KIT DE ESQUINA

Año 3

Viernes, 08 Octubre 2021 13:25

ACORDEON POÉTICO

Escrito por

acordeon poetico 3

Esta pieza es parte de la curaduría Víctor Lerma: repertorios visuales que realizó Maribel Escobar Varillas. Se presentó el 1 de septiembre 2021 para el proyecto "Kit de Esquina. Interposiciones visuales y desdoblamientos del Archivo de Pinto mi Raya" y la pueden ver aquí.

Acordeón Poético (2021) es una composición visual de 18 páginas intervenidas unidas por un tape para formar un libro de artista.

Sus medidas son: 9 hojas tamaño carta, 22 x 28 cm. Completamente extendido mide 192 x 28 cm.

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Los materiales utilizados son: fotocopia s/albanene, bond blanco y color, mica, suaje, transfer, graffitti, papel periódico.

Las imágenes del archivo que utilizo en esta pieza son, negativos de los 80’s, imágenes digitales de 2020/2021, poesía visual, artículos intervenidos de diferentes años, dibujos reactivados de los 70’s, 80’, 90’s y los 2000’s.

 acordeon poetico 1

Viernes, 08 Octubre 2021 12:52

BALA

Escrito por

bala

Esta pieza es parte de la curaduría Víctor Lerma: repertorios visuales que realizó Maribel Escobar Varillas. Se presentó el 1 de septiembre 2021 para el proyecto "Kit de Esquina. Interposiciones visuales y desdoblamientos del Archivo de Pinto mi Raya" y la pueden ver por FB aquí o por YouTube aquí.

Bala (2021), es una obra digital reactivada (1993-2021), sus medidas son: 22 x 28 cm. y está hecha con los siguientes materiales: fotocopia s/papel revolución, suaje recortes, plumón tachaduras, fotografía digital, grafito.

Las imágenes del archivo que utilizo en esta pieza son negativos de los 80’s de la serie registro televisivo, dibujo cartográfico, escritura abstracta y recorte de periódico intervenido.

 

Jueves, 07 Octubre 2021 16:12

ACORDEON 1 A 1

Escrito por

acordeon 1a1 1 baja

Esta pieza es parte de la curaduría Víctor Lerma: repertorios visuales que realizó Maribel Escobar Varillas. Se presentó el 1 de septiembre 2021como parte del proyecto "Kit de Esquina. Interposiciones visuales y desdoblamientos del Archivo de Pinto mi Raya" y la pueden ver aquí.

Acordeón 1 a 1 (2021), es una composición visual con imágenes de 7 personajes de la cultura que participaron en el proyecto UNO A UNO de Víctor Lerma en la galería de autor Pinto mi Raya (2003-2004). La pieza incluye 17 módulos tamaño postal, 9 x 14 cm. y está realizada con fotocopias s/papel albanene. Está armado en forma de acordeón y enmicado.

Las imágenes del archivo que utilizo en esta pieza son, negativos de los 2000’s, imágenes digitales de Helen Escobedo, Betsy Pecannins, Roberto López Moreno, Merry MacMasters, José Miguel González Casanova, Elizabeth Romero y Jorge Alberto Manrique durante su participación en UNO A UNO. Por cierto, la documentación de UNO A UNO que se encontraba en internet, tuvo que cambiar de formato porque estaba en flash, que dejó de usarse, por lo que me di a la tarea de hacerlo con el apoyo de Víctor Sulser como parte de los rescates de materiales de archivo que son parte de este proyecto. La nueva versión puede consultarse aquí.

 

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La curaduría de Yuruen Lerma, junto con la de Brenda Hernández, se presentó el 3 de septiembre de 2021 a través de la página de FB de Pinto mi Raya.

Publicidad 5 Curadurías para el Kit de esquina sin marco

Este proyecto consistió en una profunda investigación sobre la vida personal de Víctor, quien realizó entrevistas con él de más de 13 horas sobre su infancia, sus padres, su vida familiar y la vida en la frontera.

YURUEN BLOG 1

Esta curaduría, además de los documentos y obras de Lerma que se presentan, incluye un par de colaboraciones entre Lerma Uzeta y Lerma Mayer.

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El video de la presentación puede verse en FB aquí o en YouTube aquí.

Las siguientes son las estadísticas del evento al 7 de octubre de 2021.

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Y, a continuación, compartimos el texto de Yuruen Lerma Mayer.

 

Silencios familiares:memoria y archivo personal de Víctor Lerma, mi papá

Por Yuruen Lerma Mayer

Genealogía de la curaduría o cómo surgió ésta en particular

Alrededor del mundo, la pandemia causada por el virus SarsCov-2 en 2020 nos obligó a modificar, repensar y reestructurar nuestra vida cotidiana, relaciones, trabajos y dinámicas sociales, entre muchos otros aspectos y el proyecto “Raya: Interposiciones visuales y desdoblamientos del archivo Pinto mi Raya” de Víctor Lerma en el marco del Sistema Nacional de Creadores de Arte, no fue la excepción. Si bien la propuesta original no se modificó, cuyo objetivo era “articular una propuesta gráfica, espacial y conceptual para crear dos objetos/esculturas/archivos, es decir, los kit de esquina tanto fijo como móvil, que funcionen como dispositivos de recopilación, performance, exposición y activación del archivo y la memoria”, como lo hablará Brenda más adelante, sí tuvo que mutar ante las nuevas restricciones de movilidad y de cercanía implementadas, en especial en lo referente a los espacios de difusión y producción, ya que, como bien sabrán, hasta hace unos meses, antes de la vacunación masiva, regresar a lo presencial no se veía cerca ni de chiste. Por ende, Mónica Mayer, Tonantlzin Arreola, Maribel Escobar, Brenda Hernández y yo decidimos apropiarnos del espacio museográfico del Kit de Esquina y desarrollar cinco curadurías a partir de las cuales investigaríamos, desde nuestros propios intereses, diferentes aspectos de la vida artística y personal de Víctor Lerma, empleando tres pilares de investigación: el archivo de Pinto mi Raya, Víctor Lerma como artista y como persona y el proyecto curatorial del Kit de Esquina, mientras que, paralelamente, él produciría nuevas piezas que dialogarían con cada una de nuestras propuestas. Así, el foco principal de investigación, que inicialmente era el del archivo Pinto mi Raya, se desplazó al de Víctor Lerma, como persona y como artista, convirtiéndose él en el archivo con el cual trabajaríamos.

Todas nosotras tenemos una relación diferente pero cercana con Víctor así como con Pinto mi Raya, ya sea como co-fundadora, esposa, hija, amiga, investigadora, artista, nuera, colaboradora, etc., por lo que cada una, desde nuestra historia personal y profesional, fuimos proponiendo temáticas que nos llamaban la atención profundizar. Así, las propuestas que desarrollamos fueron entretejiendo nuestros intereses con los de Víctor: lo íntimo y lo laboral, lo artístico y la gestión, lo propio y lo colectivo, lo dicho y lo no dicho, lo pasado y lo presente, lo familiar y los afectos, incluso, lo visual o lo táctil, entre otros, como veremos más adelante y en las otras curadurías.

               En la primera junta por Zoom que realizamos el enero de 2021, decidimos la temática de las curadurías: Mónica, con quien Víctor ha compartido su vida desde los 70, decidió enfocarse en su trabajo fotográfico como estudiante y profesional durante dicha década y la subsecuente. Maribel, por su parte, quiso investigar sus obras gráficas desarrolladas desde los 70 en adelante mientras que Tona tuvo interés particular sobre procesos de gestión de proyectos artísticos desarrollados por Lerma y Mayer a finales del siglo pasado y principios del actual. Brenda, siendo la que diseñó y produjo el Kit de esquina, eligió investigar el proceso artístico de esta última etapa, específicamente en lo referente al saber-hacer manual de la obra de VL. Cuando llegó mi turno de elegir, no estaba muy segura de qué línea investigativa seguir hasta que comencé a reflexionar en torno a mis intereses que en estos últimos años he desarrollado sobre los archivos familiares y la recuperación de las historias de vida de mis ancestras y ancestros. Lo anterior me permitió darme cuenta de que en mi historia personal existía un enorme vacío sobre un familiar: Manuel Lerma, mi abuelo paterno. Tanto él como Lilia Lucido, mi abuela materna, fallecieron antes de que yo naciera, sin embargo, de mi abuela sí conocía mucho gracias a que mi madre siempre me habló de ella. Situación que no ocurrió con mi abuelo paterno Manuel, del que poco se habló durante mi infancia ya sea porque mi padre rara vez lo mencionó o, también, porque yo nunca le pregunté nada y así como en la foto, siempre ha sido un personaje oculto. Incluso, al pensarles, advertí que era diferenciada la forma en la que les nombraba: ella era “mi Omama”, que significa abuela en alemán, mientras que él era “Manuel, papá de mi papá”. Por estas razones, decidí que los objetivos de mi investigación, a través de materiales de archivo, memorias y artísticos sobre la primera etapa de vida de mi papá, serían:

  • Reflexionar en torno a las memorias y recuerdos que mi papá tiene sobre sus papás
  • Construir una imagen de quiénes fueron Manuel y Nini como padres para Víctor.
  • Llenar algunos silencios familiares a partir de las narrativas de mi papá

               Una vez establecidos los ejes temáticos de las cinco curadurías, platicamos sobre la metodología que implementaríamos y cómo llevaríamos a cabo las investigaciones. Decidimos que, si bien cada una estaría a cargo de la suya, todas participaríamos en ellas de diferentes maneras. Sería un trabajo colaborativo, metodología ampliamente desarrollada por PMR. En este sentido, cada una diseñaría una serie de preguntas abiertas y detonadoras sobre nuestros temas, con el fin de dialogar con Víctor, pero las compartiríamos con el grupo antes de la sesión para trabajarlas y para darle tiempo a él de buscar, en su archivo, materiales relacionados con las temáticas como son obras, documentos, recuerdos, objetos, etc. Las entrevistas las realizaríamos por Zoom y las grabaríamos para tener registro de ellas posteriormente, práctica que no hubiera sido posible sin el apoyo de Adán Lerma y Orly Cortés.

Las primeras sesiones las lideró Mónica,[1] luego Maribel,[2] después Tona,[3] posteriormente Brenda,[4] cada una tomando un par de días para su investigación. Las entrevistas duraron aproximadamente dos horas por lo que al final sumamos más de 16 horas de grabación. Los diálogos colectivos que se construían nos daban pistas a cada una para nuestras curadurías y, poco a poco, comenzábamos a vislumbrar procesos, intereses, puntos de (des)encuentro que se entretejían, a pesar de enfocarnos en diferentes décadas de vida y prácticas de producción artística. Por ejemplo, comencé a ver cómo ciertas formas de trabajo atravesaban las narrativas artísticas y personales de Víctor, independientemente del momento, como por ejemplo, la continua presencia de prácticas de interacción, ciudad, frontera, travesura, juego y lo colectivo en su trabajo. En este sentido, me pareció importante pensarlos como ejes principales de sus procesos de vida y artísticos lo cual me permitiría construir la narrativa a partir del diálogo que se da entre ellos ya que, de alguna forma, a mi me tocaría analizar la génesis, cimientos o las bases de todos ellos.

