuando finalmente llegó el día, me dijo que no había hecho ninguna de estas tareas e insistió en que le pasara las preguntas. La única tarea que no cumplió y que le perdoné fue la de la copa de vino pues era temprano y francamente tampoco se me antojaba tomar. En fin, yo no sabía qué esperar de la sesión, pero abrí la sala en Zoom, nos conectamos, comencé a grabar e iniciamos con nuestra primera plática virtual.
Mi papá se veía nervioso e inquieto, pero mencionó que estaba dispuesto a entrarle a este juego de preguntas y respuestas sobre su pasado y sobre su/nuestra familia. Le conté que me había dado cuenta de que tenía una relación con mi abuela Lilia, pero no con Manuel y que estas pláticas me interesaban como una manera para que yo pudiera construir una idea de quién fue mi abuelo así como su/nuestra familia y su/nuestro pasado. Poco sabía en ese momento de que el vínculo que también se afianzaría sería el nuestro, entre padre e hija, pero de eso hablaré más adelante.
Comencé preguntándole sobre la primera sección y dos horas y media después, habíamos abarcado solamente las primeras 15 preguntas. Me di cuenta de que contestar 72 implicaría realizar muchas más sesiones de las esperadas y supimos que esto iba para largo. Una vez que paré la grabación, le pregunté a mi papá cómo se había sentido y, en general, me dijo que muy bien, que se sentía cómodo hablando conmigo, que le había gustado hablar de su padre, de su madre, hermano y de su pasado pero que explícitamente me pedía no mostrarle estas grabaciones a nadie y que no sabía cuándo se sentiría dispuesto a compartirlas. Entonces, respetando esta petición, le informamos al equipo que la entrevista había estado muy buena pero que, por las temáticas abordadas, no se las enviaríamos por el momento. Otro silencio.
Esta limitante me puso en jaque, puesto que debía pensar en cómo realizar una propuesta con material que no podía ser utilizado. Tras tres sesiones y más de seis horas de grabación, mi frustración aumentaba ya que no lograba concretar una propuesta y si bien la información era riquísima, no podía hacer uso de ella. Sin embargo, decidí seguir confiando en el proceso de las entrevistas, de los diálogos, de las preguntas y del trabajo colaborativo y ver a dónde nos llevaban. En la cuarta sesión, mi papá dijo algo sobre los silencios familiares y eso me hizo pensar en cómo estos han sido el andamiaje del proyecto. Pensé en el silencio sobre Manuel que había detonado de la curaduría; en el silencio metodológico que había moldeado el inicio de ésta, por ejemplo, cuando no les involucré en el proceso de construcción de preguntas; o en el silencio del contenido de nuestras sesiones que nos había acompañado desde la primera reunión. Lo paré en seco y le comenté lo que estaba pensando. Le dije que deberíamos trabajar con el silencio como idea central con el fin de aliáramos con él en vez de negarlo. Lo convertiríamos en una idea creativa potenciadora en vez de en una barrera. Le platiqué lo que hasta el momento había visto en mi investigación doctoral sobre los silencios del archivo y cómo éstos, al igual que nuestras identidades, vínculos e historias, están constituidos por presencias, ausencias y silencios. Le gustó la idea y dejamos volar nuestra imaginación mientras hablábamos de su pasado y de su presente.
En total tuvimos 5 sesiones por Zoom con más de 12 horas de grabación. Mientras él hablaba, yo trascribía lo que él decía. Al final le pasé la copia de los videos así como de la transcripción, él comenzó a trabajar en sus obras y yo en la curaduría que varios meses después dio como resultado en el siguiente montaje el cual contiene 19 piezas, entre objetos de archivo y obras nuevas, las cuales están clasificadas en 6 núcleos conceptuales que son los siguientes:
Núcleo 1 Diálogo entre padre e hija
Me puse a pensar que si bien no mostraría las respuestas de mi papá, el cuestionario lo había hecho yo y, por ende, deseaba incorporarlo en mi curaduría, puesto que, por una parte, materializaba el silencio de sus respuestas y, por la otra, me preguntaba si quienes las leyeran sentirían curiosidad por nuestro diálogo o tal vez se las apropiarían para hacérselas con sus propias ancestras y ancestros. Mi primera idea era imprimirlas y agregarlas como documentos pero, al contarle la idea a mi papá, me propuso que las escribiéramos sobre una tela que pareciera piel, con la cual forraríamos el kit, idea que me encantó y que eventualmente evolucionó en la instalación performance titulada “Silencios”. Agradezco a Andrea Larios por ayudarnos a hacer realidad esta pieza.
Posteriormente, Brenda y yo continuamos pensando sobre la constricción en el uso del contenido de las entrevistas y consideramos que podríamos hacer una pieza sonora con fragmentos ininteligibles y descontextualizados de las grabaciones, jugando así entre la presencia y la ausencia, el sonido y el silencio. Dicha pieza se titula “O-YENDO AL AYER”.
Pensando en la idea de que la identidad se compone del entretejido de silencios, memorias, olvidos y discursos que van cambiando a lo largo de la vida y considerando la técnica del tejido de papeles que ha utilizado mi papá desde hace tiempo, como lo analiza Brenda, le pedí al vato loco que realizara piezas con pedazos de las frases que dijo sobre su infancia entretejidas y descontextualizadas. Éstas las nombró “T G DOR de olvidos archivados”. Es importante notar que en la curaduría de Mónica, en el núcleo sobre Álvarez Bravo, él también utilizó algunas frases de nuestras conversaciones.
Núcleo 2 Útiles revividos
Como les platiqué hace rato, al inicio de nuestras entrevistas le pedí a mi papá que buscara entre sus cosas o archivo personal objetos de Manuel y de Nini pero no lo hizo. Eventualmente sí fue recopilando diferentes objetos de su padre y madre y estos conforman el segundo núcleo de la curaduría. Lo primero que me mostró fueron las herramientas de trabajo de Manuel, que son las mismas que utiliza Brenda en la suya, como veremos más adelante, y sobre las cuales mi papá habló detalladamente en nuestras pláticas. Luego, por ahí de abril de este año, Víctor halló la colección de monedas que Manuel recolectaba cuando las encontraba entre los muebles que retapizaba. Clara y específicamente le pedí que las guardara muy bien pues las utilizaría y les cuento que hace un par de semanas me llamó para decirme que las había guardado tan pero tan bien que no las encontraba por ninguno de sus escondites secretos, por lo que me pregunté si tendríamos otro silencio más en esta narrativa. Afortunadamente, dos días antes de realizar el montaje, las encontró y pudieron formar parte física del proyecto. El tercer elemento fue un kit de costura que mi abuelita utilizaba cuando venía a la casa, es decir, sus herramientas de trabajo, como también lo detallará Brenda más adelante.
