El tema del archivo se ha vuelto central al arte contemporáneo en México y con frecuencia me invitan a platicar sobre el tema o a comentar sobre proyectos relacionados. En estos eventos siempre aparecen los distintos proyectos de archivo de Pinto mi Raya y, en específico, el Kit de Esquina.
Hoy les platico de 2 mesas redondas. La primera fue en el evento XV años de Medios Múltiples: Jornada de conclusiones de un proyecto de arte-educación”, en la mesa titulada “Conclusiones de 15 años del Seminario de Medios Múltiples” que se llevó a cabo el día 31 de mayo de 2019 en el MUAC en la UNAM. Los convocantes fueron José Miguel González Casanova, quien llevó este seminario durante tanto tiempo con alumnos de la FAD y los participantes en Medios Múltiples.
En el evento se presentaron los cinco libros en los que han ido documentando los procesos y resultados de los y las artistas que participaron en Medios Múltiples. En términos de archivo y memoria, me parece fundamental que hayan logrado que existan estas publicaciones. Y, sí, como siempre, los artistas están haciendo el trabajo y además documentándolo.
En mi participación mencioné que me parecía que sus publicaciones deberían servir de libros de texto en escuelas de arte e historia del arte. Por lo pronto, la colección completa está en el Archivo de Pinto mi Raya.
La segunda mesa redonda en la que participé fue durante la jornada Hacia un glosario mutante: reflexiones desde el arte acción en México que fue parte de los eventos académicos de la exhibición Arte acción en México: registro y residuos que se realizó en el MUAC con materiales de su Centro de Documentación Arkehia.
Fotografía: Tonantzin Arreola
Me tocó hablar del Archivo Pinto mi Raya y mencioné los distintos materiales que tenemos sobre performance, que es uno de nuestros temas favoritos. Entre ellos está el compendio temático sobre performance (versión en papel y versión digital) de nuestra colección hemerográfica, que reúne todos los textos sobre performance publicados en los principales diarios durante los últimos 25 años. En nuestro archivo también hay una gran cantidad de libros sobre el tema.
Fotografía: Tonantzin Arreola
No pude aguantarme las ganas y critiqué que la exposición, aunque interesante, era demasiado chica y estaba muy arrinconada.
Víctor Lerma. Septiembre 2019, CDMX
Uno de los retos más grandes de este proyecto es el diseño de las dos versiones de Kit.
Una de ellas, el Kit Móvil, es pequeña y sirve para llevarla a conferencias y talleres. En este espacio desplegable deben incluirse impresos de artículos del archivo, imágenes de las actividades, materiales de audio y video de Pinto mi Raya. El segundo será grande, como para permanecer en espacios académicos o museísticos y que el público pueda consultarlo.
Izquierda Víctor Lerma, derecha Brenda Hernández Novoa. Foto: Maribel Escobar Varillas
El diseño lo he estado trabajando con la diseñadora industrial Brenda Hernández Novoa y la asesoría sobre los materiales que se incluirán ha sido de Maribel Escobar Varillas.
El primer paso fue realizar un prototipo para probar materiales. Este se realizó con MDF de 9mm. El tamaño fue el indicado, pero el peso era demasiado para lo que se pretende utilizar, por lo que hemos estado investigando otros materiales.
Posteriormente Brenda presentó los planos en los que se especifican las medidas.
También realizó un render en la forma en la que armará y desplegará el organizador.
Y, por último, cómo se verá el resultado final.
Víctor Lerma, septiembre de 2019, CDMX
El sábado 15 de junio de 2019 nos visitó en el archivo de Pinto mi Raya Lorena Tabares Salamanca con los participantes de su seminario “Performance en revisión 1990- 2019” para platicarles de nuestra experiencia. El seminario planteó establecer algunas de las direcciones y posturas alrededor del performance a través de archivos de artistas a través de pláticas artista en sus espacios. En nuestro caso, le interesaba particularmente que habláramos sobre performance.
De lo primero que les platicamos fue del proyecto de Pinto mi Raya que empezamos en 1989 y sus distintos componentes, incluyendo Raya: crítica, crónica y debate, el proyecto mediante el cuál reunimos los textos de opinión de los principales diarios nacionales durante 25 años.
Continuamos haciendo un mapeo de los distintos componentes del archivo, que incluye nuestros documentos personales y profesionales, la biblioteca y nuestras obras.
La plática se llevó a cabo en nuestro patio y les dimos un recorrido por todos los espacios de nuestra casa/archivo, en la cuál es difícil definir fronteras.
Foto durante la sesión. Foto por Ari, Local 21
Durante la sesión el grupo empezó a cuestionarnos y nos puso a rememorar sobre los años setenta.
En el diálogo se hizo énfasis en los cambios que se han dado durante las últimas décadas, tanto en conceptos, como en las instituciones.
Al final del recorrido llegamos a la biblioteca en donde, entre otras cosas, está el prototipo de la versión chica de Kit de esquina: Interposiciones visuales y desdoblamientos del archivo Pinto mi Raya, que también nos está sirviendo para pensar en el que será de mayor tamaño. Esta y otras visitas al archivo son parte del proyecto ya que ayudan a obtener comentarios sobre el diseño y propuestas sobre los materiales que les gustaría ver incluidos.