Tomando esto en cuenta, cuando me senté a pensar mi guía de entrevista, me enfoqué en preguntar sobre cómo estos conceptos se relacionaban con su infancia y adolescencia, única época en la que vivió con su padre y madre, al igual que en aquella información que a mí, como nieta y familiar directa, me interesaba conocer. Así, me acordé de lo que más me gustaba de mis abuelxs que sí conocí y a partir de ahí comencé a escribir las preguntas. Por ejemplo, recordé con mucho amor la voz de mi abuelita cuando me llamaba por teléfono cada cumpleaños y pregunté “¿cómo era la voz de Manuel?”. Recordé el porte y cuerpo de Leonardo, mi abuelo materno, cuando caminaba o cuando dejó de caminar por la vejez y pregunté sobre esto respecto a Manuel. Incluso pensé en Lilia, a quien no conocí, pero que sabía que era muy buena con lxs niñxs y disfrutaba jugar con ellxs por lo que pregunté si su padre había sigo juguetón con él y su hermano de pequeños. En el marco de vulnerabilidad de ser abuelx en esta pandemia, me pregunté “¿a qué le tenían miedo?” También recordé que Manuel había sido alcohólico, e, incluso, que su muerte estuvo relacionada con esto, por lo que pregunté sobre este significado para su vida. Cuando vagamente recordé que mi papá había tenido una hermana que falleció al nacer, indagué sobre este suceso y cuando reflexioné en torno a que nació y creció en Tijuana, lo primero que se me vino a la mente fue preguntar sobre la idea de la frontera. Y así sucesivamente.

Me dejé llevar por mis inquietudes, mis emociones, mis recuerdos y mi curiosidad escribiendo las preguntas sin un orden en particular. En un abrir y cerrar de ojos, tenía más de 50 de ellas y todavía sentía que tenía muchas más por hacer, por lo que decidí que debía establecer un límite pues no podía ser una entrevista sinfín. Pensando en qué número podría ser lo suficientemente significativo para el proyecto, elegí el 72 al ser la edad que mi papá tenía en ese momento. Paré cuando llegué a la meta.

Al terminar, volví a leer las preguntas y me saltaron dos temáticas que las englobaban: en primera, descripción de mis abuelos paternxs: Manuel y Nini y en segunda, la relación entre Víctor con su padre y madre. Al releerlas de esta manera, me di cuenta de lo íntimo y personal del cuestionario y pensé en que la metodología de esta curaduría tendría que ser diferente al resto. En primera, no compartiría las preguntas antes de la sesión porque no quería que mi papá las supiera y pudiera pensarlas. Quería que contestara en el momento y que sus recuerdos surgieran con base en el diálogo, es decir, que no tuviera tiempo para digerirlas previamente, situación que surgió en las otras entrevistas. Por esta razón, le escribí al equipo para informarles que les entregaría una copia de las preguntas una vez que termináramos las entrevistas. Ante esta limitante que le impuse, mi papá expresó cierta incomodidad y seguido me llamaba por teléfono o enviaba mensajes pidiéndomelas. Nunca se las dí. No obstante, con base en esta reacción, decidí que en las entrevistas sólo estaríamos él y yo con el fin de crear un espacio seguro y cómodo, considerando que posteriormente podría compartirles el registro audiovisual, cosa que no sucedió, como explico más adelante. Hoy me doy cuenta de que, poco a poco y sin saberlo, los silencios estaban tomando el control de esta curaduría.

En tercera, consideré que estaría bueno hacer las entrevistas con una copa de vino ya que, al cabo, nadie iba a manejar. Así, unos días antes a nuestra primera sesión, le mandé las siguientes indicaciones por Whatsapp:

  • Buscar objetos, obras y cualquier material del archivo que te recuerde a tu padre y a tu madre.
  • Escribir dónde estaban colocados en la casa
  • Servir una copa de vino para cuando vaya a ser nuestra sesión

Cuando finalmente llegó el día, me dijo que no había hecho ninguna de estas tareas e insistió en que le pasara las preguntas. La única tarea que no cumplió y que le perdoné fue la de la copa de vino pues era temprano y francamente tampoco se me antojaba tomar. En fin, yo no sabía qué esperar de la sesión, pero abrí la sala en Zoom, nos conectamos, comencé a grabar e iniciamos con nuestra primera plática virtual.

Mi papá se veía nervioso e inquieto, pero mencionó que estaba dispuesto a entrarle a este juego de preguntas y respuestas sobre su pasado y sobre su/nuestra familia. Le conté que me había dado cuenta de que tenía una relación con mi abuela Lilia, pero no con Manuel y que estas pláticas me interesaban como una manera para que yo pudiera construir una idea de quién fue mi abuelo así como su/nuestra familia y su/nuestro pasado. Poco sabía en ese momento de que el vínculo que también se afianzaría sería el nuestro, entre padre e hija, pero de eso hablaré más adelante.

Comencé preguntándole sobre la primera sección y dos horas y media después, habíamos abarcado solamente las primeras 15 preguntas. Me di cuenta de que contestar 72 implicaría realizar muchas más sesiones de las esperadas y supimos que esto iba para largo. Una vez que paré la grabación, le pregunté a mi papá cómo se había sentido y, en general, me dijo que muy bien, que se sentía cómodo hablando conmigo, que le había gustado hablar de su padre, de su madre, hermano y de su pasado pero que explícitamente me pedía no mostrarle estas grabaciones a nadie y que no sabía cuándo se sentiría dispuesto a compartirlas. Entonces, respetando esta petición, le informamos al equipo que la entrevista había estado muy buena pero que, por las temáticas abordadas, no se las enviaríamos por el momento. Otro silencio.

Esta limitante me puso en jaque, puesto que debía pensar en cómo realizar una propuesta con material que no podía ser utilizado. Tras tres sesiones y más de seis horas de grabación, mi frustración aumentaba ya que no lograba concretar una propuesta y si bien la información era riquísima, no podía hacer uso de ella. Sin embargo, decidí seguir confiando en el proceso de las entrevistas, de los diálogos, de las preguntas y del trabajo colaborativo y ver a dónde nos llevaban. En la cuarta sesión, mi papá dijo algo sobre los silencios familiares y eso me hizo pensar en cómo estos han sido el andamiaje del proyecto. Pensé en el silencio sobre Manuel que había detonado de la curaduría; en el silencio metodológico que había moldeado el inicio de ésta, por ejemplo, cuando no les involucré en el proceso de construcción de preguntas; o en el silencio del contenido de nuestras sesiones que nos había acompañado desde la primera reunión. Lo paré en seco y le comenté lo que estaba pensando. Le dije que deberíamos trabajar con el silencio como idea central con el fin de aliáramos con él en vez de negarlo. Lo convertiríamos en una idea creativa potenciadora en vez de en una barrera. Le platiqué lo que hasta el momento había visto en mi investigación doctoral sobre los silencios del archivo y cómo éstos, al igual que nuestras identidades, vínculos e historias, están constituidos por presencias, ausencias y silencios. Le gustó la idea y dejamos volar nuestra imaginación mientras hablábamos de su pasado y de su presente.

En total tuvimos 5 sesiones por Zoom con más de 12 horas de grabación. Mientras él hablaba, yo trascribía lo que él decía. Al final le pasé la copia de los videos así como de la transcripción, él comenzó a trabajar en sus obras y yo en la curaduría que varios meses después dio como resultado en el siguiente montaje el cual contiene 19 piezas, entre objetos de archivo y obras nuevas, las cuales están clasificadas en 6 núcleos conceptuales que son los siguientes:

Núcleo 1 Diálogo entre padre e hija

Me puse a pensar que si bien no mostraría las respuestas de mi papá, el cuestionario lo había hecho yo y, por ende, deseaba incorporarlo en mi curaduría, puesto que, por una parte, materializaba el silencio de sus respuestas y, por la otra, me preguntaba si quienes las leyeran sentirían curiosidad por nuestro diálogo o tal vez se las apropiarían para hacérselas con sus propias ancestras y ancestros. Mi primera idea era imprimirlas y agregarlas como documentos pero, al contarle la idea a mi papá, me propuso que las escribiéramos sobre una tela que pareciera piel, con la cual forraríamos el kit, idea que me encantó y que eventualmente evolucionó en la instalación performance titulada “Silencios”. Agradezco a Andrea Larios por ayudarnos a hacer realidad esta pieza.

Posteriormente, Brenda y yo continuamos pensando sobre la constricción en el uso del contenido de las entrevistas y consideramos que podríamos hacer una pieza sonora con fragmentos ininteligibles y descontextualizados de las grabaciones, jugando así entre la presencia y la ausencia, el sonido y el silencio. Dicha pieza se titula “O-YENDO AL AYER”.

Pensando en la idea de que la identidad se compone del entretejido de silencios, memorias, olvidos y discursos que van cambiando a lo largo de la vida y considerando la técnica del tejido de papeles que ha utilizado mi papá desde hace tiempo, como lo analiza Brenda, le pedí al vato loco que realizara piezas con pedazos de las frases que dijo sobre su infancia entretejidas y descontextualizadas. Éstas las nombró “T G DOR de olvidos archivados”. Es importante notar que en la curaduría de Mónica, en el núcleo sobre Álvarez Bravo, él también utilizó algunas frases de nuestras conversaciones.

Núcleo 2 Útiles revividos

Como les platiqué hace rato, al inicio de nuestras entrevistas le pedí a mi papá que buscara entre sus cosas o archivo personal objetos de Manuel y de Nini pero no lo hizo. Eventualmente sí fue recopilando diferentes objetos de su padre y madre y estos conforman el segundo núcleo de la curaduría. Lo primero que me mostró fueron las herramientas de trabajo de Manuel, que son las mismas que utiliza Brenda en la suya, como veremos más adelante, y sobre las cuales mi papá habló detalladamente en nuestras pláticas. Luego, por ahí de abril de este año, Víctor halló la colección de monedas que Manuel recolectaba cuando las encontraba entre los muebles que retapizaba. Clara y específicamente le pedí que las guardara muy bien pues las utilizaría y les cuento que hace un par de semanas me llamó para decirme que las había guardado tan pero tan bien que no las encontraba por ninguno de sus escondites secretos, por lo que me pregunté si tendríamos otro silencio más en esta narrativa. Afortunadamente, dos días antes de realizar el montaje, las encontró y pudieron formar parte física del proyecto. El tercer elemento fue un kit de costura que mi abuelita utilizaba cuando venía a la casa, es decir, sus herramientas de trabajo, como también lo detallará Brenda más adelante.