Núcleo 3: 1949-72: Sin-consensos, recuerdos y mutismos
El tercer núcleo surgió en el momento en el que le platiqué a mi papá la razón por la cual había elegido hacerle 72 preguntas, que explico anteriormente. Se rió y me contó que justamente él tenía un proyecto titulado 1949, que corresponde al año de su nacimiento, y que está conformado por 1949 obras en óleo de pequeño formato (28 x 18), con papel hecho a mano sobre su historia de vida. Su descripción en 2021 desde su recuerdo fue:
Cuando vivíamos en Sombrerete, creo que en el 84, antes del temblor estaba pensando hacer un proyecto llamado 1949. La idea era recuperar mi infancia. Iban a ser 1949 oleos divididos en tres etapas: primero iba a platicar de lleno con mi mamá respecto a lo que sintió de tenerme, su embarazo, cuando nací hasta que tenía la edad de Elián cuando ya podía recordar. Cuando le pregunté a mi amá si quería participar, no le gustó pues se le hacía muy loca la idea. La otra etapa era acercarme a mi tía, y preguntarle qué pensaba de mí y me dijo “¿para qué quieres saber esa información?” y ahí quedó. Empecé a trabajar las hojas, las mandé a hacer, están empezadas, están los paquetes. Fue muy loco porque en alguna ocasión invité a Manuel Felguérez para mostrarle los esquineros y muy amablemente vino y le gusto la idea de recuperar esos recuerdos. El tercero era mi etapa que vivía en ese momento, quería hablar a través de la pintura, con textos, suajes. El proyecto quedó como sueño guajiro, pero me gustó porque lo tenía bien dividido y cómo iba a trabajar de 1949 a 1984 o 1985.
Posteriormente, Víctor hurgó en su archivo en el cajón de proyectos guajiros[5] y localizó los documentos del proyect. Dos cosas me llamaron la atención en términos del eje conceptual: en primera, la diferencia que existe entre la descripción original del proyecto y el recuerdo que me narró 30 años después puesto que vislumbran las modificaciones y los silencios que el tiempo hace en nuestras memorias. Por ejemplo, que el año en el que lo hizo fue en 1992 y no 1984, o que en un inicio había considerado una cuarta etapa, que era la de su gestación o que este proyecto fue detonado por situaciones personales y profesionales como la muerte de un amigo muy cercano y el proyecto Mímesis, que le permitieron desplazarse a otros espacios para considerar trabajar sobre sí mismo. Como paréntesis, Tona hablará sobre este proyecto más a profundidad. En este sentido, me parece interesante que hoy en día resurja este proyecto en el marco de estas curadurías.
En segunda, que los silencios familiares del proyecto, materializados en los cuestionamientos de mi abuelita Nini y de la tía de mi papá y su consecuente rechazo, influyeron en la dificultad de llevarlo a cabo, por lo que me pregunto por qué ellas no habrán querido hablar de su pasado y qué querían mantener en silencio. Me supongo que nunca lo sabremos. También agregar que esta pieza está sumamente entretejida con la plática de Maribel puesto que muestra obra gráfica realizada por Víctor en la década de los 90 de la que ya habló antier.
Núcleo 4: Cotidianidades e infancias
Durante nuestra plática, mi papá me contó sobre su infancia, su día a día, su casa, los olores, sabores y sonidos que recordaba. Me contó lo que comían, los lugares donde iban a pasear, las diversas escuelas a las que asistió, las travesuras que hacía e, incluso, la vez que se le perdió a su mamá y hermano estando a media feria. En este sentido, incorporo a la curaduría tres de esas imágenes que me mostró y agrego dos que yo les tomé, varías décadas después, en Ciudad Constitución, Baja California Sur cuando todas las familias Lerma nos juntamos para pasar navidad y que resultó ser el último viaje colectivo antes de que falleciera mi abuelita Nini en el 2018. Con base en esto, mi papá realizó una nueva pieza, titulada Fotos Cotidianas, incorporando estas fotografías.
Problematizando más los silencios y las ausencias en nuestras historias personales, retomé una temática que abordamos en las pláticas con respecto a una inundación que pasó en Tijuana en la década de los 90 y que arrasó con varias colonias y casas, incluyendo la de mi abuelita. Afortunadamente, Nini estaba en la CDMX y no le pasó nada a ella. Sin embargo, la mayoría de sus pertenencias, muebles y paredes se perdieron, excepto por una caja que estratégicamente había colocado en la parte superior de unas repisas que contenía fotos –incluyendo las que les acabo de mostrar– y papeles importantes –como la escritura de su casa. Eventualmente, mi abuelita vendió el terreno por lo que integro en la curaduría el contrato de compra venta que guardaba mi papá entre sus papeles personales. Cabe destacar que la única pared que soportó el desastre, y sobre la que estaba la repisa, la había reforzado Manuel pues daba a su taller de tapicería.
Una de las preguntas que le hice a mi papá, a propósito de la inundación, fue qué objeto le hubiera gustado recuperar, a lo que contestó que la mandolina. Con base en su respuesta, le pedí que produjera una pieza sobre una mandolina que tituló “De los objetos deseados”. En una reunión que tuvimos posteriormente con mi tío Armando, también le hice la pregunta y su respuesta fue otra, pero esa información se quedará resguardada.
Núcleo 5: Entre cartas y silencios
El quinto núcleo, inició como un juego de mi parte de intervención con la curaduría y en relación con los silencios. Decidí escribirle una carta a mi papá respecto con mi sentir sobre este proyecto y, al dársela, le dije que no la podía abrir hasta que él decidiera compartir nuestras grabaciones. De esta manera, yo estaba generando otro silencio a partir de su silencio el cual, hasta el momento, me parece que no ha sido abierto.
Un tiempo después, mi papá me llamó por teléfono, muy emocionado, para decirme que había encontrado, entre sus múltiples papeles, las cartas que le escribió a su madre y padre cuando se fueron a Europa a principios de los 80. Si siguen el Facebook de mi mamá, probablemente vieron la entrada que subió el 21 de agosto mostrándolas y de pasó promocionando este proyecto. Cabe destacar que estas cartas existen hoy en día ya que estaban dentro de la caja, sobre la repisa, en la pared que reforzó Manuel el día que se inundó su casa. En fin, me dijo que él haría una pieza nueva, titulada “carta a mi amá”, donde las trabajaría gráficamente desde los silencios y las censura e incorporaría una que yo le había escrito a mi abuelita cuando en mis años de puberta viajamos a Europa.