Presentando un prototipo de “El Maletín”.
Esto es lo que voy a obtener como 1ª parte del proyecto “El Maletín”
Foto por Ari, Local 21
Por Víctor Lerma. Septiembre 2019. México
Este año Víctor Lerma y yo participamos con obra, como artistas de a de veras en el stand de la galería Walden en Zona MACO, entre el 6 y el 10 de febrero de 2019.
Esto puede parecer un dato irrelevante, pero para nosotros marca un hito porque participamos en la feria como Pinto mi Raya en un puesto de publicaciones durante muchos, pero muchos años, y ahí como que éramos artistas, pero como que no.
La primera en la que participamos fue en 2003, el primero de Zona MACO en la CDMX, ya que empezaron en Monterrey.
De izquierda a derecha: Esperanza Balderas, Yuruen Lerma, Mónica Mayer, Alfredo Ramírez (que fue la primera persona que se dio de voluntaria para hacer su servicio social con nosotros y se siguió como amigo) y Víctor Lerma.
En aquella ocasión aventamos la casa por la ventana y forramos todo el puesto de peluche café, para hacerlo más acogedor. Al fondo había un texto que leía “Obra maestra de arte conceptual aplicado”. Ahí distribuimos los primeros compendios de crítica de arte de materiales hemerográficos de nuestro archivo. Creo que entonces el proyecto se llamaba “Hurgando en el Archivo”.
Mayer y Lerma
En esa ocasión, Víctor también invitó a Catalina Cárdenas, Lilia Soriano y Wilfredo Alfaro, sus alumnos de performance del Faro, a realizar performances en la feria, que fueron anunciados y toda la cosa.
En esa época no sabíamos que como puesto de publicaciones podíamos hacer cambalache por publicación, por lo que nos salió en un ojo de la cara y todo lo que vendimos se fue a pagar esa cuenta. Arreglado este pequeño detalle, regresamos a la feria. Nos encantaba porque era como estar presentes en la feria, pero desde la periferia. En ese limbo maravilloso de las propuestas que no se sabe si son arte, vida o archivo. Además era muy divertido porque veíamos a muchas amistades.
La base de nuestra participación en la feria fueron los materiales hemerográficos de nuestro archivo, que para nosotros son proyectos artístico, trátese de Raya: crítica, crónica y debate en las artes visuales que a lo largo de 25 años reunió cerca de 40,000 textos de opinión de los principales diarios nacionales, Egoteca, que era un servicio especializado para instituciones o artistas en el que les guardábamos lo que salía de ellos en los diarios o Ediciones al Vapor, Hurgando en el Archivo o Archivo Activo que son las versiones de compendios temáticos de temas como performance, mujeres artistas, instalación, fotografía, etc.
Nos tocó estar en el WTC, a un estacionamiento en construcción y finalmente en el Centro Banamex.
Lerma
Poco a poco nuestra obra empezó a aparecer. Aquí logramos colar una gráfica de Víctor, dos esquineros y la pancarta de mi acción Si tiene dudas… pregunte. http://www.pintomiraya.com/pmr/component/k2/item/221 Vendíamos nuestros compendios, nuestros libros (Rosa chillante: mujeres y performance en México, Escandalario: los artistas y la distribución del arte, ambos míos, o Pinto mi Raya, de la serie Escoge tu museo que escribimos Lerma y yo, e ilustró Iker Vicente http://www.pintomiraya.com/pmr/pinto-mi-raya/libros-monica-y-victor-5).
Adán Lerma, Mayer y Lerma
Después, en 2009, 2010 apareció Yo no celebro ni conmemoro guerras. http://www.pintomiraya.com/pmr/performances-proyectos-57/97-yo-no-celebro-ni-conmemoro-guerras En la foto de arriba aparece con nosotros nuestro hijo Adán, quien, al igual que nuestra hija Yuruen, siempre nos echaban la mano en estas largas jornadas.
En la versión de 2010 Yo no celebro ni conmemoro guerras saltó de ser camiseta y gorra a ser performance. Durante toda aquella emisión, nos la pasamos regalando los botones con la leyenda, a cambio de que el público nos llenara un botón en blanco con lo que sí celebran en sus vidas cotidianas.
En 2011 celebramos 20 años de Pinto mi Raya haciendo Archivo Activo, para el cual digitalizamos casi 10,000 textos del archivo, catalogándos en 10 temas. La mayoría se donaron a escuelas de arte y bibliotecas, pero pusimos algunos a disposición de los visitantes a Zona Maco.
En 2012 de plano nos descaramos y, en alianza con Criticón, de Brenda Hernández y Yuruen Lerma, hicimos una serie de camisetas, tazas y otros objetos cotidianos basados en proyectos artísticos. Creo que ese fue el año que vendimos 500 plumas de Pinto mi Raya. Sin duda fue la obra que más se vendió en la feria.