Núcleo 3: 1949-72: Sin-consensos, recuerdos y mutismos

El tercer núcleo surgió en el momento en el que le platiqué a mi papá la razón por la cual había elegido hacerle 72 preguntas, que explico anteriormente. Se rió y me contó que justamente él tenía un proyecto titulado 1949, que corresponde al año de su nacimiento, y que está conformado por 1949 obras en óleo de pequeño formato (28 x 18), con papel hecho a mano sobre su historia de vida. Su descripción en 2021 desde su recuerdo fue:

Cuando vivíamos en Sombrerete, creo que en el 84, antes del temblor estaba pensando hacer un proyecto llamado 1949. La idea era recuperar mi infancia. Iban a ser 1949 oleos divididos en tres etapas: primero iba a platicar de lleno con mi mamá respecto a lo que sintió de tenerme, su embarazo, cuando nací hasta que tenía la edad de Elián cuando ya podía recordar. Cuando le pregunté a mi amá si quería participar, no le gustó pues se le hacía muy loca la idea. La otra etapa era acercarme a mi tía, y preguntarle qué pensaba de mí y me dijo “¿para qué quieres saber esa información?” y ahí quedó. Empecé a trabajar las hojas, las mandé a hacer, están empezadas, están los paquetes. Fue muy loco porque en alguna ocasión invité a Manuel Felguérez para mostrarle los esquineros y muy amablemente vino y le gusto la idea de recuperar esos recuerdos. El tercero era mi etapa que vivía en ese momento, quería hablar a través de la pintura, con textos, suajes. El proyecto quedó como sueño guajiro, pero me gustó porque lo tenía bien dividido y cómo iba a trabajar de 1949 a 1984 o 1985.

Posteriormente, Víctor hurgó en su archivo en el cajón de proyectos guajiros[5] y localizó los documentos del proyecto. Dos cosas me llamaron la atención en términos del eje conceptual: en primera, la diferencia que existe entre la descripción original del proyecto y el recuerdo que me narró 30 años después puesto que vislumbran las modificaciones y los silencios que el tiempo hace en nuestras memorias. Por ejemplo, que el año en el que lo hizo fue en 1992 y no 1984, o que en un inicio había considerado una cuarta etapa, que era la de su gestación o que este proyecto fue detonado por situaciones personales y profesionales como la muerte de un amigo muy cercano y el proyecto Mímesis, que le permitieron desplazarse a otros espacios para considerar trabajar sobre sí mismo. Como paréntesis, Tona hablará sobre este proyecto más a profundidad. En este sentido, me parece interesante que hoy en día resurja este proyecto en el marco de estas curadurías.

En segunda, que los silencios familiares del proyecto, materializados en los cuestionamientos de mi abuelita Nini y de la tía de mi papá y su consecuente rechazo, influyeron en la dificultad de llevarlo a cabo, por lo que me pregunto por qué ellas no habrán querido hablar de su pasado y qué querían mantener en silencio. Me supongo que nunca lo sabremos. También agregar que esta pieza está sumamente entretejida con la plática de Maribel puesto que muestra obra gráfica realizada por Víctor en la década de los 90 de la que ya habló antier.

Núcleo 4: Cotidianidades e infancias

Durante nuestra plática, mi papá me contó sobre su infancia, su día a día, su casa, los olores, sabores y sonidos que recordaba. Me contó lo que comían, los lugares donde iban a pasear, las diversas escuelas a las que asistió, las travesuras que hacía e, incluso, la vez que se le perdió a su mamá y hermano estando a media feria. En este sentido, incorporo a la curaduría tres de esas imágenes que me mostró y agrego dos que yo les tomé, varías décadas después, en Ciudad Constitución, Baja California Sur cuando todas las familias Lerma nos juntamos para pasar navidad y que resultó ser el último viaje colectivo antes de que falleciera mi abuelita Nini en el 2018. Con base en esto, mi papá realizó una nueva pieza, titulada Fotos Cotidianas, incorporando estas fotografías.

Problematizando más los silencios y las ausencias en nuestras historias personales, retomé una temática que abordamos en las pláticas con respecto a una inundación que pasó en Tijuana en la década de los 90 y que arrasó con varias colonias y casas, incluyendo la de mi abuelita. Afortunadamente, Nini estaba en la CDMX y no le pasó nada a ella. Sin embargo, la mayoría de sus pertenencias, muebles y paredes se perdieron, excepto por una caja que estratégicamente había colocado en la parte superior de unas repisas que contenía fotos –incluyendo las que les acabo de mostrar– y papeles importantes –como la escritura de su casa. Eventualmente, mi abuelita vendió el terreno por lo que integro en la curaduría el contrato de compra venta que guardaba mi papá entre sus papeles personales. Cabe destacar que la única pared que soportó el desastre, y sobre la que estaba la repisa, la había reforzado Manuel pues daba a su taller de tapicería.

Una de las preguntas que le hice a mi papá, a propósito de la inundación, fue qué objeto le hubiera gustado recuperar, a lo que contestó que la mandolina. Con base en su respuesta, le pedí que produjera una pieza sobre una mandolina que tituló “De los objetos deseados”. En una reunión que tuvimos posteriormente con mi tío Armando, también le hice la pregunta y su respuesta fue otra, pero esa información se quedará resguardada.

Núcleo 5: Entre cartas y silencios

El quinto núcleo, inició como un juego de mi parte de intervención con la curaduría y en relación con los silencios. Decidí escribirle una carta a mi papá respecto con mi sentir sobre este proyecto y, al dársela, le dije que no la podía abrir hasta que él decidiera compartir nuestras grabaciones. De esta manera, yo estaba generando otro silencio a partir de su silencio el cual, hasta el momento, me parece que no ha sido abierto.

Un tiempo después, mi papá me llamó por teléfono, muy emocionado, para decirme que había encontrado, entre sus múltiples papeles, las cartas que le escribió a su madre y padre cuando se fueron a Europa a principios de los 80. Si siguen el Facebook de mi mamá, probablemente vieron la entrada que subió el 21 de agosto mostrándolas y de pasó promocionando este proyecto. Cabe destacar que estas cartas existen hoy en día ya que estaban dentro de la caja, sobre la repisa, en la pared que reforzó Manuel el día que se inundó su casa. En fin, me dijo que él haría una pieza nueva, titulada “carta a mi amá”, donde las trabajaría gráficamente desde los silencios y las censura e incorporaría una que yo le había escrito a mi abuelita cuando en mis años de puberta viajamos a Europa.

El día que nos juntamos para montar mi curaduría, decidí incorporar estas cartas en una suerte de instalación de archivo y quiero destacar una frase escrita que me llenó el corazón de amor. El 20 de mayo de 1985, a dos meses de haber nacido, mi papá le escribió esta posdata a su madre.

Núcleo 6 “identidades entretejidas

Finalmente, el silencio, mejor dicho, los silencios son constitutivos de nuestras identidades, así como de nuestras historias familiares. Ya sean silencios voluntarios, involuntarios, traumáticos o irrelevantes, frágiles o resistentes, chistosos o tenebrosos, individuales o colectivos, debemos saberlos parte de nosotras y hacer de ellos nuestros aliados en vez de nuestros enemigos. En este sentido, este concepto entendido como verbo, sustantivo y adjetivo, es el principal elemento del andamiaje de este proyecto puesto que estuvo desde su concepción, su desarrollo, su conceptualización y su conclusión y dos piezas que realizó al respecto son las que a continuación les muestro y que hablan de la censura y la muerte, otros dos silencios tajantes en nuestras historias de vida.

A manera de conclusión

Esta curaduría, co-creada tanto por mi papá como por mí, tiene elementos particulares que difieren de las otras. Por una parte, el hecho de que no se trate del análisis de obras, procesos o materiales artísticos previamente desarrollados, sino de sus recuerdos y de su pasado, generó que se produjeran mayor cantidad de piezas nuevas y que no haya tanta presencia de material documental de archivo. En este sentido, empleamos la memoria oral y el diálogo –ambos censurados aquí– como dos de las principales técnicas investigativas siendo éstas, como lo hace Mónica en la suya, es de las más utilizadas en el quehacer artístico de Lerma. Por otra parte, la mayoría de estas piezas fueron creadas en colaboración entre él y yo mientras que las otras, fueron pensadas exclusivamente por mi papá. Otra diferencia fue el juego que le dimos al espacio del Kit de esquina, pues no se si se dieron cuenta, pero escondimos algunas piezas en la parte posterior del mueble. Ahora bien, esta discusión la podremos tener más adelante.

De acuerdo con la historiadora francesa Arlette Farge, los silencios, las censuras y los olvidos forman parte íntegra de los archivos y pensarlos permite visibilizar, así como problematizar las relaciones de poder que existen, no solo en la parcialidad de los materiales disponibles sino que también en el análisis de las personas involucradas en su producción. Estos marcan identidades, narrativas y discursos de contextos particulares, por lo que, de acuerdo con la situación, hay que llevar a cabo diferentes mecanismos para romperlos, encontrarlos, identificarlos, fortalecerlos o, en ocasiones, generarlos. Sin embargo, creo que es importante saber que, desde su ausencia, siempre nos acompañan y que nos atraviesan en nuestro día a día.

Les quiero contar que el otro día, mientras escribía este texto, me llamó mi papá para decirme que le había contado a su hermano Armando sobre el proyecto y que acababa de tener una maravillosa plática con él de más de dos horas sobre sus recuerdos de infancia. Me comentó, entusiasmado, sobre las diferencias y similitudes en sus relatos y que quería que hiciéramos una plática entre todxs, hecho que sucedió, que enormemente le agradezco a mi tío y a Delfina por su tiempo y por compartirnos fotografías y les comento que esta plática también quedará guardado en el baúl de los silencios. Ese día que me llamó, concluyó diciéndome, con voz cortada, que Armando le había comentado que su “apá” sí había conocido a dos de sus hijos por lo que mi papá le preguntó cómo había sido como abuelo y respondió que “fue un abuelo muy amoroso y juguetón”. Así, retomando mi inquietud inicial de esta curaduría, respecto a la posibilidad de crear un vínculo afectivo con Manuel a partir de los recuerdos de mi padre, admito que he podido construir una idea, o una posmemoria, como dirían autoras como Laura Athie, más compleja sobre quién fue él, qué hacía, qué (no) le gustaba, cómo fue como padre y como abuelo. Si bien en este momento considero que es muy temprano para saber si el vínculo se forjó o se fortaleció y de qué forma, les puedo compartir que el otro día, cuando me referí a él, lo nombré “abuelo” y no “Manuel, padre de mi padre”.