El día que nos juntamos para montar mi curaduría, decidí incorporar estas cartas en una suerte de instalación de archivo y quiero destacar una frase escrita que me llenó el corazón de amor. El 20 de mayo de 1985, a dos meses de haber nacido, mi papá le escribió esta posdata a su madre.
Núcleo 6 “identidades entretejidas
Finalmente, el silencio, mejor dicho, los silencios son constitutivos de nuestras identidades, así como de nuestras historias familiares. Ya sean silencios voluntarios, involuntarios, traumáticos o irrelevantes, frágiles o resistentes, chistosos o tenebrosos, individuales o colectivos, debemos saberlos parte de nosotras y hacer de ellos nuestros aliados en vez de nuestros enemigos. En este sentido, este concepto entendido como verbo, sustantivo y adjetivo, es el principal elemento del andamiaje de este proyecto puesto que estuvo desde su concepción, su desarrollo, su conceptualización y su conclusión y dos piezas que realizó al respecto son las que a continuación les muestro y que hablan de la censura y la muerte, otros dos silencios tajantes en nuestras historias de vida.
A manera de conclusión
Esta curaduría, co-creada tanto por mi papá como por mí, tiene elementos particulares que difieren de las otras. Por una parte, el hecho de que no se trate del análisis de obras, procesos o materiales artísticos previamente desarrollados, sino de sus recuerdos y de su pasado, generó que se produjeran mayor cantidad de piezas nuevas y que no haya tanta presencia de material documental de archivo. En este sentido, empleamos la memoria oral y el diálogo –ambos censurados aquí– como dos de las principales técnicas investigativas siendo éstas, como lo hace Mónica en la suya, es de las más utilizadas en el quehacer artístico de Lerma. Por otra parte, la mayoría de estas piezas fueron creadas en colaboración entre él y yo mientras que las otras, fueron pensadas exclusivamente por mi papá. Otra diferencia fue el juego que le dimos al espacio del Kit de esquina, pues no se si se dieron cuenta, pero escondimos algunas piezas en la parte posterior del mueble. Ahora bien, esta discusión la podremos tener más adelante.
De acuerdo con la historiadora francesa Arlette Farge, los silencios, las censuras y los olvidos forman parte íntegra de los archivos y pensarlos permite visibilizar, así como problematizar las relaciones de poder que existen, no solo en la parcialidad de los materiales disponibles sino que también en el análisis de las personas involucradas en su producción. Estos marcan identidades, narrativas y discursos de contextos particulares, por lo que, de acuerdo con la situación, hay que llevar a cabo diferentes mecanismos para romperlos, encontrarlos, identificarlos, fortalecerlos o, en ocasiones, generarlos. Sin embargo, creo que es importante saber que, desde su ausencia, siempre nos acompañan y que nos atraviesan en nuestro día a día.
Les quiero contar que el otro día, mientras escribía este texto, me llamó mi papá para decirme que le había contado a su hermano Armando sobre el proyecto y que acababa de tener una maravillosa plática con él de más de dos horas sobre sus recuerdos de infancia. Me comentó, entusiasmado, sobre las diferencias y similitudes en sus relatos y que quería que hiciéramos una plática entre todxs, hecho que sucedió, que enormemente le agradezco a mi tío y a Delfina por su tiempo y por compartirnos fotografías y les comento que esta plática también quedará guardado en el baúl de los silencios. Ese día que me llamó, concluyó diciéndome, con voz cortada, que Armando le había comentado que su “apá” sí había conocido a dos de sus hijos por lo que mi papá le preguntó cómo había sido como abuelo y respondió que “fue un abuelo muy amoroso y juguetón”. Así, retomando mi inquietud inicial de esta curaduría, respecto a la posibilidad de crear un vínculo afectivo con Manuel a partir de los recuerdos de mi padre, admito que he podido construir una idea, o una posmemoria, como dirían autoras como Laura Athie, más compleja sobre quién fue él, qué hacía, qué (no) le gustaba, cómo fue como padre y como abuelo. Si bien en este momento considero que es muy temprano para saber si el vínculo se forjó o se fortaleció y de qué forma, les puedo compartir que el otro día, cuando me referí a él, lo nombré “abuelo” y no “Manuel, padre de mi padre”.
Para terminar, otro vínculo que se movilizó en este proceso fue el que tengo/tuve con mi abuelita. A pesar de que sí la conocí por muchos años y tuvimos una relación bastante cercana, escuchar los recuerdos de mi padre sobre ella me permitió ver diversos lados de Nini como trabajadora, madre, cocinera, cuidadora, coleccionista, archivista, religiosa, esposa, hija o migrante y me encantó pensarla, recordarla y sentirla cerquita. Sin embargo, un vínculo que no preví que se fortalecería era el existente entre mi papá y yo, puesto que esos diálogos, esos momentos creativos y esas horas en Zoom o creando la curaduría me permitieron conocerlo más, escuchar cómo entretejía sus narrativas, sobre sí mismo y con sus piezas, esto como guiño a la siguiente plática, y crear una alianza muy íntima y cercana en el marco de una pandemia que nos ha obligado, entre otras cosas, a alejarnos físicamente. En este sentido, considero que, a pesar de que los silencios impregnaron esta curaduría, fueron nuestras voces las que fortalecieron este vínculo entre padre e hija.
[1] 5 y 12 de febrero de 2021
[2] 19 y 26 de febrero de 2021
[3] 11 y 19 de marzo de 2021
[4] 26 de marzo y 4 de abril de 2021
[5] Los proyectos guajiros son aquellos que no se lograron completar por alguna razón. En el archivo de Pinto mi Raya hay toda una sección de estos.
Esta pieza es parte de la curaduría Miradas, Técnicas y Construcción del Kit de Esquina que realizó Brenda Hernández Novoa y se presentó el 3 de septiembre 2021. La pueden ver aquí.
Canto silencioso, es un libro de artista desplegable realizado en 2021. Mide 120 x 7 x 3 cm. completamente estirada. Está hecho con los siguientes materiales: fotocopia en papel, en acetato, en albanene, recortes de textos de poemas visuales, artículos de periódico, dibujos a lápiz, graffitti, plantilla de letra s/ papel fabriano.
Las imágenes del archivo que reutilizo en esta pieza son: recortes de artículos del periódico 1+1, 1992, recortes de mis poemas visuales que realicé entre los años 70 – 2000, fotocopias de fotografías de mi archivo personal (Víctor Lerma a la edad de 1 año), fotocopias de fotografías de performances realizados a finales de los 90’s principios del milenio, fotocopias de fotografías de la ciudad de Tijuana, Baja California 2018, fotocopia de caligrafía estilizada, graffitti. Retomé varias técnicas de dibujo de los 70’s y las aplique a nuevas composiciones visuales como el suaje, graffitti, simbología arquitectónica, etc.