Cuando participamos en la exposición Tianguis de C.A.C.A.O. en 2013 con algunos Del archivo a tu casa, diseñamos este pequeño mueble en el que podíamos exhibir y guardar los objetos que fuimos creando a partir de nuestros diferentes performances. En 2014, que creo que fue nuestra última participación como Pinto mi Raya en Zona Maco, llevamos el mueble. Dejamos de participar porque el reglamento de la feria cada vez se hacía más estricto, exigiendo que sólo se vendieran las publicaciones. Aunque nunca nos dijeron nada directamente, sentimos que iba dirigido a nosotros. Además, ya íbamos acercándonos al cierre de nuestra colección hemerográfica, que duró 25 años, por lo que no estábamos produciendo publicaciones nuevas.
Aunque yo tuve un par de apariciones como artista en 2015 y 16 en la galería Henrique Faria, de alguna manera el encanto de participar en Zona Maco se había roto: ni éramos disque “outsiders”, ni estábamos juntos.
Antonio Mayer y Mónica Mayer en la galería Henrique Faria
En 2019, por primera vez en la vida, los dos participamos como artistas en la Galería Walden.
Ambos presentamos obra ochentera. Me dio un gusto particular que se presentara Nube Blanca, este políptico de Víctor que hacía muchos años no salía a la luz pública. Es una de mis obras favoritas de Lerma. Ahora que estamos haciendo toda una revisión de su trabajo como parte de la investigación para su proyecto del FONCA Kit de Esquina: Interposiciones visuales y desdoblamientos del archivo Pinto mi Raya han reaparecido una enorme cantidad de trabajos que estaban tan bien, pero tan bien guardados en el archivo, que ni idea teníamos de que ahí estaban.
Texto Mónica Mayer, CDMX sept 2019
Conocimos a nuestra colega Mónica Castillo a principios de los noventa y desde entonces, aparte de cariño, nos une nuestro interés por el arte que se desborda hacia la pedagogía, la creación de comunidades y el arte político en un sentido amplio. Por eso, cuando a principios de año nos comentó que quería traer a un grupo de sus alumnos de La Esmeralda a platicar con nosotros, aceptamos inmediatamente.
El 19 de marzo de 2019 llegaron 15 alumnos con su maestra y, durante casi 2 horas, Mónica Mayer y yo les estuvimos platicando sobre archivos de artista, sus necesidades y problemáticas, específicamente de nuestro proyecto Pinto mi Raya que empezamos en 1989 y del proyecto que actualmente realizo como parte de la beca del Sistema Nacional de Creadores del FONCA.
Ente otras cosas, les mostré los renders del Kit de Esquina: Interposiciones visuales y desdoblamientos del archivo Pinto mi Raya, que es el archivo móvil que será una de las dos propuestas finales. Explicarles el proyecto y escuchar sus opiniones me va sirviendo para afinar el proyecto.
Como suele suceder, al final me entregaron otro documento más para El Archivo.
Texto: Víctor Lerma
Fotografía: Mónica Mayer
El 14 de marzo, se realizó la presentación pública de Raya: un archivo de artista 1991-2016, proyecto que implicó la digitalización de Raya: crítica, crónica y debate en las artes visuales. A lo largo de un cuarto de siglo, Víctor Lerma y Mónica Mayer recopilaron cerca de 40,000 textos de opiniones sobre artes visuales de los principales diarios nacionales en un afán, como ellos dicen, de “lubricar al sistema artístico para que funcione mejor”.
USB con archivo. Foto: Tonantzin Arreola
El compendio digital incluye 600 quincenas, mismas cuyos ejemplares de Raya en papel fueron distribuidas a diversas bibliotecas especializadas durante esos años.
Vista general de la presentación. Foto: LAA. De izquierda a derecha: Maribel Escobar, Yuruen Lerma, Víctor Lerma, Tonantzin Arreola, Jo Ana Morfin y Mónica Mayer
En la presentación participaron algunas de las personas que conformaron el equipo que trabajó en el proyecto: Maribel Escobar, Yuruen Lerma, Víctor Lerma, Tonantzin Arreola, Jo Ana Morfin y Mónica Mayer, quienes hablaron de los retos de los archivo y de las problemáticas particulares de Raya, como el haber comenzado con un archivo silvestre que lentamente se ha ido modelando para ser más accesible al público. Así mismo, se habló de las relaciones afectivas en los archivos personales, de su importancia para la construcción de la disidencia y de la memoria histórica de lo alternativo. Mayer y Lerma compartieron su pasión por integrar archivos y de los obstáculos que enfrentan.
Foto: Mónica Mayer
A la velada asistieron diversos artistas, amigos, familiares y especialistas en archivos de arte, quienes se integraron a la conversación después de las participaciones de la mesa.
En esta ronda de preguntas, a manera de acción, Víctor le obsequió a los participantes una cajita de cerrillos intervenida con la portada de Raya, invitándolos a plantear la urgencia de conformar, conservar y difundir bien los archivos y, si no, mejor darles una muerte digna.
Instrumento para destruir un archivo. Foto: Tonantzin Arreola
A continuación compartimos con ustedes algunas de las ponencias de esa noche.