Para terminar, otro vínculo que se movilizó en este proceso fue el que tengo/tuve con mi abuelita. A pesar de que sí la conocí por muchos años y tuvimos una relación bastante cercana, escuchar los recuerdos de mi padre sobre ella me permitió ver diversos lados de Nini como trabajadora, madre, cocinera, cuidadora, coleccionista, archivista, religiosa, esposa, hija o migrante y me encantó pensarla, recordarla y sentirla cerquita. Sin embargo, un vínculo que no preví que se fortalecería era el existente entre mi papá y yo, puesto que esos diálogos, esos momentos creativos y esas horas en Zoom o creando la curaduría me permitieron conocerlo más, escuchar cómo entretejía sus narrativas, sobre sí mismo y con sus piezas, esto como guiño a la siguiente plática, y crear una alianza muy íntima y cercana en el marco de una pandemia que nos ha obligado, entre otras cosas, a alejarnos físicamente. En este sentido, considero que, a pesar de que los silencios impregnaron esta curaduría, fueron nuestras voces las que fortalecieron este vínculo entre padre e hija.

 

[1] 5 y 12 de febrero de 2021

[2] 19 y 26 de febrero de 2021

[3] 11 y 19 de marzo de 2021

[4] 26 de marzo y 4 de abril de 2021

[5] Los proyectos guajiros son aquellos que no se lograron completar por alguna razón. En el archivo de Pinto mi Raya hay toda una sección de estos.

 

Tona 1

Esta curaduría del proyecto Kit de Esquina se presentó en la página de FB de Pinto mi Raya el 8 de septiembre de 2021 y en ella Tonantzin Arreola recorre algunos de los proyectos de de Pinto mi Raya desde la forma en la que fueron organizados.
Tona 1

Pueden consultar el video en la página de Pinto mi Raya en FB aquí  o en el canal de You Tube aquí.

Y a continuación les dejamos el texto de la presentación de Tona Arreola.

 

Pinto mi Raya

Por Tonantzin Arreola Romero

Derivado de la pandemia global, el proyecto de El kit de Esquina ha tenido que mutar, lo que ha resultado particularmente complicada debido a que las actividades proyectadas para el 2020 y 2021 eran participativas, como visibilizar el contenido del Archivo de PMR a partir de la relación con otros espacios.
Tona 2

Para salvar tal situación, algunos cómplices del Archivo Pinto mi Raya (Mónica Mayer, Maribel Escobar, Brenda Hernández, Yuruen Lerma y yo) hicimos curadurías a partir de temas, proyectos, objetos y documentos del Archivo y realizamos entrevistas a Lerma para profundizar sobre los mismos. (Enlaces a las otras curadurías). Mi curaduría es sobre los procesos de autogestión de Pinto mi Raya. Decidí problematizar su obra con ese concepto porque me encuentro realizando mi trabajo recepcional de la carrera de Arte y Patrimonio Cultural de la UACM, pero además porque soy artista independiente y también realizo con mis propios recursos los procesos para llevar a cabo mi obra. Me preocupa porque en mi experiencia académica poco se comenta sobre lo común de esta práctica, su diversidad y las necesidades que llevan a diferentes actores a participar de la gestión, organización y diseño de proyectos. De modo que mi curaduría busca abrir el debate.

Tona 3Lerma y Mayer.

Antes de pinto mi Raya

Mónica Mayer y Víctor Lerma se conocieron en la Academia de San Carlos en la primera mitad de los setenta. Entre sus profesores estaba el artista Sebastián, con quien se acercaron por primera vez a prácticas que hoy entendemos como gestión (Mayer, 2021). El propio Lerma comenta que fue un ejercicio importante y es de la opinión de que debería integrarse en el plan de estudio de artes[1]. En este ejercicio, que tuvo como resultado Salón 77, en el que a los estudiantes se les impulsó a hacer difusión, comunicación de medios y hasta un catálogo, prácticas y reflexiones que hasta hoy Pinto mi Raya llevan a cabo en sus proyectos.

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Fragmento de publicación sobre Salón 77

Aprovechar el intersticio

A finales de los setentas, la pareja viaja a Los Ángeles impulsados por el interés de Mayer de estudiar en el Woman’s Building, donde permanecen poco más de dos años. Habiendo regresado de Los Ángeles, recién casados y con la posibilidad de visitar a familiares en el extranjero, Mayer y Lerma organizan una serie de conferencias en Europa con temas como Poesía visual, Fotografía, La generación de los grupos y Arte de mujeres, entre otros. Es importante que se posicionan como agentes con saberes y capacidades al momento de plantear sus proyectos, con lo que se atreven a solicitar espacios. Aunado a eso, participaban de la red de arte correo y el padre de Mónica tenía contacto con el subsecretario de relaciones exteriores, cartas que jugaron a su favor para compensar la precariedad económica con la que había regresado de Los Ángeles y que utilizaron para contactar a las instituciones artísticas en las que dieron sus conferencias. Se presentaron en diferentes universidades y espacios artísticos, como la Sorbona de París, pero lamentablemente la gira terminó antes de lo previsto por el fallecimiento del padre de Lerma.

 

Primeros proyectos

Galería de autor
Si bien Pinto mi Raya comienza en 1989, desde antes caldeaban el tema de abrir un espacio para exponer con amigos y colegas. Finalmente, en 1989, la pareja decide inaugurar su galería de autor. El nombre de Pinto mi Raya fue una sugerencia de la pintora Elena Villaseñor y al comienzo fue leído como algo agresivo o gracioso, incluso algunos se referían a ellos como “Pinta tu Raya”. El lugar estaba a abierto para que otros artistas colaborasen, para lo cual la pareja ponía a disposición el espacio y algunas herramientas como un guion de los pasos a seguir para organizar, difundir y visibilizar el espacio y la muestra, siempre con el entendido de que Pinto mi Raya no fungirían de galeristas de terceros.

El espacio se encontraba en la colonia Hipódromo-Condesa, que en aquel entonces era una zona de vivienda para artistas e intelectuales. Había otros espacios artísticos y culturales como El Foco (espacio de alumnos de La Esmeralda), Unicornio blanco (donde se impartían clases de arte), Los Caprichos (mueblería/galería) y la escuela Decroly (donde era profesor Alain Kerriour, quien impartía clases de performance a niños). En 1991 comienzan a colaborar para compartir público y generan un circuito cultural, gestionan el transporte entre los espacios con un microbús y el coctel con una taquería, el cual consistía en agua fresca o sangrías. Mayer comenta que las temáticas de las exposiciones respondían a los feriados populares, pero además subraya que eran una burla abierta a la naciente figura del curador.

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Invitación Neocursis: artistas que realmente saben amar.

También en esos primeros años, comienza uno de los proyectos más representativos de la pareja, Raya: crítica, crónica y debate en las artes visuales (1991-2016). Definido por ellos como arte conceptual aplicado, con el que buscaban lubricar el sistema de las artes en México porque, en palabras de Lerma, había artistas haciendo obra contemporánea pero no había aún un “sistema de las artes para los medios alternativos”. En algunos momentos con ayuda de algunos cómplices, pero principalmente solo entre Lerma y Mayer, Raya compilaba la noticia sobre artes visuales de una docena de diarios de circulación nacional en engargolados quincenales que estaban a la venta bajo pedido. Se realizaron diversas presentaciones y actividades en aniversarios, pero el proyecto nunca fue económicamente rentable, ya que implicaba la compra de los periódicos, tiempo para revisar y seleccionar las noticias, formatear a tamaño carta, realizar el master para sacar las fotocopias y finalmente hacer las fotocopias y los engargolados. Raya es uno de los proyectos más constantes dentro de Pinto mi Raya, pero ya volveré sobre él más adelante.

 

El desarrollo de Pinto mi Raya

Gráfica digital

Mayer y Lerma han tenido interés por los denominados “medios alternativos”, explorando los no objetualismos, el performance y el arte conceptual. En la primera mitad de los noventa la innovación tecnológica exploraba la reproducción mecánica a color (Mayer, 2021) y CANON presentaba una copiadora de gran formato que imprimía por cuatricromía. Lerma se interesó por poder trabajar con tales equipos, lo cual llevó a buscar el apoyo de la empresa japonesa. Por sugerencia del padre de Mayer, buscaron a alguien que supiera japonés para poder escribir una solicitud al director de CANON en México, éste a su vez les sugirió no hacer la solicitud por escrito y, gracias a una serie de contactos, concretó una reunión personal con el director de la empresa. Con algunos tips de etiqueta empresarial, se presentó el proyecto Mímesis (1991) ante el director, quien aceptó gustoso la colaboración, facilitando materiales, préstamo de equipo, espacio de trabajo y personal de apoyo para su realización. Mayer y Lerma, en conjunto con Fernando Gallo y María Marbán, presentaron públicamente el proyecto, invitaron a artistas de diferentes generaciones, organizaron los tiempos de producción de los 25 participantes y posteriormente donaron la carpeta gráfica a diferentes instituciones, además de realizar obra para la carpeta.

 

El segundo proyecto de gráfica digital fue Aquerotipo (1993), que fue coordinado por Víctor Lerma y Humberto Rodríguez Jardón. También contó con el apoyo de CANON y se le sumaron la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP) y el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA). Participaron 6 artistas realizando obra multipágina y una instalación en la Academia de San Carlos de la ENAP. Al igual que la carpeta de Mímesis, la de Aquerotipo fue donada a diversas instituciones.

Luego fue EMPA (Electrografía monumental sobre papel de algodón-1995), en esta ocasión solo participaron Lerma, Mayer y Rodríguez Jardón, quienes en su exploración visual se interesaron en las posibilidades de la obra de gran formato, y dieron con Nash Editions, un taller especializado en la impresión de obra artístico sobre papeles de algodón. Contaron con la beca de Fomento y Coinversiones del FONCA, con la cual se fueron a California a producir la obra.

El último proyecto de gráfica digital fue Gráfica periférica, una serie de exposiciones en el Museo Carrillo Gil en el que cada mes por 17 meses un artista o grupo expuso obra de gráfica digital en un par de vitrinas junto a la video sala del museo. El espacio se consiguió porque ya se tenía relación con la directora del museo. Nació de la preocupación sobre la falta de documentación sobre la gráfica digital en México, falta que se explica porque esta técnica no era tomada en serio. Además de la muestra, hubo charlas y documentación en video, la cual está resguardada en el archivo de Pinto mi Raya.

 

RIP: Rebeldía ante la impotencia plástica (1996)

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Otra estrategia de la que se apropiaron fue de la premiación. Antes, en El Universal, Mayer publicó los Premios Polvo de Gallina Negra y los premios Pinto mi Raya, ambas acciones plásticas cuestionan el papel que los certámenes y premiaciones tienen en el discurso del campo. El Último Encuentro Nacional RIP fue una acción/premiación organizada en conjunto con La araña de peluche (Maris Bustamante), COTAVLE (Hilda Campillo y Carlos Blas Galindo), Pelos de cola (Esteban Eroski y David Coronilla) y Polvo de gallina negra (Bustamante y Mayer) y consistió en una convocatoria con cuatro categorías:

a) Performance de semáforo

b) Diseño de marchas, manifestaciones y plantones

c) Diseño de timbres postales eróticos

d) Textos sobre performance y arte conceptual

La premiación se llevó a cabo en la sala Manuel M. Ponce del palacio de Bellas Artes el 6 de diciembre de 1996. El espacio lo consiguió Víctor Lerma, quien conocía a Agustín Arteaga, subdirector del espacio, quien a su vez ya conocía el trabajo de Pinto mi Raya y los otros organizadores. La utilización de este espacio, que ocupa una posición predominante en el campo, regula y legitima a los agentes que ahí se presentan.