Esta pieza es parte de la curaduría Miradas, Técnicas y Construcción del Kit de Esquina que realizó Brenda Hernández Novoa. Se presentó el 3 de septiembre 2021 y la pueden ver aquí.
Las Ruinas de un Tiempo Difunto, es un libro de artista desplegable realizado en 2021. Mide 13.5 x 13.5 x 2.5 cm. Está hecho con los siguientes materiales: Cartoncillo, fotocopia en papel bond, en mica, recortes de periódico, suaje, grafito, cosido con hilo negro.
Las imágenes del archivo que reutilizo en esta pieza son: Kit móvil con documentos del archivo de Pinto mi Raya, imagen de Víctor Lerma, articulo intervenido “Documentación por Taller Visual, marzo del 91.
Esta pieza es parte de la curaduría Miradas, técnicas y construcción del Kit de Esquina que realizó Brenda Hernández Novoa. Se presentó el 3 de septiembre 2021 y la pueden ver aquí.
Tejido Excéntrico, es un esquinero realizado en 2021. Mide 8 x 8 x 15 cm. Está hecho con los siguientes materiales: fotocopia en papel, en acetato, en albanene, recortes de textos de poemas visuales, artículos de periódico, dibujos a lápiz, graffitti, plantilla de letra s/ papel fabriano.
La imagen de archivo utilizada es una fotocopia del artículo Excentricidad del centro: la cultura de Omar Gasca del periódico Unomásuno.
Esta pieza es parte de la curaduría Miradas, técnicas y construcción del Kit de Esquina que realizó Brenda Hernández Novoa. Se presentó el 3 de septiembre 2021 y la pueden ver aquí.
Tres medios, es un libro de artista desplegable realizado en 2021. Mide 15 x 5 x 3cm. Está hecho con los siguientes materiales: fotocopia en papel bond, recortes de hoja de Raya: crítica, crónica y debate en las artes visuales, dibujo a lápiz, papel fabriano.
Las imágenes de archivo que reutilizo en esta pieza son: los logos de periódicos, frases o palabras que uso en mis pláticas, talleres.
Antes de que empezara la pandemia, Víctor estaba en pláticas con el Centro de la Imagen (CI) para presentar ahí el Kit Fijo con una curaduría en la que dialogaran los materiales que cada uno de estos archivos tiene del otro. Todo esto como parte de su proyecto Kit de Esquina: Interposiciones visuales y desdoblamientos del archivo Pinto mi Raya.
A raíz del confinamiento, el proyecto se transformó y se prepararon 5 curadurías para el Kit Móvil centradas en materiales de archivo de Víctor Lerma, muchos de los cuales estaban guardados en sus múltiples rinconcitos secretos, pero nadie sabía de su existencia.
Para mantener los vínculos establecidos con el Centro de la Imagen, la primera curaduría del proyecto fue Pinto mi raya: fotografía, archivo y afectos, de Mónica Mayer, que se centró en las fotografías setenteras de Víctor Lerma y los documentos relacionados con instituciones fotográficas, principalmente el CI en el Archivo de Pinto mi Raya. Esta curaduría se presentó por las redes del CI el 19 de agosto a las 29 horas y aquí lo pueden ver a través de FB aquí o en YouTube aquí.
Las siguientes son las estadísticas de la presentación al 6 de octubre de 2021.
La transmisión el día del evento tuvo 91 espectadores siguiendo la transmisión en vivo, de los cuales 44 nos seguían desde Facebook y el resto desde YouTube. En FB tuvo 32 comentarios. En You Tube ha tenido 356 visitantes.
A continuación, el texto de la presentación de Mónica Mayer
PINTO MI RAYA: FOTOGRAFÍA, ARCHIVOS Y AFECTOS.
por Mónica Mayer
NÚCLEO LOS ANTECEDENTES
¿Qué abarca esta curaduría?
Buenas noches. Hoy les presentaré mi curaduría Pinto mi Raya: fotografía, archivos y afectos, que traza los inicios del trabajo fotográfico de Víctor Lerma a través de cuatro series tempranas, así como ejemplos de sus obras nuevas realizadas a partir del archivo y de sus fotografías setenteras. Al inicio de cada núcleo de la curaduría verán esta imagen del Kit de Esquina con circulitos color naranja en los elementos que la integran.
¿Qué es el proyecto Kit de Esquina y cómo cambió con la pandemia?
Esta curaduría es parte de Kit de Esquina: interposiciones visuales y desdoblamientos del Archivo Pinto mi Raya, un proyecto de Víctor Lerma que consiste en diseñar dos dispositivos, uno móvil y uno fijo, para reactivar los materiales de nuestro archivo, en diálogo con otros archivos
El proyecto, realizado con la beca del Sistema Nacional de Creadores de Arte, originalmente debía presentarse en espacios museográficos como el Centro de la Imagen a través de exposiciones o performances, pero debido a la pandemia migró a formato virtual.
Esta circunstancia también llevo a darle un giro a la propuesta original, integrando la experiencia personal de Lerma para darle a los documentos los claroscuros que generalmente carecen por sí mismos. En otras palabras, la historia oral y la introspección se integraron como personajes centrales. Para ello, Maribel Escobar Varillas, Tonantzin Arreola, Brenda Hernández Novoa, Yuruen Lerma y yo nos involucramos de lleno en el proyecto y después de muchas, pero muchas horas de entrevistas que hoy constituyen un nuevo e invaluable material de archivo, desarrollamos cinco curadurías que entretejen la vida de Lerma y el archivo de Pinto mi Raya.
¿Qué es el Archivo de Pinto mi Raya?
El Archivo de Pinto mi Raya es la fuente que nutre al Kit de Esquina. Está integrado por los documentos personales y profesionales de Víctor Lerma y míos, la biblioteca, la colección hemerográfica y la colección de arte de nuestra obra y la de muchos amiges. Es un archivo que surge de nuestra relación personal de casi 50 años y que ha invadido nuestra casa, o quizá ES nuestra casa.
¿Cuál es el origen de esta curaduría?
Como nuestro archivo es medio silvestre y no está todo clasificado, todavía encontramos hallazgos. Uno de ellos fue una caja de negativos de Lerma que apareció poco antes de la pandemia y se empezó a clasificar. Otra fue una carpeta digital con hojas de contacto digitalizadas de la obra setentera de Víctor. Estos materiales son el eje de esta curaduría. Y cómo Lerma es muy bueno para guardar las cosas en rincones recónditos, siguen apareciendo cajas y carpetas. Algún día todos sus secretos saldrán a la luz.