El Archivo Pinto mi Raya por Tonantzin Arreola
RAYA: un archivo de artista (1991-2016) por Maribel Escobar Varillas
Mis archivos familiares por Yuruen Lerma Mayer
Víctor Lerma, Ciudad de México, julio 2019.
Esta presentación fue parte de las actividades de Kit de esquina. Interposiciones visuales y desdoblamientos del archivo Pinto mi Raya de Víctor Lerma, su proyecto como miembro del Sistema Nacional de Creadores del FONCA. 14 de marzo de 2019.
Dentro del panorama artístico actual, los archivos son un espacio de referencia ineludible para re-trazar nuestro presente. Entre el amplio espectro de archivos de arte existentes en México, los conformados por los propios creadores son casos muy particulares y emblemáticos: gracias a ellos pervive una parte sustancial de la memoria de prácticas efímeras, conceptuales y de acontecimientos que permanecieron fuera de la memoria institucional o que dialogaron con ella pero desde otros lugares, por lo que tienen perspectivas únicas y privilegiadas para acercarnos y generar lecturas múltiples sobre las prácticas artísticas actuales.
En medio de la latencia de esas memorias diversas y vibrantes, el archivo Pinto mi Raya es singular y potente, no solo por la importancia de los documentos que resguarda o por la importancia de leerlos en su conjunto, sino también por los términos bajo los que se ha creado, es decir: el archivo, su creación y su proceso, son considerados en sí mismos como una obra, una obra de arte conceptual aplicado, un término que han acuñado Víctor Lerma y Mónica Mayer para referirse a obras que, a parte de su valor simbólico, tienen por objetivo intervenir de manera práctica su contexto al proponer e implementar soluciones. De esta manera, el archivo Pinto mi raya ha pugnado por intervenir, generar procesos de discusión, retar a la invisibilidad de diversas voces y prácticas, y, sobre todo, por “lubricar” la memoria, las memorias.
De izquierda a derecha: Maribel Escobar, Yuruen Lerma, Víctor Lerma, Tonantzin Arreola. Foto: Mónica Mayer
Muchas hemos tenido vinculación, contacto real o cibernético, con el archivo Pinto mi raya, pero quizá solo hemos conocido o imaginamos fragmentos, así que para poner en contexto “RAYA: Un archivo de artista”, me gustaría compartirles un panorama general del archivo, conformado a través del relato de Mónica y Víctor y con el apoyo de Tonantzin Arreola. Seguramente pasaré cosas por alto, pero a grandes rasgos, el archivo Pinto mi Raya está conformado por:
Pinto mi Raya es la plataforma desde la que Mónica y Víctor han generado proyectos diversos de arte conceptual aplicado: La galería, los proyectos de gráfica digital, los performances e instalaciones, las batallas, los programas de radio, los puestos, los proyectos hemerográficos… Llegando a esta parte, muchas tendremos recuerdos comunes a los cuales quiero aludir para hablar de Raya.
La primera vez que vi a Mónica y a Víctor, en desconocimiento de su práctica allá por el 2002, fue en “el puesto”: ese espacio móvil de encuentro que en eventos diversos, como simposios, coloquios, ferias de arte, montaban para ofrecer los compendios temáticos, los boletines quincenales, y sobre todo para crear un espacio de diálogo, chorcha e intercambio. (En estos dos últimos años ese recuerdo ha reaparecido al pensar que el archivo es también eso que va sucediendo mientras lo hacemos, mientras platicamos y generamos su materia y estructura).
Lo menciono porque quizá a varias como a mi, el puesto nos acercó por primera vez a una parte de lo que hoy nos convoca aquí: “Raya” un proyecto que surgió de la preocupación por el devenir de la memoria de las artes visuales y su posible y paulatina pérdida, por lo que, con el ánimo de impulsar una discusión y un posicionamiento crítico, comenzaron a recopilar sistematizar, conservar y hacer circular la memoria escrita en torno a las artes visuales.
Portada y hoja interior Diseño: V. Lerma
"Raya: Crítica, crónica y debate de las artes visuales”, comenzó en mayo de 1991, a través de la revisión diaria de los medios impresos nacionales. De estos medios se recortaban y organizaban los artículos de opinión en torno a las artes visuales, para así construir un Boletín quincenal a modo de publicación-compendio. Raya es un proyecto lleno del hacer cotidiano, en el que la lectura, la selección, las tijeras, el pegamento y la reorganización de los textos, así como la claridad de Mónica y Víctor, generaron un acervo clave para la memoria reciente del arte y la cultura en México.
Lo que comenzó en mayo de 1991 siguió por 600 quincenas más, o sea por 25 años, y produjo un extenso archivo físico y, a partir de 2008, también digital, compuesto de críticas, crónicas e investigaciones que conformaban el boletín quincenal y que suman alrededor de 30 000 textos. De estos textos se han realizado selecciones temáticas con el ánimo de difundir los contenidos en una suerte de visita guíada al archivo mediante publicaciones que dan una entrada por temas como Arquitectura, Performance, Políticas Culturales. A esto se suma el proyecto “Archivo activo: 20 años en el archivo Pinto mi Raya”, organizado también a través de temas y nutrido con una selección de documentos parte de las quincenas.