Clasificado por sus autores también como una pieza de arte conceptual aplicado, se suma a la preocupación de cuestionar las reglas del campo al no ver espacios de representación para la obra no-objetual. El Último Encuentro Nacional RIP se denominó como último en una abierta crítica a otras convocatorias que buscan tener continuidad, pero no lo hacen, además que nuevamente reluce el interés de los autores por hacer títulos llamativos, provocadores y sugerentes.

Las de 1999

El humor siempre ha sido una estrategia de Pinto mi Raya, es para ellos una herramienta para hablar de temas complicados, para acercar su obra al público, para desmitificar y criticar valores y creencias. En 1999, en plena histeria por el fin del milenio, mucho se hablaba del fin del mundo, del cambio de era, del fin de un momento, y, en esa sazón, Pinto mi Raya anuncia que trabajarán mucho ese año para luego tomarse el siguiente milenio de sabático, realizando una obra cada dos meses: tres exposiciones, dos performances y una obra por fax, en los meses de enero, marzo, mayo, julio, septiembre y noviembre.

En términos de organización, esto implicó la solicitud y coordinación con cuatro espacios (para las tres exposiciones y para una de las acciones) y el acondicionamiento de un espacio personal, generar los materiales para prensa, estrategias para invitar a los participantes y el público, publicando convocatorias en periódicos o realizando llamadas telefónicas. Obviando el tiempo de la producción misma de las piezas, sobre todo para las exposiciones. Considero que es una serie en la que se puede problematizar tanto su acción como “arte conceptual aplicado” y su comprensión del campo del arte.

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Raya
Mayer y Lerma tienen presente la dimensión política de resguardar la memoria y su papel en la construcción de las narrativas, pero tener un archivo implica una serie de tareas que muchas veces son pensadas ajenas al trabajo artístico. Es importante no olvidar que Pinto mi raya es un proyecto de arte. En pleno 2021 la obra que revisa los archivos, que se los apropia, activa o interviene ya tiene un lugar dentro de los circuitos del arte (Barriendos & Carrillo Herrerías, 2017), pero para inicios de los noventa la obra de Pinto mi Raya era difícilmente considerada como obra de arte. Parte fundamental del trabajo que ellos han realizado durante las últimas décadas responde al posicionamiento que tiene sobre su propia producción artística.

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Uno de los proyectos más ambiciosos ha sido Raya: Crítica, crónica y debate en las artes visuales. Por 25 años compilaron la noticia sobre artes visuales, con la intención de concentrar y facilitar el acceso a lo escrito sobre el tema en diferentes medios nacionales. A lo largo de esos 25 años, los propios Lerma y Mayer se preocuparon de activar el archivo que tal proyecto iba generando. Algunos de estos proyectos fueron los compilados temáticos, los proyectos de Ediciones al vapor (2002), Archivo Activo (2011) y la digitalización de Pinto mi Raya. En todos estos, además de ser el comité curatorial en la selección quincenal, seleccionaron y editaron los materiales para los compendios temáticos, gestionaron los recursos para la realización de archivo activo y coordinaron la digitalización y diseño de la USB que compila la totalidad de Raya. A lo largo de este proyecto otros artistas y amistades han colaborado en algunos procesos del proyecto, pero la mayor parte del trabajo ha sido realizado por la pareja.

Actualmente han dejado de compilar la noticia (al menos eso ha dicho Lerma) y su producción está enfocada en revisitar de diferentes maneras lo que a la fecha han juntado. Los proyectos De Archivos y Redes (Mayer) y Kit de esquina (Lerma) tienen ese objetivo. Resulta interesante que la revisión de su propio archivo venga acompañada de visitar otros archivos.

Conclusiones

La pieza es el conjunto de ideas que se suman para crear la obra.
Lerma, V

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Pinto mi Raya, por su propia naturaleza, implica más actividades que las que podrían enumerarse en las prácticas artísticas, sobre todo tradicionales. En las entrevistas que realizamos a Lerma, él comenta que el trabajo para gestar una obra de arte conceptual iimplica.

1. La gestión como concepto y profesión es algo de la segunda mitad del siglo pasado[2], pero contempla actividades que ya se hacían desde otras profesiones desde antes. Algunas críticas al concepto señalan que es una teoría importada desde España y que nace bajo estructuras capitalistas, requiriendo términos nuevos como “gestión comunitaria” para describir prácticas culturales que, nuevamente, vienen sucediendo en Latinoamérica desde tiempo atrás. De manera similar sucede con el caso de Pinto mi Raya. Mayer y Lerma se posicionan desde lo valioso que es su obra y desde ahí se atreven a organizar, a pedir espacios para exponer y presentar sus obras. También de la preocupación de generar espacios para la obra que para ellos era relevante ante la percepción de no tenerlos en el sistema del arte. Abrir un espacio y compilar la crítica son, pues, acciones artísticas que apuntalan en la construcción de ese campo, involucrando además a los otros agentes, como los galeristas y los periodistas culturales.

Otro problema es que la profesionalización se ve atravesada por el capitalismo, resultando en que ésta adopte términos y estrategias de otras profesiones más afines al capital, como consecuencia los agentes del arte y la cultura comienzan a preocuparse por lo “rentable”, antes que en la congruencia de un proyecto, a veces olvidando los motivos que les llevan a elaborar un proyecto ccultural.

2. Tener apoyos públicos y privados, en formato de las becas del FONCA, apoyo de relaciones exteriores o del Patronato de Arte Contemporáneo, requiere trabajo y tiempo. Hay varios fenómenos que los financiamientos de este tipo han provocado. Escribir una carta y describir de manera clara el proyecto a los posibles benefactores, implica un constante trabajo de organización. Hay quienes encabezando un jurado solicitan a los artistas saber redactar objetivos e intenciones para recibir un apoyo, pero a la vez hay un hueco en la educación artística institucional, donde sigue sin figurar la importancia de poseer estas herramientas. ¿Qué se hace en la educación artística que se exige al creador tener habilidades que nadie le facilita? Mayer y Lerma lo han aprendido en el camino porque los propios financiamientos privados y estatales en México eran cosa nueva en los noventa, ya no digamos en los setentas.

Pinto mi Raya ha sabido sacar ventaja de sus capitales (relación con personajes en puestos de poder, apoyo de familiares y amistades con recursos económicos). También conocen la relevancia de generar redes de apoyo con sus colegas, tanto artistas como otros agentes del campo. El posicionamiento de Lerma y Mayer desde el que defienden su obra se elabora apropiándose de las estrategias del sistema de las artes, en parte aprendidas afortunadamente en su formación académica. La obra de Pinto mi Raya elabora sobre la pregunta de Bourdieu acerca de quién creó a los creadores, quienes son los que postulan, defienden y acceden a las posiciones del sistema de las artes.

3. El contexto es parte fundamental de las obras y una obra como Pinto mi Raya, preocupada del contexto, no podría más que participar del mismo. Los no-objetualismo, el arte conceptual y procesual se han ido consolidando desde mediados del siglo pasado y estuvieron presentes desde su formación en la ENAP, considero que luego se vieron reforzados por las pedagogías feminista del Women’s Building, donde Víctor reconoce haber visto la relevancia de generar un archivo propio para poder articular narrativas documentadas desde la disidencia. También jugaron su papel las teorías sobre la cultura, autores como García Canclini, Acha y Lukacs; así como la politización que México y el mundo vivían posterior al 68.

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4. Hacer archivo no solo es la tarea de recopilar de manera crítica los documentos, también es importante generar estrategias para visibilizar los materiales que contiene ese archivo y pensar en formas en que éste pueda ser conocido y a la vez protegido, ahí radica la importancia del proyecto actual de Víctor, en el que estamos participando. Pero además de recopilar documentos, Pinto mi Raya se ha involucrado en la producción de materiales que den cuenta tanto de su archivo como de su producción artística. Generar materiales para prensa y hacer un catálogo es parte de la articulación de una exposición ya que comunicar a otros es importante. Es más, Joaquín Barriendo, en el simposio Archivos fuera de lugar dice que El catálogo…es lo que trasciende más, en cuanto a fijar información en el imaginario colectivo. (El documento en el espacio expositivo, 2017).

Referencias

Barriendos, J. (2017). El documento en el espacio expositivo. En J. Barriendos, & S. Carrillos Herrería, Archivos fuera de lugar (págs. 115-153). México: Taller de ediciones económicas.

Barriendos, J., & Carrillo Herrerías, s. (2017). Archivos fuera de lugar. Circuitos expositivos digitales y comerciales del documento. México: Taller de ediciones económicas.

Bourdieu. (1990). Sociología y cultura. México: Grijalbo - CONACULTA.

Mayer, M. (8 de Abril de 2021). Ciclo: Transformación social. Imaginarios Contemporáneos. (F. Ramos, Entrevistador) México, México. Recuperado el 13 de Abril de 2021, de https://www.mixcloud.com/MuseoArteModerno/?fbclid=IwAR1042_EMA48MsssJ5rLRlZBEUYrc10MNv8dsxpRyUn4DgJdtAO7IV9ejK4

 Notas

[1] Hoy el plan de estudio ha tenido cambios y ya se incluyen algunas clases de Museografía y Gestión, pero ambas son optativas de un año, no prácticas plenamente integradas en la formación artística.

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 La curaduría de Yuruen Lerma, junto con la de Brenda Hernández, se presentó el 3 de septiembre de 2021 a través de la página de FB de Pinto mi Raya.

 Publicidad 5 Curadurías para el Kit de esquina sin marco

Este proyecto consistió en una profunda investigación sobre la vida personal de Víctor, quien realizó entrevistas con él de más de 13 horas sobre su infancia, sus padres, su vida familiar y la vida en la frontera.

YURUEN BLOG 1

Esta curaduría, además de los documentos y obras de Lerma que se presentan, incluye un par de colaboraciones entre Lerma Uzeta y Lerma Mayer. 

imagen yuruen 2

 El video de esta curaduría lo pueden ver aquí.