¿Qué significa navegar en un archivo, máxime que es un archivo de ambos y de nuestra vida juntos?
Una confesión antes de seguir. Navegar mi propio archivo a través de la obra de Lerma ha sido muy intenso porque fue recordarnos jóvenes. Fue traer del pasado objetos, ideas y sensaciones. Fue descubrir cómo nos hemos visto en los ojos del otro a lo largo de las décadas.
¿Quién es Víctor Lerma?
Lerma es el bato loco que aparece en la esquina superior izquierda en esta foto de generación que nos tomó Kati Horna, nuestra querida maestra de fotografía. Él nació en Tijuana, Baja California en 1949. A los 14 años, por vago, sus papás lo mandaron a vivir con su abuela paterna a Los Ángeles. En 1972, emigró al entonces Distrito Federal. En 1978, regresa un par de años a Estados Unidos y después de eso ha vivido en la Ciudad de México, aunque como su ombligo está enterrado en la Calle 9 en Tijuana, allá también está su corazoncito. Sus eternas camisas de pana no son casualidad.
¿Qué ideas flotaban en el ambiente a principios de los setenta?
La primera vez que Lerma se vino a vivir a la Ciudad México, llegó en el tráiler de un vecino de sus papás del Cañón de la Piedrera a quien le pidió “raite” o aventón, como diríamos en chilangolandia. Venía a estudiar a San Carlos, que es como conocíamos entonces a la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM, que hoy es la Facultad de Artes y Diseño. Estos eran algunos de los libros más taquilleros de la época, cuyos ejemplares siguen en nuestra biblioteca.
¿Qué materiales usábamos que siguen en el archivo a pesar de ser obsoletos?
En el archivo de Pinto mi Raya hay otras publicaciones vintage, por no decir obsoletas, como estos catálogos de letraset, que es un material que usábamos mucho en nuestra obra. Para los que no lo conocen, eran letras que se pegaban sobre el papel como calcomanía. Hoy los conservamos por hermosos.
¿Con quién estudió Lerma?
Kati Horna fue nuestra maestra de fotografía en San Carlos, lo cual fue un enorme privilegio tanto por los conocimientos que compartió con nosotros, como por su ejemplo como ser humano. Siempre digo que ella nos enseñó a ver la luz literal y metafóricamente.
¿Qué aprendimos con Kati?
Las lecciones de Kati fueron muchas. Nos enseñó a entender la profundidad de campo, como vemos en estas fotos de Lerma que apenas acaban de reaparecer en el archivo.
¿Qué otros ejercicios nos dejaba?
La composición, el ritmo y la textura también eran básicos, pero lo primordial era la luz. Nos enseñó a usar el exposímetro para poder descartarlo.
¿Qué aprendimos?
Por su calidad humana, por su compromiso como trabajadora de la cultura, por su humildad, por su ética y por las anécdotas de su vida que nos compartí, también nos enseñó a ver a otros y a vernos a nosotros mismos. Nos enseñó a ver.
¿Qué otras influencias teníamos en ese momento?
En esa época también empezamos a sumergirnos en el arte conceptual, como claramente se ve en esta pieza de Lerma llamada Un Mensaje en su Idioma.
¿En dónde se exponían estas piezas?
En 1978, Lerma expuso esta instalación fotográfica en el Salón 77-78 Nuevas Tendencias en el Museo de Arte Moderno, en donde yo presenté por primera vez El Tendedero. Como mucho de su trabajo posterior que encontrarán en las distintas curadurías de este proyecto, su obra era difícil de ver y un tanto cuanto performática porque para observarla bien el público tenía que involucrarse físicamente poniéndose de cuclillas.
¿Qué premios obtuvo Lerma en esa época?
En aquella época no había becas del FONCA y en los Concursos Nacionales de Estudiantes de Artes Plásticas sólo aceptaban pintura, escultura, gráfica y dibujo. A veces se colaba una técnica mixta que incluía fotografía o alguna foto-serigrafía, pero la fotografía solita no era considerada respetable. El único concurso que teníamos disponible para dar a conocer nuestro trabajo era el de KINSA (Kodak International Snapshot Awards). Lerma participó con esta foto y obtuvo un premio, que si mal no recuerdo, fue en especie.
¿Qué pasaba en la fotografía en esos momentos?
A pesar de la relevancia que tuvo la fotografía en México desde sus inicios, en esos momentos, por lo menos en San Carlos, todavía se discutía si era o no era arte. Sin embargo, también fue una época de grandes exposiciones como Imagen histórica de la fotografía en México o Hecho en Latinoamérica. Primera muestra de la fotografía latinoamericana contemporánea, ambas de 1978. Esta última la organizó el Consejo Mexicano de Fotografía de manera paralela al histórico Primer Coloquio Latinoamericano de Fotografía. La batalla por legitimar a la fotografía como arte se estaba dando con vigor.
¿En qué organizaciones participaba Lerma?
Por cierto, Lerma participó durante algún tiempo en el Consejo Mexicano de Fotografía y en nuestro archivo quedan unos cuantos materiales, como esta hoja que explica sus objetivos y funcionamiento.
¿Qué otros documentos sobre fotografía hay en el Archivo Pinto mi Raya?
También está su recibo de inscripción al Primer Coloquio Latinoamericano de Fotografía, así como el programa, mismo que muestra que asistió y estuvo muy atento, como se ve en los dibujitos que le hizo durante las sesiones.
¿Qué otras reliquias siguen en Pinto mi Raya?
Así como hay libros obsoletos que se conservan en el Archivo de Pinto mi Raya por su belleza, también conservamos equipo que ya no se usa, como la viejísima y escandalosa cámara de Víctor, el cargador, la impresora y otros elementos, incluyendo un cesto de rollos que no sabemos si están revelados o vírgenes.
PASEMOS AL NÚCLEO EL FEMINISMO DESDE AFUERA
¿Cómo fue la relación de Lerma con el feminismo?
Por nuestra relación, Lerma siempre ha estado cerca del feminismo. Lo ha vivido en casa, lo ha documentado cuando me acompaña a manifestaciones y también le ha tocado quedarse afuera.
¿Cuándo se quedó afuera?
Una de las ocasiones en las que él se quedó afuera, fue durante la presentación del libro Carlota, el mundo clandestino del aborto, escrito por las periodistas y conductoras de Televisa Rocío Villagarcía y Patricia Berumen y organizada por el Movimiento Nacional de Mujeres. El ejemplar, que es el primer libro sobre aborto que leí, sigue en nuestra biblioteca. Yo entré a la presentación…
¿Y Víctor qué hizo?