En cada quincena, adicionalmente, se incluía lo que llamaron “el resumen”, un índice de los sucesos y temas de relevancia en la escena cultural, a través de las noticias que eran publicadas y discutidas en esas fechas. Esas páginas finales de las quincenas constituyen por si mismas una radiografía de la escena artística, la cual era desmenuzada a través de la división en temas como “Homenajes y defunciones”, “Nuevas exposiciones” o “Broncas, denuncias y comentarios”. Los artículos indexados en el resumen, hoy en día, conforman otra parte del archivo que se llama “La noticia”: con alrededor de 200 000 artículos.
Archivo Activo Diseño: Brenda Hernández
A mediados de la década de los 2000, la situación de los medios impresos se había comenzado a transformar radicalmente con el uso de Internet, lo cual se fue acentuando de forma paulatina. En respuesta a ello, en el año 2008 se dejó, casi por completo, de recortar periódicos para recolectar artículos en la red, tanto en la versión digital de los diarios, como en blogs, los cuales se convirtieron en medios vitales de opinión y discusión. A pesar del progresivo crecimiento de las publicaciones digitales, en detrimento de las impresas, en el archivo de Pinto mi raya se siguió imprimiendo cada boletín quincenal para distribuirlo y para organizarlo físicamente en el archivo, tal como en los años anteriores se venía haciendo. Con esto, se comenzó a generar un trasvase de lo digital a lo físico y un diálogo entre estos dos soportes y medios de circulación.
Progresivamente, los medios digitales comenzaron a ser de acceso generalizado y en esos años comenzó a ponerse en cuestión el alcance de los medios impresos. En este contexto, surgieron preguntas en torno a la función de Raya y sobre qué papel juegan los medios impresos y la recopilación de materiales en la red. En medio de estas preguntas, Víctor Lerma y Mónica Mayer tomaron la decisión de que en 2016, al celebrar el veinticinco aniversario de Raya, se cerrara un ciclo y se abrieran otras perspectivas. De esta forma, en la segunda quincena de abril 2016 apareció el último boletín de Raya.
A veinticinco años de vida del proyecto se planteó la necesidad de volver al archivo de Raya para revisarlo y generar acciones que le permitan pervivir de otras formas y continuar circulando, de forma física y digital. De allí surgió “RAYA: un archivo de artista” un acercamiento al archivo que subraya el archivo como obra y como parte de un proceso de construcción de memoria.
USB, Archivo digital Diseño: Brenda Hernández Foto: Tonantzin Arreola
Como parte de este proceso se ha impulsado la digitalización, registro y gestión física del archivo con el objetivo de beneficiar la memoria colectiva contemporánea. Para ello se ha trabajado en la creación de una base de datos del contenido de Raya, que actualmente tiene un avance de cerca de 20 000 registros; se ha creado Raya como archivo digital, a través de la digitalización de las 600 quincenas, que como indiqué son cerca de 30 000 artículos, con su resumen, intervenciones gráficas e índices correspondientes, y se ha trabajado en la organización de los documentos nativos digitales. También se trabajó en reforzar la preservación física de los documentos originales a través de una adecuado almacenaje.
En 2017, por invitación de Víctor y Mónica, me sumé a este proyecto, y en distintos momentos, teniendo los documentos entre las manos, o escuchándolos hablar, vuelvo a la sensación de azoro por la tenacidad y empeño con la que el archivo se ha construido, y en especial la sección de Raya. Considero que en esta parte del archivo, el cuerpo se revela, hay una labor ritual, un acto casi performático contenido en todas las acciones que conlleva hacer un archivo de esta naturaleza.
Entre las múltiples preguntas que me he planteado a lo largo de este tiempo, una de ellas que ha vuelto es ¿Digitalizar para qué? Supongo que esa pregunta que pareciera obvia y que desde un archivo institucional debiera tener otras implicaciones y razones, en un archivo de artista me lleva a otras respuestas y a otras consideraciones.
Digitalizar desde Pinto mi Raya no es sólo transferir de lo físico a lo digital para generar otro archivo paralelo, o para potenciar la preservación y futuro acceso. Es insistir en el acto de memoria. Digitalizar desde Pinto mi Raya ha sido también una invitación al proceso: las charlas y reflexiones que han sucedido en medio de este trabajo, de las cuales se desprenden otros procesos de archivo, otros proyectos y múltiples complicidades y afecto.
El proceso de digitalización, hasta aquí, no es un punto final. es un punto de llegada transitoria, con mucha felicidad por el trabajo colectivo y por los objetivos alcanzados, en la que hay muchas preguntas y diálogos internos en torno a los pasos siguientes. En esta breve parada en la travesía incansable de hacer archivo por parte de Mónica y Víctor, hay una invitación a reflexionar y sumar preguntas sobre las implicaciones de un archivo de artista.
Maribel Escobar.
Texto de ponenia para la presentación en el Laboratorio Arte Alameda el 14 de marzo del 2019.