 

Las siguientes son las estadísticas del evento al 7 de octubre de 2021.

 yuruen y bren

Alrededor del mundo, la pandemia causada por el virus SarsCov-2 en 2020 nos obligó a modificar, repensar y reestructurar nuestra vida cotidiana, relaciones, trabajos y dinámicas sociales, entre muchos otros aspectos y el proyecto “Interposiciones visuales y desdoblamientos del archivo Pinto mi Raya” de Víctor Lerma en el marco del Sistema Nacional de Creadores de Arte, no fue la excepción. Si bien la propuesta original no se modificó, cuyo objetivo era “articular una propuesta gráfica, espacial y conceptual para crear dos objetos/esculturas/archivos, es decir, los kit de esquina tanto fijo como móvil, que funcionen como dispositivos de recopilación, performance, exposición y activación del archivo y la memoria”, como lo hablará Brenda más adelante, sí tuvo que mutar ante las nuevas restricciones de movilidad y de cercanía implementadas, en especial en lo referente a los espacios de difusión y producción, ya que, como bien sabrán, hasta hace unos meses, antes de la vacunación masiva, regresar a lo presencial no se veía cerca ni de chiste. Por ende, Mónica Mayer, Tonantlzin Arreola, Maribel Escobar, Brenda Hernández y yo decidimos apropiarnos del espacio museográfico del Kit de Esquina y desarrollar cinco curadurías a partir de las cuales investigaríamos, desde nuestros propios intereses, diferentes aspectos de la vida artística y personal de Víctor Lerma, empleando tres pilares de investigación: el archivo de Pinto mi Raya, Víctor Lerma como artista y como persona y el proyecto curatorial del Kit de Esquina, mientras que, paralelamente, él produciría nuevas piezas que dialogarían con cada una de nuestras propuestas. Así, el foco principal de investigación, que inicialmente era el del archivo Pinto mi Raya, se desplazó al de Víctor Lerma, como persona y como artista, convirtiéndose él en el archivo con el cual trabajaríamos.

Todas nosotras tenemos una relación diferente pero cercana con Víctor así como con Pinto mi Raya, ya sea como co-fundadora, esposa, hija, amiga, investigadora, artista, nuera, colaboradora, etc., por lo que cada una, desde nuestra historia personal y profesional, fuimos proponiendo temáticas que nos llamaban la atención profundizar. Así, las propuestas que desarrollamos fueron entretejiendo nuestros intereses con los de Víctor: lo íntimo y lo laboral, lo artístico y la gestión, lo propio y lo colectivo, lo dicho y lo no dicho, lo pasado y lo presente, lo familiar y los afectos, incluso, lo visual o lo táctil, entre otros, como veremos más adelante y en las otras curadurías.

            En la primera junta por Zoom que realizamos el enero de 2021, decidimos la temática de las curadurías: Mónica, con quien Víctor ha compartido su vida desde los 70, decidió enfocarse en su trabajo fotográfico como estudiante y profesional durante dicha década y la subsecuente. Maribel, por su parte, quiso investigar sus obras gráficas desarrolladas desde los 70 en adelante mientras que Tona tuvo interés particular sobre procesos de gestión de proyectos artísticos desarrollados por Lerma y Mayer a finales del siglo pasado y principios del actual. Brenda, siendo la que diseñó y produjo el Kit de esquina, eligió investigar el proceso artístico de esta última etapa, específicamente en lo referente al saber-hacer manual de la obra de VL. Cuando llegó mi turno de elegir, no estaba muy segura de qué línea investigativa seguir hasta que comencé a reflexionar en torno a mis intereses que en estos últimos años he desarrollado sobre los archivos familiares y la recuperación de las historias de vida de mis ancestras y ancestros. Lo anterior me permitió darme cuenta de que en mi historia personal existía un enorme vacío sobre un familiar: Manuel Lerma, mi abuelo paterno. Tanto él como Lilia Lucido, mi abuela materna, fallecieron antes de que yo naciera, sin embargo, de mi abuela sí conocía mucho gracias a que mi madre siempre me habló de ella. Situación que no ocurrió con mi abuelo paterno Manuel, del que poco se habló durante mi infancia ya sea porque mi padre rara vez lo mencionó o, también, porque yo nunca le pregunté nada y así como en la foto, siempre ha sido un personaje oculto. Incluso, al pensarles, advertí que era diferenciada la forma en la que les nombraba: ella era “mi Omama”, que significa abuela en alemán, mientras que él era “Manuel, papá de mi papá”. Por estas razones, decidí que los objetivos de mi investigación, a través de materiales de archivo, memorias y artísticos sobre la primera etapa de vida de mi papá, serían:

  • Reflexionar en torno a las memorias y recuerdos que mi papá tiene sobre sus papás
  • Construir una imagen de quiénes fueron Manuel y Nini como padres para Víctor.
  • Llenar algunos silencios familiares a partir de las narrativas de mi papá

            Una vez establecidos los ejes temáticos de las cinco curadurías, platicamos sobre la metodología que implementaríamos y cómo llevaríamos a cabo las investigaciones. Decidimos que, si bien cada una estaría a cargo de la suya, todas participaríamos en ellas de diferentes maneras. Sería un trabajo colaborativo, metodología ampliamente desarrollada por PMR. En este sentido, cada una diseñaría una serie de preguntas abiertas y detonadoras sobre nuestros temas, con el fin de dialogar con Víctor, pero las compartiríamos con el grupo antes de la sesión para trabajarlas y para darle tiempo a él de buscar, en su archivo, materiales relacionados con las temáticas como son obras, documentos, recuerdos, objetos, etc. Las entrevistas las realizaríamos por Zoom y las grabaríamos para tener registro de ellas posteriormente, práctica que no hubiera sido posible sin el apoyo de Adán Lerma y Orly Cortés.

Las primeras sesiones las lideró Mónica,[1] luego Maribel,[2] después Tona,[3] posteriormente Brenda,[4] cada una tomando un par de días para su investigación. Las entrevistas duraron aproximadamente dos horas por lo que al final sumamos más de 16 horas de grabación. Los diálogos colectivos que se construían nos daban pistas a cada una para nuestras curadurías y, poco a poco, comenzábamos a vislumbrar procesos, intereses, puntos de (des)encuentro que se entretejían, a pesar de enfocarnos en diferentes décadas de vida y prácticas de producción artística. Por ejemplo, comencé a ver cómo ciertas formas de trabajo atravesaban las narrativas artísticas y personales de Víctor, independientemente del momento, como por ejemplo, la continua presencia de prácticas de interacción, ciudad, frontera, travesura, juego y lo colectivo en su trabajo. En este sentido, me pareció importante pensarlos como ejes principales de sus procesos de vida y artísticos lo cual me permitiría construir la narrativa a partir del diálogo que se da entre ellos ya que, de alguna forma, a mi me tocaría analizar la génesis, cimientos o las bases de todos ellos.

Tomando esto en cuenta, cuando me senté a pensar mi guía de entrevista, me enfoqué en preguntar sobre cómo estos conceptos se relacionaban con su infancia y adolescencia, única época en la que vivió con su padre y madre, al igual que en aquella información que a mí, como nieta y familiar directa, me interesaba conocer. Así, me acordé de lo que más me gustaba de mis abuelxs que sí conocí y a partir de ahí comencé a escribir las preguntas. Por ejemplo, recordé con mucho amor la voz de mi abuelita cuando me llamaba por teléfono cada cumpleaños y pregunté “¿cómo era la voz de Manuel?”. Recordé el porte y cuerpo de Leonardo, mi abuelo materno, cuando caminaba o cuando dejó de caminar por la vejez y pregunté sobre esto respecto a Manuel. Incluso pensé en Lilia, a quien no conocí, pero que sabía que era muy buena con lxs niñxs y disfrutaba jugar con ellxs por lo que pregunté si su padre había sigo juguetón con él y su hermano de pequeños. En el marco de vulnerabilidad de ser abuelx en esta pandemia, me pregunté “¿a qué le tenían miedo?” También recordé que Manuel había sido alcohólico, e, incluso, que su muerte estuvo relacionada con esto, por lo que pregunté sobre este significado para su vida. Cuando vagamente recordé que mi papá había tenido una hermana que falleció al nacer, indagué sobre este suceso y cuando reflexioné en torno a que nació y creció en Tijuana, lo primero que se me vino a la mente fue preguntar sobre la idea de la frontera. Y así sucesivamente.

Me dejé llevar por mis inquietudes, mis emociones, mis recuerdos y mi curiosidad escribiendo las preguntas sin un orden en particular. En un abrir y cerrar de ojos, tenía más de 50 de ellas y todavía sentía que tenía muchas más por hacer, por lo que decidí que debía establecer un límite pues no podía ser una entrevista sinfín. Pensando en qué número podría ser lo suficientemente significativo para el proyecto, elegí el 72 al ser la edad que mi papá tenía en ese momento. Paré cuando llegué a la meta.

Al terminar, volví a leer las preguntas y me saltaron dos temáticas que las englobaban: en primera, descripción de mis abuelos paternxs: Manuel y Nini y en segunda, la relación entre Víctor con su padre y madre. Al releerlas de esta manera, me di cuenta de lo íntimo y personal del cuestionario y pensé en que la metodología de esta curaduría tendría que ser diferente al resto. En primera, no compartiría las preguntas antes de la sesión porque no quería que mi papá las supiera y pudiera pensarlas. Quería que contestara en el momento y que sus recuerdos surgieran con base en el diálogo, es decir, que no tuviera tiempo para digerirlas previamente, situación que surgió en las otras entrevistas. Por esta razón, le escribí al equipo para informarles que les entregaría una copia de las preguntas una vez que termináramos las entrevistas. Ante esta limitante que le impuse, mi papá expresó cierta incomodidad y seguido me llamaba por teléfono o enviaba mensajes pidiéndomelas. Nunca se las dí. No obstante, con base en esta reacción, decidí que en las entrevistas sólo estaríamos él y yo con el fin de crear un espacio seguro y cómodo, considerando que posteriormente podría compartirles el registro audiovisual, cosa que no sucedió, como explico más adelante. Hoy me doy cuenta de que, poco a poco y sin saberlo, los silencios estaban tomando el control de esta curaduría.

En tercera, consideré que estaría bueno hacer las entrevistas con una copa de vino ya que, al cabo, nadie iba a manejar. Así, unos días antes a nuestra primera sesión, le mandé las siguientes indicaciones por Whatsapp:

  • Buscar objetos, obras y cualquier material del archivo que te recuerde a tu padre y a tu madre.
  • Escribir dónde estaban colocados en la casa
  • Servir una copa de vino para cuando vaya a ser nuestra sesión

Cuando finalmente llegó el día, me dijo que no había hecho ninguna de estas tareas e insistió en que le pasara las preguntas. La única tarea que no cumplió y que le perdoné fue la de la copa de vino pues era temprano y francamente tampoco se me antojaba tomar. En fin, yo no sabía qué esperar de la sesión, pero abrí la sala en Zoom, nos conectamos, comencé a grabar e iniciamos con nuestra primera plática virtual.

Mi papá se veía nervioso e inquieto, pero mencionó que estaba dispuesto a entrarle a este juego de preguntas y respuestas sobre su pasado y sobre su/nuestra familia. Le conté que me había dado cuenta de que tenía una relación con mi abuela Lilia, pero no con Manuel y que estas pláticas me interesaban como una manera para que yo pudiera construir una idea de quién fue mi abuelo así como su/nuestra familia y su/nuestro pasado. Poco sabía en ese momento de que el vínculo que también se afianzaría sería el nuestro, entre padre e hija, pero de eso hablaré más adelante.