Y Lerma aprovechó para irse a tomar fotos por las calles del centro de la ciudad (que ni siquiera se conocía como Centro Histórico). Ese día le llamaron la atención las formas orgánicas que aparecían aún entre la piedra y el concreto.
¿Qué pasaba después con estas fotos?
Algunas de las fotos de esta serie formaron parte de la instalación fotográfica Sin Título que Lerma presentó el Museo de Arte Moderno en 1978.
¿Víctor siempre se quedaba afuera?
Pero Víctor también documentó diversos eventos y manifestaciones a los que me acompañó. Esta fotografía es de la manifestación a favor del aborto libre y gratuito que organizó la Coalición de Mujeres feministas el 1º de diciembre de 1977. Es la primera protesta feminista a la que asistí. Éramos máximo 30 mujeres. Hasta arriba estoy yo hablando con una mujer que se parece mucho a mí, que es mi mamá que me acompañó porque consideraba que podía ser peligroso. Pero si ven abajo a la izquierda, la que aparece con todo y cámara es Ana Victoria Jiménez, feminista y fotógrafa cuyo importante archivo hoy se encuentra en la Universidad Iberoamericana y que documentó el feminismo de la época. Casi cualquier libro de la historia del feminismo setentero en México incluye sus imágenes. Pero no fue la única documentando, como se ve en esta foto de Lerma.
¿Por qué Lerma fotografiaba a quien fotografiaba?
A la izquierda ven la icónica fotografía que le tomó Ana Victoria a la abogada feminista Mireya Toto. Junto a esta, una foto de Lerma en la que vemos a Ana Victoria tomándola.
¿Qué más buscaba documentar?
Ana Victoria buscaba crear una narrativa casi mítica del movimiento feminista. A diferencia de ella, Lerma documentaba el caos cotidiano: los retadores escuincles de secundaria atravesándose frente a la protesta y las feministas volteando para todos lados.
¿Alguien más retomó su obra con otros propósitos?
En algunos casos, las fotos de Lerma acabaron de lleno en el arte feminista, como en mi pieza Primero de diciembre de 1977 que integré con fragmentos de sus fotos, seguramente las pruebas de impresión. ¿Apropiación? ¿Colaboración? ¿O simplemente la vida compartida? Hasta ahora este tipo de libertades que nos hemos tomado con la obra el uno del otro no ha sido problema. Por cierto, muchas de las fotos de mis piezas tempranas, como El Tendedero, son de Lerma.
¿Cómo nos vieron Lerma, Ana Victoria y el Unomásuno?
A veces, las distintas miradas de un mismo evento convergen en el archivo, como en esta manifestación. Aquí pueden ver la foto publicada en el periódico Unomásuno, a su lado la de Ana Victoria Jiménez y abajo la de Víctor Lerma.
PASEMOS AL NÚCLEO FOTOGRAFIÁS DESDE LA INTIMIDAD
¿Cómo documentó Lerma la intimidad?
Lerma documento su intimidad desde dos puntos de vista: las personas que estábamos a su alrededor y los detalles de los espacios que habitó. Esta fotografía es antes de que nos fuéramos a vivir juntos a Los Ángeles. No sé quién nos tomó esta foto porque muchos de nuestros amigos eran fotógrafos. Quizá algún día lo averiguaremos.
¿Cómo documentó nuestra relación en México?
En la foto de la izquierda estamos Lucy Santiago, compañera nuestra en San Carlos, y yo, plácidamente esperando a los clientes que nunca llegaban en el pequeño bazar en San Ángel en el que tratamos de vender nuestras obras. La de abajo no requiere explicación, pero he de confesar que me sorprendió encontrar diversas un imágenes que Lerma me tomó mientras dormía. En muchas de sus fotos me veo relajada, tranquila, que sin duda es como me sentía con él.
¿Cómo documentó nuestra relación en Los Ángeles?
Lerma tomó muchas fotografías de nuestro pequeño departamento en Los Ángeles, a veces de los espacios y a veces mías, pero siempre centrándose en los detalles. Esta foto me sorprende porque ni siquiera recordaba que algún día me pinté las uñas.
¿Cuándo se fue Lerma a vivir por primera vez a Estados Unidos?
Pero antes de pasar a nuestra vida en Estados Unidos y para contextualizar esa estancia, les platico de la primera vez que Lerma se fue a vivir a allá. Como mencioné, Manuel, el papá de Víctor y Niní, su mamá, lo enviaron a Los Ángeles a vivir con su abuela Virginia. Aquí ven algunos de los documentos de aquella época que están en el Archivo. Vivió con ella en el Este de Los Angeles entre 1963 y 1972.
¿Qué estudió Lerma en Estados Unidos?
En esa primera estancia, que duró 9 años y le permitió conocer a fondo la vida en Los Ángeles, mero en la época de Woodstock, el Movimiento Chicano y la Guerra de Vietnam, Lerma estudió en el Roosevelt High School y entro al East Los Angeles College a estudiar arquitectura. Trabajo en un despacho de arquitectos un par de años hasta que alguien le habló de San Carlos, decidió estudiar arte y se regresó a México. Algunos de sus libros todavía están en nuestra biblioteca.
¿Cuándo regresó y por qué?
En 1976, yo me enteré que en Los Ángeles estaba The Woman’s Building, una maravillosa escuela de arte feminista y decidimos irnos allá a vivir juntos por primera vez. Ahorramos durante dos años dando clases y luego nos fuimos. Lerma todavía tenía papeles que le permitían trabajar allá, lo cual fue un aliviane.
¿Cómo era nuestro departamento?
Vivimos en el N. Tamarind Ave. # 1223, depto. 6. Era un lugar céntrico que nos permitía a ambos llegar a nuestras distintas actividades en esa complicada ciudad.
¿Qué había adentro?
A diferencia de lo barroca y saturada que es hoy nuestra casa, sede del Archivo de Pinto mi Raya, nuestro departamento en Los Ángeles era minimalista. Los pocos muebles que teníamos Lerma los había pepenado de la chamba que tenía en la que recogían objetos de siniestros para las aseguradoras para recuperarlos. En esa chamba le tocó hacerla de cargador, chofer y hasta de restaurador. Nuestra sala servía de estacionamiento. Eso sí, en los muros había obras de nuestros amigos y nuestra, como la foto que reconocerán al fondo y diversas artesanías. Y libros, siempre libros.
¿Qué buscaba retratar Lerma en nuestro espacio?
A Lerma le gustan los detalles, los contrastes y las formas. Le interesan las texturas y le apasionan las esquinas. En próximas curadurías verán la relación de estas fotografías con su gráfica y sus piezas más tridimensionales, como los esquineros y las calas. De hecho, este cinturón hecho en telar que cuelga en un huequito en la pared se asemeja en formato a algunos de sus dibujos.