Hace más de un mes, antes de que la huelga en la UAM estallara, la Dra. Julia Antivilo nos dio una clase en el marco del Doctorado de Estudios Feministas. El primer ejercicio que hicimos consistió en armar un mapeo en torno a nuestra experiencia con los archivos, reflexionando sobre los encuentros que hemos tenido con estos y destacando las experiencias que nos marcaron. En un principio, pensé que contestar dichas preguntas sería una tarea relativamente fácil, pero conforme fui pensándolas más y más, me topé con dificultades para enunciar esta compleja relación que, desde pequeña, he tenido con el archivo.
Si bien en ese momento intenté contestar lo mejor posible –porque #ñoña–, seguí pensando en las múltiples respuestas que pude haber dado, lo que me llevó a darme cuenta de que debo seguir complejizándolas, especialmente porque, actualmente, mi proyecto doctoral gira alrededor de un archivo familiar de la Segunda Guerra Mundial. Así, mi relación con el archivo –o los archivos– no sólo es reciente y académica, sino que es un eje transversal de mi historia y, por ende, ES personal, ES familiar y ES político.
Junta de trabajo Foto: Brenda Hernández
Mientras yo seguía con este debraye mental pensando en cómo lo incorporaría en mi capítulo metodológico de la tesis, un viernes cualquiera, cuando nos juntamos mis papás, Maribel, Tona y yo para trabajar en los múltiples proyectos de Pinto mi Raya (PMR), me sentaron y me dijeron –sin previo aviso y sabiendo que tengo pánico escénico– que se realizaría este evento y que tenía que hablar sobre mi relación con el archivo de PMR. A pesar de que intenté zafarme continuamente, es evidente que no logré mi cometido pues estoy aquí sentada frente a ustedes.
Entonces, en un acto casi terapéutico, me di la tarea de recordar cómo este archivo –y su construcción– se había entretejido a lo largo de mi infancia, adolescencia y juventud. Algo que me llamó mucho la atención fue darme cuenta de que esas memorias eran multisensoriales, es decir, era visuales, auditivas, táctiles e, incluso, olfativas. En este sentido, comencé a darle forma a lo que Julia explicó en clase sobre la relación personal que se tiene con los archivos y que ésta se debe senti-pensar desde el afecto ya que la “autoafección está conectada con la propia sensibilidad o el hecho mismo de estar viva.”
Recordé que cuando era niña, todas las mañanas desde las 5 am, escuchaba desde mi cuarto que daba a la calle el sonido del arribo de moto tras moto, tras moto, tras moto, tras moto, tras moto (y así como 15 veces) que iba seguido, en el mejor de los casos, por el desliz de los periódicos cuando aterrizaban en el garaje de la casa. En el peor de los casos, nos despertaba el estruendo causado por la mala puntería de algún repartidor que, al aventar el periódico, le atinaba a la puerta de metal. De ahí, me vino a la mente cómo, si amanecía lloviendo, teníamos que salir corriendo a recoger los periódicos para evitar que se mojaran y se echaran a perder. Si llegábamos tarde, sabía que la casa se impregnaría del olor a periódico mojado y tendríamos que ir al Sanborns o a los puestos de revistas para reemplazar aquellos que no habían sobrevivido.
Mónica Mayer seleccionando la noticia Víctor Lerma formateando la noticia
Luego tuve la imagen de mi mamá sentada en el comedor frente a los periódicos. Recuerdo escuchar cómo, con su dedal naranja, pasaba hoja tras hoja y marcaba, con su pluma roja, la relevancia y temática de los artículos escribiendo “ego” o “raya”. Después llevábamos los periódicos codificados a la oficina de mi papá quien recortaba los artículos y armaba la revista. Volví a tener la sensación de saber que estas acciones indicaban el inicio del día y que el desayuno ya estaba listo. Así, además de las pilas de periódicos que se acumulaban día tras día, también se juntaban las carcazas de las plumas rojas vacías, los dedales desgastados y manchados por el quehacer del archivo y los platos sucios de los deliciosos desayunos que nos preparaban.
Recordé a mi mamá frente a su computadora escribiendo y escribiendo, entre otras cosas, sus cientos de artículos para El Universal que, eventualmente, acabarían en el archivo. Me reí acordándome de las veces que mi hermano y yo la dragueabamos mientras trabajaba y que, entre risa y risa, la peinábamos y maquillábamos. Nos la pasábamos muy bien.
Cuando estábamos de vacaciones, Don Wenses, quien se quedaba a cuidar la casa, recolectaba todos los periódicos y los apilaba en una enorme torre a la entrada del comedor. Al regresar y verla, seguramente mis papás pensaban en la chamba que les esperaba, pero yo, como buena ñoña, sabía en que si en la escuela había recolecta de periódicos, en definitiva ganaría mi salón porque seguramente ninguna otra familia recibía tantos periódicos diariamente. Siempre ganábamos.
De no haber concursos escolares, cada cierto tiempo los llevábamos a reciclar. Esto era un arduo y pesado trabajo porque implicaba cargar y descargar del coche lo que parecía una tonelada de periódico. No sé por qué pero recordé ver cómo las llantas se modificaban con el aumento o disminución del peso dentro del auto. Pero, francamente, lo que más sentí fue esa emoción de cuando veía cómo subía el peso en la balanza ya que eso significaba más dinero y que seguro me tocaría algo por mi gran esfuerzo.