Comencé preguntándole sobre la primera sección y dos horas y media después, habíamos abarcado solamente las primeras 15 preguntas. Me di cuenta de que contestar 72 implicaría realizar muchas más sesiones de las esperadas y supimos que esto iba para largo. Una vez que paré la grabación, le pregunté a mi papá cómo se había sentido y, en general, me dijo que muy bien, que se sentía cómodo hablando conmigo, que le había gustado hablar de su padre, de su madre, hermano y de su pasado pero que explícitamente me pedía no mostrarle estas grabaciones a nadie y que no sabía cuándo se sentiría dispuesto a compartirlas. Entonces, respetando esta petición, le informamos al equipo que la entrevista había estado muy buena pero que, por las temáticas abordadas, no se las enviaríamos por el momento. Otro silencio.

Esta limitante me puso en jaque, puesto que debía pensar en cómo realizar una propuesta con material que no podía ser utilizado. Tras tres sesiones y más de seis horas de grabación, mi frustración aumentaba ya que no lograba concretar una propuesta y si bien la información era riquísima, no podía hacer uso de ella. Sin embargo, decidí seguir confiando en el proceso de las entrevistas, de los diálogos, de las preguntas y del trabajo colaborativo y ver a dónde nos llevaban. En la cuarta sesión, mi papá dijo algo sobre los silencios familiares y eso me hizo pensar en cómo estos han sido el andamiaje del proyecto. Pensé en el silencio sobre Manuel que había detonado de la curaduría; en el silencio metodológico que había moldeado el inicio de ésta, por ejemplo, cuando no les involucré en el proceso de construcción de preguntas; o en el silencio del contenido de nuestras sesiones que nos había acompañado desde la primera reunión. Lo paré en seco y le comenté lo que estaba pensando. Le dije que deberíamos trabajar con el silencio como idea central con el fin de aliáramos con él en vez de negarlo. Lo convertiríamos en una idea creativa potenciadora en vez de en una barrera. Le platiqué lo que hasta el momento había visto en mi investigación doctoral sobre los silencios del archivo y cómo éstos, al igual que nuestras identidades, vínculos e historias, están constituidos por presencias, ausencias y silencios. Le gustó la idea y dejamos volar nuestra imaginación mientras hablábamos de su pasado y de su presente.

En total tuvimos 5 sesiones por Zoom con más de 12 horas de grabación. Mientras él hablaba, yo trascribía lo que él decía. Al final le pasé la copia de los videos así como de la transcripción, él comenzó a trabajar en sus obras y yo en la curaduría que varios meses después dio como resultado en el siguiente montaje el cual contiene 19 piezas, entre objetos de archivo y obras nuevas, las cuales están clasificadas en 6 núcleos conceptuales que son los siguientes:

Núcleo 1 Diálogo entre padre e hija

Me puse a pensar que si bien no mostraría las respuestas de mi papá, el cuestionario lo había hecho yo y, por ende, deseaba incorporarlo en mi curaduría, puesto que, por una parte, materializaba el silencio de sus respuestas y, por la otra, me preguntaba si quienes las leyeran sentirían curiosidad por nuestro diálogo o tal vez se las apropiarían para hacérselas con sus propias ancestras y ancestros. Mi primera idea era imprimirlas y agregarlas como documentos pero, al contarle la idea a mi papá, me propuso que las escribiéramos sobre una tela que pareciera piel, con la cual forraríamos el kit, idea que me encantó y que eventualmente evolucionó en la instalación performance titulada “Silencios”. Agradezco a Andrea Larios por ayudarnos a hacer realidad esta pieza.

Posteriormente, Brenda y yo continuamos pensando sobre la constricción en el uso del contenido de las entrevistas y consideramos que podríamos hacer una pieza sonora con fragmentos ininteligibles y descontextualizados de las grabaciones, jugando así entre la presencia y la ausencia, el sonido y el silencio. Dicha pieza se titula “O-YENDO AL AYER”.

Pensando en la idea de que la identidad se compone del entretejido de silencios, memorias, olvidos y discursos que van cambiando a lo largo de la vida y considerando la técnica del tejido de papeles que ha utilizado mi papá desde hace tiempo, como lo analiza Brenda, le pedí al vato loco que realizara piezas con pedazos de las frases que dijo sobre su infancia entretejidas y descontextualizadas. Éstas las nombró “T G DOR de olvidos archivados”. Es importante notar que en la curaduría de Mónica, en el núcleo sobre Álvarez Bravo, él también utilizó algunas frases de nuestras conversaciones.

Núcleo 2 Útiles revividos

Como les platiqué hace rato, al inicio de nuestras entrevistas le pedí a mi papá que buscara entre sus cosas o archivo personal objetos de Manuel y de Nini pero no lo hizo. Eventualmente sí fue recopilando diferentes objetos de su padre y madre y estos conforman el segundo núcleo de la curaduría. Lo primero que me mostró fueron las herramientas de trabajo de Manuel, que son las mismas que utiliza Brenda en la suya, como veremos más adelante, y sobre las cuales mi papá habló detalladamente en nuestras pláticas. Luego, por ahí de abril de este año, Víctor halló la colección de monedas que Manuel recolectaba cuando las encontraba entre los muebles que retapizaba. Clara y específicamente le pedí que las guardara muy bien pues las utilizaría y les cuento que hace un par de semanas me llamó para decirme que las había guardado tan pero tan bien que no las encontraba por ninguno de sus escondites secretos, por lo que me pregunté si tendríamos otro silencio más en esta narrativa. Afortunadamente, dos días antes de realizar el montaje, las encontró y pudieron formar parte física del proyecto. El tercer elemento fue un kit de costura que mi abuelita utilizaba cuando venía a la casa, es decir, sus herramientas de trabajo, como también lo detallará Brenda más adelante.

Núcleo 3: 1949-72: Sin-consensos, recuerdos y mutismos

El tercer núcleo surgió en el momento en el que le platiqué a mi papá la razón por la cual había elegido hacerle 72 preguntas, que explico anteriormente. Se rió y me contó que justamente él tenía un proyecto titulado 1949, que corresponde al año de su nacimiento, y que está conformado por 1949 obras en óleo de pequeño formato (28 x 18), con papel hecho a mano sobre su historia de vida. Su descripción en 2021 desde su recuerdo fue:

Cuando vivíamos en Sombrerete, creo que en el 84, antes del temblor estaba pensando hacer un proyecto llamado 1949. La idea era recuperar mi infancia. Iban a ser 1949 oleos divididos en tres etapas: primero iba a platicar de lleno con mi mamá respecto a lo que sintió de tenerme, su embarazo, cuando nací hasta que tenía la edad de Elián cuando ya podía recordar. Cuando le pregunté a mi amá si quería participar, no le gustó pues se le hacía muy loca la idea. La otra etapa era acercarme a mi tía, y preguntarle qué pensaba de mí y me dijo “¿para qué quieres saber esa información?” y ahí quedó. Empecé a trabajar las hojas, las mandé a hacer, están empezadas, están los paquetes. Fue muy loco porque en alguna ocasión invité a Manuel Felguérez para mostrarle los esquineros y muy amablemente vino y le gusto la idea de recuperar esos recuerdos. El tercero era mi etapa que vivía en ese momento, quería hablar a través de la pintura, con textos, suajes. El proyecto quedó como sueño guajiro, pero me gustó porque lo tenía bien dividido y cómo iba a trabajar de 1949 a 1984 o 1985.

Posteriormente, Víctor hurgó en su archivo en el cajón de proyectos guajiros[5] y localizó los documentos del proyect. Dos cosas me llamaron la atención en términos del eje conceptual: en primera, la diferencia que existe entre la descripción original del proyecto y el recuerdo que me narró 30 años después puesto que vislumbran las modificaciones y los silencios que el tiempo hace en nuestras memorias. Por ejemplo, que el año en el que lo hizo fue en 1992 y no 1984, o que en un inicio había considerado una cuarta etapa, que era la de su gestación o que este proyecto fue detonado por situaciones personales y profesionales como la muerte de un amigo muy cercano y el proyecto Mímesis, que le permitieron desplazarse a otros espacios para considerar trabajar sobre sí mismo. Como paréntesis, Tona hablará sobre este proyecto más a profundidad. En este sentido, me parece interesante que hoy en día resurja este proyecto en el marco de estas curadurías.

En segunda, que los silencios familiares del proyecto, materializados en los cuestionamientos de mi abuelita Nini y de la tía de mi papá y su consecuente rechazo, influyeron en la dificultad de llevarlo a cabo, por lo que me pregunto por qué ellas no habrán querido hablar de su pasado y qué querían mantener en silencio. Me supongo que nunca lo sabremos. También agregar que esta pieza está sumamente entretejida con la plática de Maribel puesto que muestra obra gráfica realizada por Víctor en la década de los 90 de la que ya habló antier.

 

Núcleo 4: Cotidianidades e infancias

Durante nuestra plática, mi papá me contó sobre su infancia, su día a día, su casa, los olores, sabores y sonidos que recordaba. Me contó lo que comían, los lugares donde iban a pasear, las diversas escuelas a las que asistió, las travesuras que hacía e, incluso, la vez que se le perdió a su mamá y hermano estando a media feria. En este sentido, incorporo a la curaduría tres de esas imágenes que me mostró y agrego dos que yo les tomé, varías décadas después, en Ciudad Constitución, Baja California Sur cuando todas las familias Lerma nos juntamos para pasar navidad y que resultó ser el último viaje colectivo antes de que falleciera mi abuelita Nini en el 2018. Con base en esto, mi papá realizó una nueva pieza, titulada Fotos Cotidianas, incorporando estas fotografías.

Problematizando más los silencios y las ausencias en nuestras historias personales, retomé una temática que abordamos en las pláticas con respecto a una inundación que pasó en Tijuana en la década de los 90 y que arrasó con varias colonias y casas, incluyendo la de mi abuelita. Afortunadamente, Nini estaba en la CDMX y no le pasó nada a ella. Sin embargo, la mayoría de sus pertenencias, muebles y paredes se perdieron, excepto por una caja que estratégicamente había colocado en la parte superior de unas repisas que contenía fotos –incluyendo las que les acabo de mostrar– y papeles importantes –como la escritura de su casa. Eventualmente, mi abuelita vendió el terreno por lo que integro en la curaduría el contrato de compra venta que guardaba mi papá entre sus papeles personales. Cabe destacar que la única pared que soportó el desastre, y sobre la que estaba la repisa, la había reforzado Manuel pues daba a su taller de tapicería.

Una de las preguntas que le hice a mi papá, a propósito de la inundación, fue qué objeto le hubiera gustado recuperar, a lo que contestó que la mandolina. Con base en su respuesta, le pedí que produjera una pieza sobre una mandolina que tituló “De los objetos deseados”. En una reunión que tuvimos posteriormente con mi tío Armando, también le hice la pregunta y su respuesta fue otra, pero esa información se quedará resguardada.