¿Retratar la penumbra?
La luz, como bien le enseñó nuestra querida Kati, siempre es el principal protagonista de toda fotografía.
¿Qué tanto dice un espacio de sus habitantes?
Esta foto construida, hecha de fragmentos, lo dice todo: El arte feminista estaba hasta en nuestra recámara, como se ve en el cartel de The Dinner Party, la icónica pieza de Judy Chicago que se inauguró mientras vivíamos allá.
¿Qué otros contextos se veían reflejados en el espacio íntimo?
En el espejo del botiquín del baño medio abierto, que apenas permite ver nuestros secretos más íntimos se refleja “Madre contra la guerra” la icónica obra de Andrea Gómez, integrante del Taller de la Gráfica Popular que también nos acompañó durante muchas décadas.
¿Estas obras también brincaron a otro formato?
Recientemente, durante la pandemia, Lerma también encontró un folder con bocetos para piezas que incluyen esta serie de fotografías.
¿Hubo otras sorpresas en el archivo?
Quizá las fotografías que más me sorprendieron en este núcleo son estas en las que Lerma me retrata en nuestro departamento, fumando, viéndolo directamente. Cada uno, a través de nuestras herramientas y de nuestras obras, a lo largo de los años nos hemos estado observando de muy distintas maneras.
¿En qué trabajó Víctor mientras vivíamos en LA?
Durante los dos años que vivimos en Los Ángeles, además de recuperar objetos de siniestros, Lerma trabajó en una tienda muy elegante en Beverly Hills que ofrecía el servicio de acolchonar closets y cajones de gente muy, pero muy rica y también de intérprete en casos médicos y legales. En el archivo todavía están las notas de su trabajo como intérprete, que fue increíblemente intenso e interesante. También aprovechó el tiempo para ser miembro del Photography Center y para tomar diversos cursos en UCLA.
¿Qué reliquias setenteras aún se encuentran en Pinto mi Raya?
Estos son dos ejemplos de las reliquias setenteras que se conservan en Pinto mi Raya. Estos muñecos, que se parecen a mi papá y a mi mamá, los hicimos Lerma y yo como regalo para cada miembro de mi familia una navidad. A falta de recursos económicos, creatividad. A la muerte de ambos los recuperamos. También todavía sigue con nosotros el cinturón hecho en telar que apareció hace rato en una foto y del que hoy cuelgan botones noventeros de cuando participamos en un grupo llamado Los Abajofirmantes que cuestionaba las becas del FONCA. Nosotros dos los usábamos a manera de protesta a cada evento que íbamos.
PASEMOS AL NÚCLEO DE CÓMO LLEGÓ DON MANUEL ÁLVAREZ BRAVO AL ARCHIVO DE PINTO MI RAYA
¿Por qué hay una fotografía de Don Manuel Álvarez Bravo en el archivo de Pinto mi Raya?
Uno de nuestros amigos en Los Ángeles fue Roberto Gil de Montes, con quien Lerma había coincidido en la escuela varios años antes. Un buen día, Roberto lo llamó para decirle que Don Manuel Álvarez Bravo expondría en LA y lo invitó a acompañarlo para atenderlo durante su estancia. Al final, en agradecimiento, Don Manuel le regaló esta pequeña foto que atesoramos y un par de carteles firmados de la exposición.
¿Cómo documentó Lerma a Álvarez Bravo?
A lo largo de esta visita, Lerma se dedicó a fotografiar al fotógrafo, creando una narrativa en la que la cámara lo sigue a la distancia, incluso de carro a carro.
¿Por qué le interesaba a Lerma hacer un trabajo narrativo sobre Álvarez Bravo?
Además de documentar texturas y espacios íntimos, en esa época a Lerma le empezó a interesar la idea de movimiento. Esto y su admiración por Don Manuel lo hizo capturar con la lente cada instante de la experiencia.
¿El fotógrafo fotografiando al fotógrafo fotografiándose?
Sin embargo, también hay momentos como éste, en el que documenta a Álvarez Bravo tomando una foto del anuncio de su expo y su reflejo sobre éste, formando una suerte de espiral, de eco.
¿Cuál es mi fotografía favorita de esta serie?
Mi fotografía favorita de la serie es esta en la que vemos a Roberto Gil de Montes y a Manuel Álvarez Bravo reflejados en el letrero de la exposición.
¿El fotógrafo fotografiado?
Después siguieron con la sesión fotográfica a la que sometieron al maestro… y que Lerma también documentó.
¿Cómo terminar esta serie?
Aunque esta serie incluya muchas otros momentos y tomas, la termino con este momento en el que Don Manuel Álvarez Bravo por fin voltea a ver a Lerma.
PASEMOS AL NÚCLEO LAS FOTOS DE LA TELE
¿Por qué documentar la imagen televisiva?
Entre la obra setentera de Víctor hay varias series que documentan la imagen televisiva. Por un lado, era una forma de conservar sus recuerdos, como en estas imágenes de un programa de tele en el que Lerma, Gil de Montes y otros colegas hablaron sobre Manuel Álvarez Bravo. En esa época la televisión era efímera ya que, una vez transmitida la imagen, al público le era imposible reproducirla. Apenas empezaban las videocaseteras y estábamos muy lejos de YouTube.
¿Qué otros programas de televisión documentó?
Pero también le interesaba documentar lo que otros estaban viendo y cómo lo veían.
He encontrado por lo menos tres programas de televisión que fotografió como propuesta artística. Técnicamente le interesaba congelar la imagen en movimiento y abordar ciertos aspectos de lo que transmitían los medios. Uno de ellos es este documental sobre las dictaduras en América Latina transmitido por PBS, la televisión pública, en el que participan diversos actores políticos, entre ellos Henry Kissinger y Laura una de las hijas de Salvador Allende, asesinado en 1973.
¿Hubo alguna sorpresa entre estas series?
La serie que más me sorprendió es esta de un documental sobre las arañas, que le interesó por las texturas, la fotografía microscópica y que de origen era en blanco y negro.
¿Y los Hermanos Marx?
Mi serie favorita de fotos de programas de televisión es esta de los Hermanos Marx, de quienes éramos fans, por lo que no me sorprende que los haya incluido. Me gusta la atención que le presta al movimiento de las manos de Harpo tocando el harpa. Para quienes no lo conocen, Harpo era un personaje mudo que se comunicaba chiflando. A Lerma le interesaba hacer un comentario sobre la imagen cinematográfica y televisiva desde la fotografía.
¿El performance y la fotografía se cuelan en nuestra intimidad?