También recordé algunos episodios sangrientos cuando mi papá, quien recortaba los artículos, llegaba con tremendas cortadas en sus dedos. Él, al igual que los repartidores de periódico con mal tino, nos despertaba con un estruendo y un montonal de sangre. Otras veces sólo lo encontrábamos con curitas alrededor de sus dedos y su ya conocida cara de travieso.
En ocasiones lo acompañaba a Mexpost para enviar las quincenas. Recuerdo que era un suplicio porque teníamos que esperar hoooooraaaaas para que quien nos atendía escribiera, a mano o a máquina, el remitente y destinatario en cada paquete. Sin embargo, como ya se imaginarán, mi papá ya era amigo de todas las personas que trabajaban ahí y siempre habían risas por el constante chascarrillo que se hacían mutuamente.
Ya más grande, cuando yo regresaba de enfiestar a altas horas de la mañana –situación que, obviamente, sucedió muuuy pocas veces– la presencia o ausencia de los periódicos en la puerta me indicaba qué tan sobria tenía que aparentar al entrar. Recuerdo mis suspiros de alivio cuando veía los periódicos tirados en la casa porque significaba que mis papás no se habían despertado todavía y que podía irme a dormir. Los recogía con gusto e intentaba abrir la puerta lo más silenciosamente posible. Pero, cuando llegaba y ya no habían periódicos, tenía que prepararme mentalmente para hacer mi entrada triunfal ante mis papás quienes ya estaban haciendo su archivo y me recibían con una sonrisa cómplice diciéndome “te ganamos”.
Luego comencé a ver cómo la pila de periódicos, año con año, iba reduciéndose. Esto era resultado, por una parte, de que los periódicos se fueron adaptando a las nuevas tecnologías. Por la otra, porque el proyecto de Raya fue siendo cada vez menos rentable –si es que alguna vez los fue– y el interés de las instituciones por adquirir el archivo fue disminuyendo. Recuerdo que las discusiones en casa sobre el fin de la revista se volvían cada vez más recurrentes pero, irónicamente, aumentaban las pláticas sobre la creación de nuevos proyectos para reactivar, intervenir o socializar el archivo. Éstas las tenían con múltiples personas que se volvieron clave para mantener este proyecto a flote y siempre acompañaron y apoyaron a mis papás, incluyendo a Antonio Mayer, Pilar Villela, Katnira Bello, Luis Orozco, Víctor Sulser, Jo Ana Morfin, Maribel Escobar, Tona Arreola, entre muchas otras.
Para ir cerrando, estas anécdotas me hicieron recordar una plática que tuve con una amiga hace unos años quien me preguntó por qué no había estudiado algo de arte. Enseguida respondí que fue por un acto de rebeldía a mis padres ya que obviamente no quería seguir sus pasos –porque la neta, qué pasotes taaaan enormes. En este sentido, creo que esta respuesta, si bien fue atropellada, no fue tan ingenua. Hoy, a un día de cumplir mis 34 años, me doy cuenta de esta complicada y profunda relación afectiva –íntima, personal y familiar– que tengo con el archivo, con el arte y, evidentemente, con mis papás. Confieso que si bien en algún momento quise zafarme de las redes archivísticas y artísticas familiares –como de esta plática–, el archivo, el arte y la familia son las bases metodológicas y epistemológicas de mi investigación doctoral.
Entonces, para concluir quiero terminar con 3 reflexiones: 1) no soy buena para zafarme de cosas; 2) la relación que tengo con el archivo es afectiva (Antivilo, 2019), espacial y temporal y está entrecruzada por lo cotidiano de mi pasado, presente y futuro. Entendí que el archivo no sólo es la suma de los documentos sino también ES su proceso de construcción en lo colectivo y en lo cotidiano. 3) Finalmente, los tentáculos del gen archivísitico siguen expresándose en la vida de mis papás ya que su forma de “ser” y “hacer” archivo no ha desvanecido. Aprovecho este espacio para acusarles de que si bien acordaron hace unos años en ya no hacer la revista, hoy por hoy, mi papá continúa revisando los periódicos a escondidas de mi mamá y ella sigue escribiendo y archivando su trabajo. Así que su “impulso de archivo” seguirá guiando nuestra trayectoria de vida familiar y profesional para continuar construyendo esa memoria y esa historia… hasta que, como ya lo tenemos acordado entre mis papás, mi hermano y yo, lo quememos toditito cuando se mueran.
Mtra. Sonia Yuruen Lerma Mayer.
14 de marzo 2019.
Ponencia para “Charla Raya: un archivo de artista (1991-2016).
Laboratorio de Arte Alameda
Soy Tonantzin Arreola. Soy artista visual egresada de la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM y colaboradora del archivo de Pinto mi Raya.