 

Núcleo 5: Entre cartas y silencios

El quinto núcleo, inició como un juego de mi parte de intervención con la curaduría y en relación con los silencios. Decidí escribirle una carta a mi papá respecto con mi sentir sobre este proyecto y, al dársela, le dije que no la podía abrir hasta que él decidiera compartir nuestras grabaciones. De esta manera, yo estaba generando otro silencio a partir de su silencio el cual, hasta el momento, me parece que no ha sido abierto.

Un tiempo después, mi papá me llamó por teléfono, muy emocionado, para decirme que había encontrado, entre sus múltiples papeles, las cartas que le escribió a su madre y padre cuando se fueron a Europa a principios de los 80. Si siguen el Facebook de mi mamá, probablemente vieron la entrada que subió el 21 de agosto mostrándolas y de pasó promocionando este proyecto. Cabe destacar que estas cartas existen hoy en día ya que estaban dentro de la caja, sobre la repisa, en la pared que reforzó Manuel el día que se inundó su casa. En fin, me dijo que él haría una pieza nueva, titulada “carta a mi amá”, donde las trabajaría gráficamente desde los silencios y las censura e incorporaría una que yo le había escrito a mi abuelita cuando en mis años de puberta viajamos a Europa.

El día que nos juntamos para montar mi curaduría, decidí incorporar estas cartas en una suerte de instalación de archivo y quiero destacar una frase escrita que me llenó el corazón de amor. El 20 de mayo de 1985, a dos meses de haber nacido, mi papá le escribió esta posdata a su madre.

 

Núcleo 6 “identidades entretejidas

Finalmente, el silencio, mejor dicho, los silencios son constitutivos de nuestras identidades, así como de nuestras historias familiares. Ya sean silencios voluntarios, involuntarios, traumáticos o irrelevantes, frágiles o resistentes, chistosos o tenebrosos, individuales o colectivos, debemos saberlos parte de nosotras y hacer de ellos nuestros aliados en vez de nuestros enemigos. En este sentido, este concepto entendido como verbo, sustantivo y adjetivo, es el principal elemento del andamiaje de este proyecto puesto que estuvo desde su concepción, su desarrollo, su conceptualización y su conclusión y dos piezas que realizó al respecto son las que a continuación les muestro y que hablan de la censura y la muerte, otros dos silencios tajantes en nuestras historias de vida.

A manera de conclusión

Esta curaduría, co-creada tanto por mi papá como por mí, tiene elementos particulares que difieren de las otras. Por una parte, el hecho de que no se trate del análisis de obras, procesos o materiales artísticos previamente desarrollados, sino de sus recuerdos y de su pasado, generó que se produjeran mayor cantidad de piezas nuevas y que no haya tanta presencia de material documental de archivo. En este sentido, empleamos la memoria oral y el diálogo –ambos censurados aquí– como dos de las principales técnicas investigativas siendo éstas, como lo hace Mónica en la suya, es de las más utilizadas en el quehacer artístico de Lerma. Por otra parte, la mayoría de estas piezas fueron creadas en colaboración entre él y yo mientras que las otras, fueron pensadas exclusivamente por mi papá. Otra diferencia fue el juego que le dimos al espacio del Kit de esquina, pues no se si se dieron cuenta, pero escondimos algunas piezas en la parte posterior del mueble. Ahora bien, esta discusión la podremos tener más adelante.

De acuerdo con la historiadora francesa Arlette Farge, los silencios, las censuras y los olvidos forman parte íntegra de los archivos y pensarlos permite visibilizar, así como problematizar las relaciones de poder que existen, no solo en la parcialidad de los materiales disponibles sino que también en el análisis de las personas involucradas en su producción. Estos marcan identidades, narrativas y discursos de contextos particulares, por lo que, de acuerdo con la situación, hay que llevar a cabo diferentes mecanismos para romperlos, encontrarlos, identificarlos, fortalecerlos o, en ocasiones, generarlos. Sin embargo, creo que es importante saber que, desde su ausencia, siempre nos acompañan y que nos atraviesan en nuestro día a día.

Les quiero contar que el otro día, mientras escribía este texto, me llamó mi papá para decirme que le había contado a su hermano Armando sobre el proyecto y que acababa de tener una maravillosa plática con él de más de dos horas sobre sus recuerdos de infancia. Me comentó, entusiasmado, sobre las diferencias y similitudes en sus relatos y que quería que hiciéramos una plática entre todxs, hecho que sucedió, que enormemente le agradezco a mi tío y a Delfina por su tiempo y por compartirnos fotografías y les comento que esta plática también quedará guardado en el baúl de los silencios. Ese día que me llamó, concluyó diciéndome, con voz cortada, que Armando le había comentado que su “apá” sí había conocido a dos de sus hijos por lo que mi papá le preguntó cómo había sido como abuelo y respondió que “fue un abuelo muy amoroso y juguetón”. Así, retomando mi inquietud inicial de esta curaduría, respecto a la posibilidad de crear un vínculo afectivo con Manuel a partir de los recuerdos de mi padre, admito que he podido construir una idea, o una posmemoria, como dirían autoras como Laura Athie, más compleja sobre quién fue él, qué hacía, qué (no) le gustaba, cómo fue como padre y como abuelo. Si bien en este momento considero que es muy temprano para saber si el vínculo se forjó o se fortaleció y de qué forma, les puedo compartir que el otro día, cuando me referí a él, lo nombré “abuelo” y no “Manuel, padre de mi padre”.

Para terminar, otro vínculo que se movilizó en este proceso fue el que tengo/tuve con mi abuelita. A pesar de que sí la conocí por muchos años y tuvimos una relación bastante cercana, escuchar los recuerdos de mi padre sobre ella me permitió ver diversos lados de Nini como trabajadora, madre, cocinera, cuidadora, coleccionista, archivista, religiosa, esposa, hija o migrante y me encantó pensarla, recordarla y sentirla cerquita. Sin embargo, un vínculo que no preví que se fortalecería era el existente entre mi papá y yo, puesto que esos diálogos, esos momentos creativos y esas horas en Zoom o creando la curaduría me permitieron conocerlo más, escuchar cómo entretejía sus narrativas, sobre sí mismo y con sus piezas, esto como guiño a la siguiente plática, y crear una alianza muy íntima y cercana en el marco de una pandemia que nos ha obligado, entre otras cosas, a alejarnos físicamente. En este sentido, considero que, a pesar de que los silencios impregnaron esta curaduría, fueron nuestras voces las que fortalecieron este vínculo entre padre e hija.

 

[1] 5 y 12 de febrero de 2021

[2] 19 y 26 de febrero de 2021

[3] 11 y 19 de marzo de 2021

[4] 26 de marzo y 4 de abril de 2021

[5] Los proyectos guajiros son aquellos que no se lograron completar por alguna razón. En el archivo de Pinto mi Raya hay toda una sección de estos.

 

Miércoles, 06 Octubre 2021 16:28

CANTO SILENCIOSO

Escrito por

 canto silencioso r    canto silencioso b

 Esta pieza es parte de la curaduría Miradas, Técnicas y Construcción del Kit de Esquina que  realizó Brenda Hernández Novoa y se presentó el 3 de septiembre 2021. La pueden ver aquí.  

Canto silencioso, es un libro de artista desplegable realizado en 2021. Mide 120  x 7 x 3 cm. completamente estirada. Está hecho con los siguientes materiales: fotocopia en papel, en  acetato, en albanene, recortes de textos de poemas visuales, artículos de periódico, dibujos a lápiz, graffitti, plantilla de letra s/ papel fabriano.

canto silencioso e

Las imágenes del archivo que reutilizo en esta pieza son: recortes de artículos del periódico 1+1, 1992, recortes de mis poemas visuales que realicé entre los años 70 – 2000, fotocopias de fotografías de mi archivo personal (Víctor Lerma a la edad de 1 año), fotocopias de fotografías de performances realizados a finales de los 90’s principios del milenio, fotocopias de fotografías de la ciudad de Tijuana, Baja California 2018, fotocopia de caligrafía estilizada, graffitti. Retomé varias técnicas de dibujo de los 70’s y las aplique a nuevas composiciones visuales como el suaje, graffitti, simbología arquitectónica, etc.

canto silencioso i 

canto silencioso ñ

 

 

Miércoles, 06 Octubre 2021 16:18

LAS RUINAS DE UN TIEMPO DIFUNTO

Escrito por

las ruinas de un tiempo difunto

Esta pieza es parte de la curaduría Miradas, Técnicas y Construcción del Kit de Esquina que realizó Brenda Hernández Novoa. Se presentó el 3 de septiembre 2021 y la pueden ver aquí.

Las Ruinas de un Tiempo Difunto, es un libro de artista desplegable realizado en 2021. Mide 13.5 x 13.5 x 2.5 cm. Está hecho con los siguientes materiales: Cartoncillo, fotocopia en papel bond, en mica, recortes de periódico, suaje, grafito, cosido con hilo negro.

Las imágenes del archivo que reutilizo en esta pieza son: Kit móvil con documentos del archivo de Pinto mi Raya, imagen de Víctor Lerma, articulo intervenido “Documentación por Taller Visual, marzo del 91.

 

Miércoles, 06 Octubre 2021 16:02

TEJIDO EXÉNTRICO

Escrito por

tejido excentrico 15 Esta pieza es parte de la curaduría Miradas, técnicas y construcción del Kit de Esquina que realizó Brenda Hernández Novoa. Se presentó el 3 de septiembre 2021 y la pueden ver aquí.

Tejido Excéntrico, es un esquinero realizado en 2021. Mide 8 x 8 x 15 cm. Está hecho con los siguientes materiales: fotocopia en papel, en acetato, en albanene, recortes de textos de poemas visuales, artículos de periódico, dibujos a lápiz, graffitti, plantilla de letra s/ papel fabriano.

tejido excentrico 14

La imagen de archivo utilizada es una fotocopia del artículo Excentricidad del centro: la cultura de Omar Gasca del periódico Unomásuno.

tejido excentrico 11

Miércoles, 06 Octubre 2021 12:30

TRES MEDIOS

Escrito por

tres medios

Esta pieza es parte de la curaduría Miradas, técnicas y construcción del Kit de Esquina que realizó Brenda Hernández Novoa. Se presentó el 3 de septiembre 2021 y la pueden ver aquí.

Tres medios, es un libro de artista desplegable realizado en 2021. Mide 15 x 5 x 3cm. Está hecho con los siguientes materiales: fotocopia en papel bond, recortes de hoja de Raya: crítica, crónica y debate en las artes visuales, dibujo a lápiz, papel fabriano.

Las imágenes de archivo que reutilizo en esta pieza son: los logos de periódicos, frases o palabras que uso en mis pláticas, talleres.

 

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