Al estar viendo estas fotos, Lerma recordé una fotografía que siempre ha estado en nuestra recámara en la que yo aparezco disfrazada de Harpo. La foto seguramente es de antes de irnos a Los Ángeles porque allá no tuvimos cuarto obscuro. No sé si cuenta como foto-performance, pero sin duda está dentro de las valiosísimas categorías de echar relajo y divertirse.
PASEMOS AL NÚCLEO EL CENTRO DE LA IMAGEN EN PINTO MI RAYA
¿Cuál ha sido la relación de Pinto mi Raya con el Centro de la Imagen?
Vimos nacer y crecer al Centro de la Imagen bajo la dirección de nuestra querida Patricia Mendoza. Aunque Lerma abandonó la fotografía hace mucho tiempo, sigue siendo uno de sus principales intereses y, por ende, uno de los temas centrales de Raya: crítica, crónica y debate en las artes visuales, que es la colección hemerográfica de textos de opinión publicados en los principales diarios de México que reunimos entre 1991 y 2016 y que comúnmente se conoce como el Archivo Pinto mi Raya. A lo largo de esos 25 años guardamos todos los textos sobre fotografía, por lo que críticos como José Antonio Rodríguez se hicieron nuestros cuates. Lo encontrábamos con frecuencia en el super e irremediablemente él y Lerma se quedaban platicando horas sobre su artículo más reciente en El Financiero. A él y a Patricia siempre los recordamos con mucho cariño.
Cuando empezamos a hacer compendios temáticos del material de Raya, uno de los primeros fue el de fotografía y es el más nutrido de todos. Incluso ameritó dividirlo en: fotógrafos, fotógrafas, bienales de fotografía, textos teóricos y bienales de fotografía. En Archivo Activo, que es la versión digital de estos materiales de 2011, había 2789 textos. Ambas versiones se las donamos al Centro de la Imagen. Por otro lado, durante algún tiempo estuvieron suscritos a nuestro servicio de Egoteca y les entregábamos copia de todo lo que se publicaba en los principales diarios sobre fotografía, incluyendo noticias y entrevistas. Los originales siguen en nuestro archivo.
¿El Centro de la Imagen le ha abierto sus puertas a Pinto mi Raya?
Al igual que ahora, el Centro de la Imagen siempre nos ha abierto las puertas. Tal fue el caso en 2005 cuando presentamos el proyecto Nuevas Investigaciones Hemerográficas en su sede, con nuestros queridos amigos Adriana Malvido, Francisco Reyes Palma, Fran Ilich, Fernando Llanos, Víctor Sulser y nuestra querida Elizabeth Romero, tan cercana a la fotografía como a nuestros corazones y a quien seguimos extrañando.
¿Se puso buena la discusión?
Se imaginarán que, entre tantos amigos tan talentosos, se armó buena la discusión.
POR ÚLTIMO, PASEMOS AL NÚCLEO OBRAS NUEVAS A PARTIR DEL ARCHIVO
¿Qué obras ha hecho Lerma específicamente para esta curaduría a partir de los materiales de archivo?
Parte del proyecto Kit de Esquina de Lerma consiste en producir obra nueva a partir de materiales de nuestro archivo. Para esta curaduría realizó tres libros de artista, cuya característica, como tantas de sus obras, es la fragilidad, la complejidad y la mezcla de materiales como fotocopia, textos de periódico, tejido con tiras de hojas, etc. Son libros de artista que tienen muchas dimensiones, como si huyeran del plano. Por todo lo anterior, son piezas casi inaccesibles. Curiosamente, la mejor manera de presentarlas es a través de fotografías o giffs.
Esta pequeña obra de menos de 20 cm. en su lado más grande, se llama Hilos de papel. En ella, Lerma altera el espacio plano de la hoja y lo convierte en un soporte tridimensional, unido por pequeñas armellas. Como verán en la fotografía del lado derecho, utiliza nuevamente aquellas imágenes que tomó cuando se quedó afuera de la presentación del libro feminista. El libro une fragmentos de tres épocas. Son recuerdos hechos a partir de textos e imágenes que se entretejen, pero no dejan de estar borrosos.
¿Periódico Mural?
Periódico Mural es un libro de artista MUY complejo y endemoniadamente difícil de ver. De entrada, vemos un cuadrado de 25 x 25 cm, pero cuando una empieza a manipularlo se va desdoblando como figura de origami y llega a duplicar su tamaño o, por la rigidez que tiene, puede ir formando una pieza escultórica. Uno de los lados está trabajado con tantas técnicas, como el suaje, la fotografía, el uso de materiales de archivo, que casi parece un inventario de la obra de Lerma. En este libro de artista las imágenes agolpan de manera caótica, como los recuerdos, y descifrar su significado parece una misión imposible, por lo que es mejor quedarse con lo que evoca.
¿Este libro tiene secretos o sorpresas?
Este libro me sorprendió mucho porque en una esquinita tiene adjunto otro pequeño librito que también se desdobla. Es como un chipote. Al preguntarle a Víctor qué significaba, me dijo que era como los pies de página en los libros, esas pequeñas anotaciones que aparentemente no fueron lo suficientemente importantes para ser incluidas en el texto principal, pero que contienen la fuerza para darle los tonos y texturas que le faltan. En este libro son lo más sobresaliente. Después de un rato me cayó el veinte que Lerma siempre decía que nosotros éramos artistas de pie de página, siempre un poquito afuera de la narrativa oficial.
¿Soñar despierto, morir soñando?
El último librito de esta serie, lleva como título Soñar despierto, morir soñando. Lerma lo tomó del encabezado de una noticia publicada en el periódico Unomásuno en 1989, antes de que empezáramos el proyecto Raya. Estaba en su archivo personal, que incluye, debería incluir o incluyó, (lo sabremos el día que tengamos acceso a todos sus guardaditos) notas que le interesaban, las juntaba, las guardaba en algún cajón y eventualmente las olvidaba o las perdía. El libro, como el archivo y la memoria, también es muy frágil. Es un libro pequeñito. No mide más de 10 cm. en cada uno de sus lados. Es como una casita o como uno de los esquineros que ha hecho a lo largo de los años que ocupan los espacios más extraños de nuestra casa.
¿A manera de conclusión?
A manera de conclusión y ya para despedirme, les dejo esta pequeña pieza sin título que es parte de la curaduría de Maribel Escobar Varillas que se presenta la semana entrante, el primero de septiembre a través de mi página de FB y posteriormente quedará en YouTube. Maribel se está enfocando en la gráfica de Víctor y sin duda está llena de sorpresas.
Quise concluir con esta imagen porque representa la sensación de nostalgia que me dejó hacer esta curaduría y, de alguna manera, me hizo entender que la nostalgia no permite conclusión alguna.