Comencé a trabajar en el archivo en 2014, durante mi servicio social en el MUAC cuando empezaban a preparar una exposición retrospectiva de Mónica Mayer que se llevó a cabo en 2016. Cuando me acerqué a Mónica para colaborar, la verdad es que no estaba consciente de la complejidad del archivo y tan sólo conocía a Mónica, su obra, particularmente como parte del grupo Polvo de Gallina Negra. No tenía idea de la magnitud y complejidad de Pinto mi Raya, de modo que vale decir no sabía a donde me estaba metiendo.
Mi participación en el archivo se fue ampliando poco a poco, haciendo cada vez más cosas, participando en otros proyectos de Mónica y luego de Víctor, hasta que llegamos al archivo y a Raya. El proyecto de Raya: Crítica, crónica y debate en las artes visuales nació en 1991, el mismo año que yo. Antes de comenzar con este proyecto, ya había visto los compendios quincenales y conocía los compendios temáticos, pero no había dimensionado que es un proyecto que tenía mi propia edad. No fue sino hasta que, en el proceso de revisión de documentos, al leer las fechas, comencé a preguntarme que era de mi vida en el momento en el que sucedían exposiciones, bienales y pleitos. Y no es que pensase que no había tiempo antes, pero me permitió redimensionar muchas cosas.
Trabajar con Víctor y Mónica me ha llevado a reflexionar sobre los diversos procesos de los artistas, sus actividades y sus luchas. Me permitió pensar sobre los archivos y cómo navegan entre ser un trabajo natural de memoria y ser una forma de estructuración de valores. Y, particularmente, en el caso de los archivos de artista, me ha hecho meditar sobre las implicaciones personales y hasta políticas de un archivo personal, incluyendo el generar registros de la obra que se va realizando.
Los archivos bien pueden ser el sustento de las narrativas oficiales, pero construidos desde la disidencia, permiten leer otras líneas de la historia, transformándose en acto de resistencia, máxime que las primeras construyen las narrativas y los dispositivos que le permiten validarse y consecuentemente borrar otros discursos de manera accidental o intencionada. Conscientes de los procesos de construcción de la historia y sus narrativas paralelas, Lerma y Mayer han sostenido que el archivo de Pinto mi Raya es un proyecto de arte conceptual aplicado.
Tonantzin realizando clasificación de sobres quincenales Foto: Maribel Escobar
En el proyecto Raya. Un archivo de artista (1991-2016) yo realicé la talacha, a veces sin conocer los nombres de los procesos o sin entender cabalmente sus fines. Víctor hacía la digitalización y a mí me tocaban aspectos como clasificación, generación de documentos, renombrado, estabilización y reasignación de nombres. En el camino, al encontrar ciertos problemas, se iban llegando a acuerdos y había que modificar, cotejar, guardar, almacenar. Y es que trabajando en un archivo silvestre, o sea una serie de materiales que aún no se han clasificado por completo, es natural que se tuvieran que hacer negociaciones y reajustes. Además, no hay que olvidar que Víctor y Mónica son artistas, no archivistas ni conservadores y como tales, a partir de preocupaciones y fines artísticos es que deciden generar una colección de textos al observar que no hay diálogo entre los diferentes actores de las artes. Me ha llamado la atención que colegas y compañeros desconocen no solo el quehacer de Mónica y Víctor, sino el archivo de Pinto mi Raya, que es vastísimo y muy valioso en muchos sentidos. Me hace sentido al reconocer que yo misma lo desconocía hasta hace pocos años.
USB’S revizados por Tonantzin. Foto: tonantzin Arreola
Aún después de este tiempo colaborando con ellos, desconozco muchas partes de archivo y me sorprendo al encontrar objetos y documentos de eventos de los que ahora por lo menos sí he oído mención. Agradezco a Mónica y a Víctor por hacerme parte del archivo, también quiero agradecer a Jo Ana Morfin y a Maribel Escobar, colaboradoras y asesoras de este proyecto, quienes desde sus profesiones me han enseñado cuestiones técnicas sobre la conservación y los archivos, así como ideas, conceptos y saberes en relación a la valoración de los archivos.
Tonantzin Arreola Romero
Texto paralelo a la presentación en el Laboratorio Arte Alameda el 14 de marzo del 2019.
En enero empezamos a trabajar el diseño del blog. Mónica Mayer me asesoró para que el diseño de este blog correspondiera también a los otros blogs que tenemos como Pinto mi Raya y Alejandra Sánchez, nuestra webmaster, quien se encargó de diseñarlo.
Decidimos tratar de hacerlo lo más claro posible por lo que se divide en Inicio, Proyecto, Biografía, Año 1, Año 2 y Año 3.
Entrando a cada año, se pueden consultar los trabajos que se han hecho en los componentes del proyecto que es parte del proyecto Kit de esquina: Interposiciones visuales y desdoblamientos del archivo Pinto mi Raya que estoy desarrollando para el Sistema Nacional de Creadores de Arte del FONCA que son Diseño del Kit, Presentaciones y Trabajando el Archivo.
En este primer año se subieron aproximadamente 25 textos y se espera obtener un número de 1500 visitantes para fin de año.
Víctor Lerma. 23 de septiembre de 2019